LA OTRA CARA DE LA MONEDA

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 42)

IÑIGO

Los gritos de aquel hombre, hicieron que el lugar se tornara violento, la dueña del Bar se acercó a aquel hombre, intentaba calmarlo, él no dejaba de preguntar por su esposa, —está aquí trabajando, solo fue que la bodega por algunas cosas, por favor deja de gritar— alcancé a escuchar, cuando me volteé y Moon ya no estaba, vi hacia todos lados pero no había un solo rastro de ella, me sentí triste.

VALENTINA

Hernán entró gritando al Bar, entro desesperado por Lissbeth, por más que intenté explicarle que Lissbeth estaba en la bodega, no me entendía, —llévame con ella por favor— gritó, le pedí que me siguiera mientras nos encaminamos hacia la bodega, yo iba nerviosa, tenía miedo de lo que Hernán podría hacerle a Lissbeth, no sabía porque estaba tan desesperado, llegamos a la bodega.

—Liss, Liss, Lissbeth, ¿dónde estás? Hernán está aquí— dije.

No obtuve respuesta.

—¿Acaso me mentiste? Dijiste que estaba aquí— dijo Hernán en un tono molesto.

—Si, aquí está pero es que la bodega es grande— dije, más preocupada aún.

—¡Lissbeth, ¿dónde carajos está?!— dijo Hernán.

Yo empecé a temblar al no escuchar respuesta de Liss, temía por mi vida y por la de Liss, no sabía de lo que sería capaz Hernán si Liss no aparecía pronto.

—¿Qué pasó? aquí atrás estoy, por las latas de hongos, es que no puedo sola con todas, Vale, ¿acaso escuché la voz de Hernán? ¿Está todo bien en casa?— Respondió Liss.

Hernán caminó rápidamente hacia donde se escuchaba la voz de Liss, yo iba tras él y por alguna extraña razón yo temblaba, no podía imaginar cómo era que Liss, llevaba viviendo con este animal 6 años, era increíble la energía tan pesada que tenía este hombre.

Llegamos a la estantería y ahí estaba Liss, con un montón de latas, su falda larga, su blusa, sin una gota de maquillaje, demacrada, se veía tan mayor, su mirada apagada, en cuanto la vimos corrí a ayudarla, y Hernán se nos quedó viendo.

—¿Qué pasó?— preguntó Liss.

Hernán se le quedó viendo, —no pasa nada, solo que por un momento, mientras estaba en casa se me vino a la mente que usted tal vez no viene a trabajar y se va con otro hombre y al pensarlo me enfurece y quise venir a buscarla, porque sentía deseos de acabar con usted— dijo.

—Hernán, ella está aquí, trabajando, ¿cómo puede creer usted que ella va andar con otro?— dije.

—Esto no es de tu incumbencia, Valentina, por favor nos dejas solos— dijo en tono exigente.

Vi a Liss, quien me suplicaba con la mirada que no la dejara, pero tenía que hacerlo así que con todo el dolor de mi corazón, salí de la bodega.

LISSBETH

Hernán y Valentina entraron a la bodega, escuchar los gritos de Hernán me puso tan nerviosa, al escucharlo decir a Valentina que nos dejara solos, sentí tanto miedo, Valentina salió de la bodega y en cuanto Hernán la vio salir, se abalanzó sobre mí, yo dejé caer todas las latas, mientras él me tomaba del cuello, y me llevaba contra la pared.

—Usted no me va ver la cara de estúpido, ¿le queda claro?— dijo Hernan.

—¡Sueltala!—

Se escuchó aquel grito en toda la bodega.

IÑIGO

Empecé a buscar a Moon por todo el bar, de respete escuché unos gritos, venían de un tipo de bodega, entré y el tipo que había entrado gritando al bar, tenía a una chica contra la pared, gritándole, ella no se movía, me enfureció.

—Sueltala— grité.

Él volteó a verme con furia, —¿qué la conoces o qué, acaso vos sos su amante?— gritó.

Me pareció un perfecto imbécil, —¿qué? Yo jamás la había visto, pero no necesito conocerla para darme cuenta que la estás maltratando— dije.

—En la casa hablamos— dijo el tipo soltando el cuello de la chica, y saliendo de la bodega, ella cayó al suelo entre latas, y empezó a llorar, me acerqué rápidamente a ella, ella no levantaba la mirada, era más que notorio que estabas asustada o apenada, yo la ayudé a ponerse de pie, en cuanto la vi, sentí algo raro, sentí ganas de abrazarla, de protegerla, entré a ese lugar buscando a Moon y me encontré con esta chica que era tan distinta a ella, tenía su cabello amarrado, estaba pálida, mal vestida, sus labios pálidos, pero oh Dios sus labios, a pesar de no tener color me hicieron sentir nervioso, aquella chica no era para nada una chica bonita, pero tenía algo que me hizo querer saber de ella.

—Hola, soy Iñigo, ¿cómo te llamas?— pregunté.

—Hola, me llamo Lissbeth, soy la cocinera del Bar— musitó.

¡Joder! Su voz era dulce, su voz me recordó a la de Moon no se porque, porque eran totalmente distintas, la de Moon era tan sensual como ella, y la de esta chica era dulce, temerosa, esta chica era como un gatito asustado.

De pronto la dueña del lugar entró a la bodega, —Liss, ¿estás bien? ¿Qué te hizo? Perdóname yo no quería dejarte sola, pero si no lo hacía, se que empeoraba todo, Dijo abrazándole.

—Dijo que en casa hablaríamos, tengo miedo, mucho miedo, Vale— dijo la chica.

—¿Puedo ayudarte en algo?— pregunté.

—No, ya hiciste mucho, gracias— dijo viéndome con sus ojitos llenos de lágrimas, no me aguanté y me lancé a ella, la abracé, ella se metió en mi pecho e inhaló fuerte, era como si quisiese embriagarse con mi aroma, pude notar que no estaba acostumbrada a los buenos tratos, la sentí tensa, y se quedó con los brazos abajo, levanté su rostro, me vi reflejado en esos ojitos brilloso por las lágrimas, y sentí tan bonito, —no llores, y no permitas que te traten como basura, porque no lo sos y además sos hermosa— dije, ella sonrió.

Ni siquiera sé porque le dije que era hermosa, porque para nada era una chica bonita, pero sentí deseos de decirlo y cuando la vi sonreír quise besarla, ¿qué estaba pasando conmigo?

Continuará...

- Lissbeth SM.



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