NO ME SUELTES

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 94)

No contesté la llamada, pero mi celular no paraba de timbrar, a tal grado de que Andrés ya no me veía a mí, sino al celular.

—Contesta, no pasa nada— dijo Andrés viéndome.

No dije nada y respondí.

«Bueno» dije.

«¿Para eso quería el puto divorcio? ¿Para andar de puta dándole mal ejemplo a nuestra hija? Anda metiendo hombres a su casa mientras mi hija está ahí, se la voy a quitar, maldita ramera, siempre lo ha sido pero ahora sacó todo, la voy a...»

Colgué.

Andrés se me quedó viendo extrañado, yo comencé a llorar.

—Todo esto es tu culpa, desde que llegaste todo mundo me llama prostituta, por favor vete de mi casa, no quiero verte más Andrés, ve por tu loca— dije.

—No, yo no puedo irme mientras estás llorando y más si es por mi culpa— dijo tratando de acercarse a mí.

—¡No me toques y ya lárgate! Ya te dije que no quiero verte— grité.

Andrés se fue de la casa.

En cuanto cerró la puerta, rompí en llanto, ¿con qué derecho Hernán me había llamado para insultarme? ¿Qué se creía? Como no estaba de puta y lo hubiese estado, ¿a él que le importaba?

El sonido de mi celular interrumpió mis pensamientos, era Javier, el hermano de Hernán, me había llamado para contarme que la nueva mujer de Hernán estaba embarazada, a mí no tenía relevancia alguna, pero el problema sería decírselo a Jeremy, porque sabia que eso le afectaría y mucho.

Me puse a preparar la comida favorita de Jeremy, un pollo que yo invité para ella y ella le puso como nombre, "pollo Jelu", le hice tortillas a mano, y para cuando llegó del colegio tenía todo listo, al ver su comida favorita ella se puso muy feliz, comimos juntas, luego le ayudé con sus tareas, se metió a bañar, y cuando salió de la ducha, empecé a hablar con ella.

—Mi amor, hay algo que debes saber— dije.

—¿Qué pasó mami? Respondió un poco preocupada.

—Tranquila, no es nada malo, solo tenés que saber que pase lo que pase tu papá y yo te amamos, y vos siempre serás nuestra prioridad... tu papá está esperando un hijo con Oralia— dije.

Los ojitos de Jeremy se llenaron de lágrimas, se me quedó viendo cómo suplicando que le dijera que estaba mintiendo.

—No mami, él ya no me va querer, él me va dejar, si ahora ya no me hace caso, teniendo otro hijo con ella, ya no me va querer— dijo ahogada en llanto.

La abracé fuerte, y lloré con ella, porque sabía que Jeremy tenía razón, pero no podía decirle eso.

—A ver, fuera lágrimas, ¿vamos por un helado?— dije.

—Síííííííí— respondió, muy emocionada.

—Ok, invitemos a Valentina y vamos— dije.

Le hablé a Valentina, pasó por nosotras, y fuimos por el helado, también nos llevamos al mejor amigo de Jeremy, le conté a Valentina todo lo que pasaba.

—Ay Liss, como quisiera poder ayudarte, pero no sé que hacer, y tengo que decirte algo—

—Ay no Vale, ya no me des más malas noticias— dije.

—Liss, lo lamento, en dos semanas regresar a Estados Unidos, y no sé cuando regrese Ipen— dijo.

No dije nada, solo la abracé fuerte.

Llegamos a casa, preparé la cena, jugué un poco con Jeremy y ella se quedó dormida.

Tome mi cuaderno y mi pluma...

«Querido Marinero:

Los años pasaron, como se pasa el agua entre mis dedos, parece que fue ayer que nuestras risas se escuchaban por todo Saturno, éramos felices, o al menos yo lo era, te veo y siento en cada cosa que me gusta, en el sabor de cada gajo de la mandarina, y en el sabor del jugo de granada, tus ojos están en las estrellas y tu rostro en luna, parece que fue ayer que tu barco se perdió en el mar durante un atardecer, te llevo en el alma, en cada poro de mi piel, y mi mente no me deja olvidarte, te paseas en mi memoria todas las tardes con un termo lleno de café en tus manos, y con tu sonrisa de medio lado, dices "¿gustas?" Se me paraliza el corazón, los años se fueron tal y como te fuiste vos, sin esperanza de que dieras marcha atrás.

Con amor:

Lissbeth.»

Las lágrimas caían para cuando terminé escribir la carta, me metí a la ducha y luego a la cama, no podía dormir, cuando de pronto sonó mi celular, era Andrés.

Me pidió que saliera, y lo hice.

Estaba recostado en su camioneta, en cuando me vio, se acercó a mí, me dio un beso, —Shhhh, no digas nada, no discutamos, ven— dijo, tomándome de la mano.

Nos sentamos en la acera, sacó dos coca cola de vidrio y unos tacos, comimos en silencio, luego me recosté en la pared, él tomó mi mano y la besaba.

—No me dejes antes de tenernos— dijo.

—Solo si prometes no dejarme después de que conozcas el caos que soy—

—Lo prometo— susurró, dando un beso tierno en mi mano.

•••

IÑIGO

Había pasado tantos años en alta mar, dejé el barco, empecé a querer dedicarme a mi profesión (abogado), empecé a trabajar como maestro, y a hacer mi música, disfrutaba tanto de tocar el violín.

Estaba en la sala tocando el violín, la luna se asomó por la ventana y de repente llegó su rostro a mi memoria, sus ojitos tristes y ese cabello alborotado.

«Seguramente Liss amaría esto» pensé y el pecho me dolió.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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