FINGIR FELICIDAD

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 14)

Izabel me vio, la vi y se veía preocupada y asustada, dejó caer los libros y salió corriendo, yo me quedé sentada en la acera, me estaba hiperventilando porque sentía miedo, mucho miedo, Hernán llegó a toda prisa en el auto de mamá, con la ayuda de sonia me subieron, ya casi había perdido el conocimiento para cuando llegamos a la clínica médica, mis labios estaban morados, ya no podía moverme, el médico me atendió de emergencia, me inyectó inmediatamente, pasaron unos quince minutos para que empezaran a hacer efecto los medicamentos.

—¿Estás bajo mucha presión?— preguntó el médico.

Le conté que estaba estudiando mucho, no dije más, pues Izabel estaba conmigo, además no tenía la confianza de andar ventilando todo lo que pasaba en casa.

—Acabas de presentar un shock nervioso, y un ataque de pánico, causando por el estrés excesivo a causa de todo lo que haces para estudiar, debes estar tranquila, debes dejar de estresarte tanto, corres el riesgo de una parálisis fácil, debes tener un poco más de tranquilidad, te voy a recetar unos tranquilizantes, y vitaminas para cerebro, vas a necesitar reposo y de comer tus horas— dijo el médico mientras hacía una receta.

—Está bien, gracias— dije.

—El medicamento que te puse ahora te dará mucho sueño, y estás pastillas y bebibles que te estoy recetando también te van a dar mucho sueño, porque necesito que descanses, ¿comprendes?—

—Si, comprendo—

—Izabel, cuídala mucho, está muy jovencita para tener los nervios así de descontrolados, traía una fuerte taquicardia—

—Si doctor, yo la cuido— dijo Izabel.

Salimos de la clínica del doctor, nos subimos al auto, le llamé a mamá, todavía se enojó, porque se había gastado mucho en el médico, no me llevaron a casa, Izabel me llevó a su casa, me senté en su sofá y es lo último que recuerdo, me quedé dormida, desperté a eso de las 5:00 p.m. tenía mucha hambre, —nos asustó mucho— dijo Izabel, —lo siento— respondí, —no pasa nada, ¿quiere comer algo?— preguntó Izabel.

Asentí.

Me sirvió de comer, era pasta, la pasta siempre ha sido de mis comidas favoritas, estaba comiendo, cuando Hernán se asomó, y al verme sonrió, le devolví la sonrisa, —ya está comiendo, enfermo que come, no se muere— dijo Izabel.

—Cuando esté lista, la llevo a su casa, recuerde que su hermana Jordana está sola— dijo Hernán.

Agradecí a Izabel por la comida, Hernán me llevó a casa, Jordana estaba enojada conmigo por llegar tarde, Hernán se quedó conmigo.

Al día siguiente en la mañana no fui a clases me sentía agotada, Jordana se fue a clases, yo tomé un baño, estaba en toalla cuando tocaron a la puerta, abrí solo la pequeña ventana que tenía la puerta, era Hernán, había llegado a preguntar como estaba, abrí la puerta, entró, le dije que me esperara que iba a cambiarme, dijo que estaba bien, entré al cuarto que estaba al lado de la sala, busqué ropa para cambiarme, cuando entró Hernán, se acercó a mí y me besó, metió sus manos por bajo la toalla, me llevó lentamente hacia la cama, sentí su erección rozar mi pierna, por encima de su pantalón, se detuvo un momento para abrir la toalla e intentar ver mi cuerpo, en ese momento me congelé, y lo quité de encima de mí.

—No puedo hacer esto, perdón— dije, cerrando la toalla.

—¿No me ama?— preguntó Hernán.

—Si, pero no puedo hacer esto— respondí.

No dijo nada, solo salió de la habitación y luego escuché como azotó la puerta de la casa, al salir.

Ese día no llegó a verme, ese día regresó mamá de la capital del país, dijo que, el sábado Hernán se bautizaría en la iglesia y que yo debería bautizarme con él.

Asentí.

El sábado, nos bautizaron a los dos, uno seguido del otro y en el bautizmerio nos juntaron para que nos diéramos un abrazo, mamá estaba tan feliz que preparó todo un banquete.

«¿Ustedes han fingido ser felices? Yo sí, aprendí desde muy pequeña a sonreír por todo, pero es una sonrisa vacía de esa en la que los ojos no brillan, hasta hoy estoy totalmente convencida que solo una persona me ha visto verdaderamente feliz, solo una persona ha visto mis ojos brillar por felicidad genuina».

Continuará...

- Lissbeth SM.

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