ME ABANDONÓ

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 63)

Tomé la carta y salí corriendo hacia el muelle, sentía que el alma se me rompía, corrí con todas mis fuerzas, llegué al muelle e Iñigo no estaba, tampoco estaba su barco, Iñigo me había abandonado, juró nunca hacerlo, pero me acababa de romper la promesa, me dejé caer en la arena y lloré viendo hacia el mar, el mar se acababa de llevar consigo al hombre más importante de mi vida, la playa estaba totalmente iluminada por la luz de la luna, tomé la carta y empecé a leerla.

«Querida Liss, no se como empezar esta carta y que decir para que me entiendas, tuve que irme Liss, tuve que dejarte, no quería hacerlo, no quiero hacerlo, pero el capitán ordenó que debíamos zarpar inmediatamente, fui a buscarte al Bar, pero no habías llegado, así que ahora lo único que puedo hacer es escribirte esta carta.
Liss la noche de noviembre que te vi por primer vez, me salvaste la vida, nuestra embarcación estaba por hudirse, me di por vencido, y fue entonces cuando mi cielo se iluminó con tu Luz, Liss llegaste para enseñarme muchas cosas, me enseñaste a ver más el alma que el cuerpo, Liss sos la luna de mi vida, me salvaste de mi mismo, tenerte entre mis brazos es lo más hermoso que me ha pasado, creo que en este momento debes odiarme, porque te he dejado, tal vez cuando más me necesitas, pero yo soy del mar Liss, por más que ame estar en Saturno con la Luna, yo soy del mar, soy adicto a las sirenas, te amo Liss, pero no puedo quedarme con vos, por favor no olvides la promesa que me hiciste, lucha, lucha y sé feliz, también te dejo todos los puertos a los que iremos y las fechas en las que llegaremos, solo por si quieres enviarme cartas, con amor, tu pequeño marinero, Iñigo.»

—¡Iñigooooooooooooooooooooooo!— grité, puse la carta sobre la arena y comencé a caminar mar adentro.

Acababan de romperme el corazón, como nunca antes me lo habían roto, ni todo el daño causado por mamá y por Hernán, dolió tanto como el juego de Iñigo, como el que me rompiera sus promesas, nada absolutamente nada me había dolido como el que Iñigo me hiciera creer que podíamos tener algo, y que de un día para otro solo se fuera, para regresar a su pasado, no solo me acaba de romper el corazón, sino también el alma, las ilusiones, las esperanzas, los deseos, ¡todo!

¿Por qué prometió lo que no pensaba cumplir? ¿Por qué me hizo creer que yo era maravillosa? Si al final sería él quien me confirmaría que no valgo nada en la vida de nadie.

El agua del mar me cubrió por completo, de repente, sentí unas manos rodear mi cintura y llevarme afuera del agua, era un chico, nunca lo había visto, me recostó en la arena y yo no podía dejar de llorar, Valentina llegó corriendo al lugar, preguntaba que pasaba, —no sé, la vi desde lejos poner algo sobre la arena y meterse al mar, corrí para sacarla, pero no sé quién es o como se llama— dijo el chico.

—Liss, ¿qué pasó?— Preguntó Vale, muy preocupada.

No dije nada, limpié mis lágrimas con coraje, me puse de pie, caminé hasta donde había dejado la carta, la tomé y se la di a Valentina, —léelo por vos misma— dije.

Valentina tomó la carta, la leyó, —hijo de pū-tā es que yo lo sabía— dijo.

Me le quedé viendo, —guarda la carta por mí, yo no puedo tenerla en mi casa, dije.

Empecé a caminar, —Liss, te salvé la vida, mínimo dime gracias, aaaah y mucho gusto soy Alejandro— gritó el chico que me había sacado del mar.

Ni siquiera volteé a verlo, ¿cómo pretendía que le agradeciera el haberme sacado del mar? Si yo iba en busca de Iñigo.

Llegué al auto de Valentina, me subí, estaba empapada, Valentina intentó tocar el tema, —tenías razón Valentina, siempre la tuviste, y yo fui una idiota, ¿cómo pude pretender que un hombre como Iñigo se fijaría en una mujer como yo? Ja, ja, ja, ja, ja, pero ya no quiero tocar el tema Vale, solo guardame esa carta por favor— dije.

Llegamos a casa, estaba temblando, no se si porque estaba empapada, o porque mi cuerpo no asimilaba lo que había leído en la carta, tenía tantas ganas de llorar, pero no lo hacía, el orgullo no me dejaba, me metí a la regadera y seguí sin llorar, pasé a la cocina a hacerme un té, y en la mesa había una invitación para la fiesta de cumpleaños del sobrino del novio de mi hermana Savannah.

Caminé hacia la habitación, Hernán roncaba, así que me metí a la cama con Jeremy y la abracé fuerte hasta quedarme dormida.

Al día siguiente le dije a Hernán que iría con mamá a la fiesta de cumpleaños, él dijo que estaba bien, en la tarde nos fuimos a la fiesta, Jeremy andaba muy feliz, jugando, comiendo dulces, yo ayudaba con repartir comida, cuando de pronto vi a Jeremy sentada en su silla, cabizbaja, corrí a ella, la tomé en brazos ardía en fiebre, le llamé a Hernán casi llorando, dijo que había salido del pueblo por trabajo, que enviaría a su hermano para que me llevase al hospital.

El hermano de Hernán llegó por mí, subí al auto con Jeremy en brazos, en el camino le hablé al médico, él estaría esperándome en el hospital, Jeremy ya había perdido la conciencia, de repente Jeremy abrió sus ojitos, se me quedó viendo e inhaló profundo, se desmayó y ya no respiraba.

—La niña murió— dijo mi cuñado.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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