AUTOENGAÑO

205 21 4
                                    

CARTAS AL MARINERO (Capítulo 117)

Corrió a abrazarme en cuanto me vio, —ya te extrañaba— susurró, era mi primo Angelo, ya teníamos meses sin vernos, y cada vez que iba a traer o dejar a Jeremy aprovechaba para poder ver a mi familia, a salir con mis primos, le iba mostrando a Ian los lugares por medio de fotos, y todo criticaba, Ian es bien criticón, pero amo esa parte de él, me hace reír, pareciera que para él nunca nada está tan perfecto como él lo imagina, ja, ja, ja, ja, en cuanto llegué Angelo me llevó al internado de Jeremy, la saqué de Pavoncito (cárcel de Guatemala) así le decíamos mis amigos y yo al colegio, llegamos a casa de tía Mariana, nos preparamos para salir en la noche a cenar, seria cena de primos, quería ver a Mishel, no la veía desde que salió embarazada.

Le mostré a Ian el cuarto en el que dormiría, le mostré la cama, y dijo algo que me causó ternura y emoción.

«En esa camita no cabremos los dos cuando vaya» dijo.

«Ah mira no sabía que quisieras venir a Guatemala» respondí.

«Liss, nunca había pensado en visitar Guatemala hasta que te conocí, ahora quiero ir a Guatemala» dijo.

Sentí que mi corazón dio cinco mil saltos, de la emoción pero mi inseguridad habló.

«Guatemala es muy bonito, cuando gustes venir, solo me decís, te armo un tour y te digo que hoteles son más cómodos para hospedarte, y que lugares son mejor para visitar»

«Liss, yo quiero ir por ti, para conocerte a ti, y abrazarte, también quiero conocer Guatemala, pero la quiero conocer contigo» dijo.

Sentí tantas ganas de llorar, y a la vez sentí bonito, este hermoso ser humano, unos días atrás me había dicho que no creía en crear lazos a distancia, y ahora en su mente estaba viajar 2 mil kilómetros solo para conocerme, había encontrado un gran amigo en un lugar donde nunca imaginé.

Tenía más de 12 llamadas perdidas de Iñigo, no respondí, le conté a Ian lo que pasaba.

«Liss, ya deja de huir, es verdad que te lastimó, pero sigues amandolo y eso también te lastima, date la oportunidad de sentir, de amar otra vez, total aunque no lo peles, lo amas, y lo piensas en todo momento, deja de hacerte daño, no vas a perder más de lo que ya perdiste, has esperado 13 años por esto» dijo.

«No, he esperado toda la vida por esto, Iñigo es mi primer amor, nunca antes amé, nunca antes di lo que le di a él, y él es el dueño de mis orgamos, antes de él nunca tuve uno, y después de él no he podido tener orgasmos con alguien más, a menos que me toque pensando en él» respondí, acababa de confesarle a Ian, uno de mis secretos mejores guardados, era algo que hasta hoy, Ian no sabía, él no sabía que mi primer orgasmo había sido con él.

«Vaya suerte la que tiene ese idiota» dijo Ian.

Dejé el celular de lado, me fui bañar, cambiar, maquillarme para salir con mis primos.

Fuimos a un restaurante, le mandé fotos a Ian.

«Está muy bonito, pero mira cuando vengas a verme te llevaré a comer aquí» dijo enviándome la foto de restaurante precioso, me gustaba hablar con Ian, a veces lo imaginaba sentado al lado mío, sonriendo.

Me despedí de él, porque me dedicaría a mis primos.

«Descansa Liss, te quiero» dijo.

Se me paralizó el alma, ¡Ian acababa de decirme, te quiero! No podía creerlo, yo también lo quería, lo sentía, pero por lo que él me había dicho de que no creía en los lazos a distancia no le había dicho, ¡y él lo dijo primero! Una sonrisota de oreja a oreja se formó en rostro.

«Yo también te quiero, guapo, descansa» respondí.

Mis primos y yo seguimos cenando, riendo, cuando estaban por cerrar el restaurante, salimos de ahí.

—Liss— escuché, reconocí la voz al instante, mis piernas temblaron.

Mis primos voltearon a ver, yo no.

—Es un chico guapísimo, es barbón— dijo Mishel en susurros.

—Vamonos de aquí por favor— dije.

—¿Te hizo algo ese imbécil ahorita lo arreglo— dijo Angelo.

—No, no, no, solo vámonos de aquí por favor— dije.

—Liss— volvió a decir.

—Mamita si querés hablar con él, nosotros nos vamos— dijo Jeremy, mi hija siempre siendo mi mayor apoyo.

No pude más, volteé a verlo, estaba ahí en medio de la nada, viéndome, las palabras de Ian sonaban en mi cabeza, sucumbí y corrí hasta Iñigo, él me esperaba con los brazos abierto, lo abracé, lo besé, acaricié su rostro, el metió sus manos en mi cabello, me vio a los ojos, sonrió.

¡Maldita sonrisa perfecta de medio lado, y esos ojitos color noche que me roban el aliento!

Sin darme cuenta acababa de cometer el más grande de los errores.

Continuará...

- Lissbeth SM.

CARTAS AL MARINERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora