YA NO PUEDO MÁS

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 75)

Una botella de whisky no fue nada para todas las penas que yo tenía que ahogar, tal vez hubiese sido mejor que yo me sumergiera en alcohol, nada lograba quitar el dolor, el coraje, la decepción, me sentía sola, me sentía abandonada, ya no quería más, ya no podía conmigo misma, el peso que llevaba en mis hombros era demasiado, nadie por más fuerte que sea podría soportar tanto, necesitaba un abrazo de mamá, de papá, necesitaba ver los ojitos de Iñigo y su sonrisa de medio lado, necesitaba escuchar su voz, diciéndome que todo estaría bien, aunque no fuese así, si él me lo decía, yo le creía.

El siguiente día llegué temprano al trabajo, le tocaba vacuna a Joscy, así que el esposo de Yamila me llevó al centro de salud, cuando veníamos de regreso pasamos frente a la casa de Izabel la hermana de Hernán, en el momento justo en el que la policía se estaba llevando a Hernán, sentí pena por él, a pesar de todo lo que me había hecho, sentí pena por él.

Al día siguiente después de que se llevaran a Hernán, Oriana se presentó en mi trabajo, para pedirme que quitara la denuncia que le había puesto a Hernán, le dije que no, que yo no pensaba hacerlo porque si lo hacía cualquier día de estos yo iba a terminar muerta, Oriana no dijo nada y se marchó, desde ese día pareció que los dañé a todos, todos me odiaban, todos hablaban mal de mí.

Los días pasaron y todo marchaba normal, trabajaba todo el día, y lo poco que ganaba era para Jeremy.

Era sábado cuando vi un anuncio de un nuevo colegio, en el cual se podía estudiar los domingos, mi día de descanso, solo estaba la carrera de Perito Contador, así que decidí tomarla, esa noche hablé por teléfono con papá, le comenté lo que pensaba sobre seguir estudiando, —si vas a estudiar y trabajar, yo te ayudo a pagar la mensualidad de tu colegio— dijo papá.

Muy emocionada le dije que sí, papá me dijo que fuera a averiguar todo, y así lo hice, las clases comenzaban ese domingo, así que me inscribí y de una vez me quedé a clases, no conocía a nadie, éramos pocos, aproximadamente 15 estudiantes, me tomó algunas horas hacer amigos en mi salón de clases, ahora el problema seria conseguir quien cuidara a Jeremy desde el sábado.

Necesitaba hablarlo con Hernán, pero estaba segura que diría que no, por venganza a los 3 días que pasó en la cárcel a causa de mi denuncia, pero aún así lo intenté.

Le marqué y le planteé el asunto, —pues mire, yo puedo tenerla aquí en la casa, pero yo no tengo dinero para tenerla aquí comiendo todo el fin de semana— dijo.

Sentí un coraje enorme, pero necesitaba de él, —yo le daré dinero a ella para que compre su comida el fin de semana— dije.

—Pues siendo así, yo la cuido el fin de semana— respondió.

Pasaron unas semanas y Jeremy se iba los fines de semana con su papá, los domingos en la noche siempre regresaba mal del estómago.

Llegó otro fin de semana más, y Jeremy tenía la invitación a una fiesta de cumpleaños infantil, así que hablé con Hernán y le pedí que si podía pasar por ella el sábado en la noche, ya no el viernes, me respondió que no, que a él no le importaba que él me viernes iría por ella.

Le insistí un poco, dijo que no, que él se la llevaba porque en eso habíamos quedado, ya no insistí más.

Jeremy se fue triste con él, quería ir a la fiesta de cumpleaños, no se pudo, el sábado por la noche, Valentina me invitó a comer, salimos en la noche y al llegar a la esquina había una heladería, que era atendida por una prima mía, mi sorpresa fue ver a Hernán ahí con ella en pleno faje, el faje me daba igual, pero... ¿dónde carajos estaba Jeremy? Se suponía que no la había dejado conmigo porque él la tenía poco tiempo, me hirvió la sangre y caminé hacia la heladería, Valentina me siguió.

Entré a la heladería y en cuanto Hernán me vio se alejó de Oralia, se me quedó viendo.

—¿Dónde carajos está mi hija?— le pregunté.

Hernán no dijo nada, solo agachó la mirada.

—Le estoy hablando, ¿dónde dejó a mi hija? Para eso me molestó tanto, para eso quería llevársela, para dejarla sola, ¡me la hubiera dejado a mí, ¿dónde está?— grité.

—Vos fuiste la que lo dejó, ¿por qué venís a pelearlo?— dijo Oralia.

Me volteé hacia ella totalmente furica, —¿estás idiota o te haces? Yo que voy a andar peleando a este, yo necesito saber donde dejo a mi hija, a él jamás lo voy a pelear, es un golpeador, un abusivo, te acordarás de mí cuando te de tu primer paliza— dije.

—Yo a usted la amaba— dijo Hernán.

—¿Por eso me golpeaba y me abusaba?— grité.

Para ese entonces ya habían bastantes personas observando fuera de la heladería.

—Le soporté años de golpes y abusos, lo dejé después de una gran paliza, y aún así no tuvo el valor de decir que lo dejé por la porquería de hombre que es, se ha encargado de decir en todo el pueblo que yo me fui con otro hombre, todos me ven como la prostituta que dejó a buen hombre, usted solo es un maldito lobo con piel de oveja— grité, saliendo de ahí.

Lloré en el camino a casa, sentía desesperación por Jeremy, llegando a casa sonó mi celular, era el número de Hernán, —ya estoy con Jeremy, lo siento— dijo, y me comunicó a Jeremy, hablé con ella un momento y colgamos, en cuanto colgamos, rompí en llanto, tomé el cuaderno y la pluma...

«Querido marinero:

Me he apagado.

¿Cómo se enciende la luna después de que perdió su luz?

He dejado de sentirte, y espero sea porque ya no te amo, no quiero pensar que algo malo te pasó, aunque si hurgo en mi interior, obtengo la respuesta, a pesar de que han pasado casi 3 años, te amo.

Espero olvidarte pronto, Liss.
Tu luna apagada.»

Los días después mi mundo daría otro giro.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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