¡TE ODIO!

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 125)

El camino de regreso a casa fue doloroso, en todo el trayecto hablé con Danielle, lloré enviándole audios, le dije todo lo que pasaba, excepto lo que me había hecho Iñigo, me daba vergüenza, pero llorar por todo lo demás me sirvió, Danielle me escuchó pacientemente, me consoló, hasta tranquilizarme, le escribí a Valentina para vernos en Santurno, necesitaba hacer algo con este dolor que sentía en el pecho, no había con Ian, resultó que, Ian es de los chicos que cuando tiene pareja se olvida del mundo, de los amigos, y él también se estaba alejando de mí, y nunca he sido una persona que ruega ni por amor, ni por amistad, porque amaba a Iñigo y jamás le rogué por amor, jamás, supliqué en mi mente, pero jamás se lo dije, y con Ian no sería la excepción lo quería un montón pero si se iba a olvidar de mi amistad mientras tenía una relación, que por favor se quedara lejos y no regresara a mí nunca, no tenía idea de todo lo que me faltaba por pasar con Ian, descubriría que los amigos también rompen el corazón.

Llegué a casa, me metí a bañar, cuando salí recibí una llamada de Ian, «justo hoy que me estoy hundiendo», pensé.

—¿Sí?—

—¿Estás molesta conmigo, verdad?— Preguntó.

—¿Ocupas algo, necesitas algo?

—Liss, no seas grosera conmigo, podemos hablar sin que estés a la defensiva conmigo?

—¿Te da permiso tu novia?—

—¿Estás celosa?—

—No seas baboso, somos amigos, no celo a otros amigos, a menos que me hagan a un lado por otros amigos, estoy molesta porque siempre he odiado a las personas que se olvidan de sus amigos cuando tienen pareja, y sos así, algún defecto tenías que tener— respondí.

—Ya Liss, te prometo que no va volver a pasar— dijo.

—Bueno, te perdono porque te quiero—

—Ja, ja, ja, ja, yo no pedí perdón, tampoco maté a nadie— dijo.

—En mi mente si me lo pediste, así que cállate— dije.

Los dos reímos.

—¿Qué pasó con el imbécil de Iñigo?— preguntó.

—No sé, no he sabido de él, escribí un texto, me gustaría que lo recitarías— dije.

—¡Claro Liss, yo lo hago! Solo pasamelo y al ratito lo tengo listo— dijo.

Le pasé el texto.

—¡Vaya! Es fuerte, voy a hacerlo lo mejor posible, te quiero.—

—También te quiero, hablamos al ratito tengo que ir a Saturno— dije.

Colgamos la llamada, me vestí y me dirigí a Saturno, el lugar estaba lleno, Vale hacia todo muy bien, me senté con ella en una de las mesas, platicamos de todo, intenté no llorar mientras le contaba.

—Es un idiota y además de idiota, ciego— dijo Vale.

Quiero ir al pequeño museo, Vale.

Me puse de pie y fui, esa maldita habitación tenía tanto de él, en una mesita, había una pequeña bola de cristal que dentro tenía el universo, la tomé en mis manos, y empecé a llorar, me dolía el alma, tenía tanto coraje que tomé la bola de cristal y la quise aventarla contra la pared, me sujetaron de la mano, impidiéndomelo, volteé a ver y era Iñigo.

—No te voy a permitir que rompas lo que es nuestro— dijo.

—¿Pero si te permites romperme el corazón? ¡Vaya cinismo el tuyo!— dije.

—Liss, ¿por qué no me respondes?—

—Iñigo, deja de preguntar estupideces y por favor vete, no me obligues a mandarte sacar por la fuerza— dije.

—Pero, ¿por qué estás tan molesta?—

Lo vi directamente a los ojos, —se muy feliz, y por favor haz que todo esto valga la pena— dije.

Bajó la mirada, —te quiero, Liss— dijo.

—Te quedas en tu casa— respondí saliendo a toda prisa.

Tenía tantas ganas de golpearlo, de insultarlo, de recordarle toda su porquería, pero no, yo no era como él, yo no iba a perderle el respeto, así que preferí salirme de ahí, llegué a casa y tenía un mensaje de Ian, era el vídeo de mi texto, siendo recitado por él, lo escuché y me viene abajo, no pude responderle a Ian, entonces me marcó.

—Liss, ¿estás bien?— preguntó.

—Te odio Ian, te odio con todo mi corazón— respondí entre lágrimas y sollozos.

—Pero, ¿por qué? ¿Qué hice mal? Liss, lo recité esperando que te gustara, no quería hacerte enojar— dijo.

—Te odio porque lo hiciste tan bien, que no pude evitar venirme abajo— respondí.

—Me asustaste— dijo.

•••

Llegó febrero y con febrero llegaría más dolor, pero la vida estaba a punto de joderme de una manera inimaginable.

Continuará...

- Lissbeth SM.

(Esta es la esfera de la que se habla en mi historia, la tiene el marinero, se la regalé yo, esta fotografía la tomó él

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(Esta es la esfera de la que se habla en mi historia, la tiene el marinero, se la regalé yo, esta fotografía la tomó él.)

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