DESCRIPCIÓN GRÁFICA DEL DOLOR

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 36)

Los siguientes meses fueron aún más difíciles, se perdía dinero de mi cuarto, usaban las las cosas de mi hija, Hernán no me dejó ir a casa de mamá, porque según Oriana y su mamá iban a cuidarme, que buen chiste, mamá me mandaba comida, Savannah iba y venía en su bicicleta con la ropita sucia de Jeremy, Marcelo el esposo de Oriana decidió irse a USA para buscar una vida mejor para su familia, mi papá le compró una madera, para que completara para irse, al irse él, todo fue peor, ahora Oriana menos limpiaba, se la pasaba en la calle, tenía 13 días de haber dado a luz cuando empecé a lavar a mano la ropa de Hernán, porque él no podía, papá regresó a USA.

Pasaron 6 meses, yo ya podía con todo sola, ya no dolía la cesárea, afortunadamente mi bebé era lo más tranquila del mundo, la bañaba dormida y no despertaba, Hernán se fue a trabajar y dijo que en la tarde regresaba, le recordé que la bebé no tenía leche, y es que a Jeremy no le agradaba mucho mi pecho, costaba mucho que lo agarrara, dijo que si, que él regresaba con la leche en la tarde, llegaron las 6:00 p.m. y ni sus luces, Jeremy no dejaba de llorar, y no se si por el coraje o la desesperación, de mi pecho no salía una gota de leche, se lo metía a la boca y nada, la bebé no dejaba de llorar, tenía hambre, no comía desde el medio día, la tomé entre mis brazos, la abrigué porque hacia frío, y empecé a caminar a casa de mamá, la bebé lloró durante todo el trayecto y yo con ella, cuando llegué a casa, todas se asustaron.

—¿Qué pasó?— preguntó mamá, muy asustada.

—No ha comido, yo tampoco, desde medio día, no hay leche y no se porque mis pechos tampoco tienen leche y Hernán dijo que llevaría la leche y no apareció— dije entre lágrimas.

—Dios mío, son las 9:00 p.m. y ustedes sin comer, ¿qué le pasa a Hernán? Jordana, Savannah tomen dinero y vayan a comprar la leche de la bebé y biberones, yo voy a prepararte algo de cenar— dijo.

En cuestión de 15 minutos, mis hermana trajeron todo, preparé el biberón para la bebé, se lo di e inmediatamente se quedó dormida, yo apenas cené tenía miedo de las consecuencias que traería esto para mí, a eso de las 11:00 p.m. apareció Hernán dicendo que estaba en un lugar muy apartado, y que hasta ahorita había podido regresar.

—¿Y si yo no estuviera cerca su hija y su mujer se mueren de hambre?— dijo mamá muy molesta.

Hernán no dijo nada, me abrazó frente mamá, me pidió una disculpa, le aagradecióa mamá y nos dispusimos ir a casa, respiré de tranquilidad, no estaba molesto conmigo.

Le di las gracias a mamá y las chicas, me subí al auto, en el trayecto a casa no habló, supuse que estaba cansado, entramos, fui a dejar a la bebé a su cuna, saqué un recipiente con comida que había llevado de donde mamá, —le traje comida de donde mamá, ahora se la caliento— dije, él se me quedó viendo, y le dio un golpe al recipiente haciendo que toda la comida me cayera encima, me tomó del cabello y llevó hacía él, —¿tenía que ir a hacerse la víctima con su mamá? ¿Es que acaso no es lo suficientemente mujercita para solucionar las cosas sola?— me gritó.

Tomé valor, inhalé, —soy más mujer de lo que usted es hombre, pero sin dinero no puedo comprar la leche de su hija— dije.

Me dio una bofetada, me tiró al suelo, me pateó y me escupió, no lloré, me puse de pie, me metí a bañar, me metí a la cama, se acercó a mí, y empezó a tocarme, le quité las manos, me tomó bruscamente, se subió en mí, y me penetró de golpe, cerré los ojos y le supliqué a Dios que ya me sacara de ahí, escuchaba sus gemidos, afortunadamente no tardaba nada, y en 3 minutos ya había terminado, se acostó al lado mío, las lágrimas corrían por mis mejillas, yo estaba en silencio, —usted es mi mujer y debe estar dispuesta para mí, cuando yo quiera— dijo, me volteé hacia la cuna de mi bebé y me tomé de su mano.

Unas semanas después, justo antes de los días de navidad, empecé con dolor en una muela, el tenía que viajar porque había muerto uno de sus tíos, me dejó Q. 100.00 (aproximadamente trece dólares) y me dijo que fuera donde un dentista que era su amigo, así lo hice, mamá me cuidó a la bebé, fui, era un lugar que no parecía clicinica dental, entré, el señor me puso anestesia y me dijo que tenía que sacarla que no podía arreglarla porque era la muela cordal, solo sentía como palanqueaba y palanqueaba y de pronto dijo —ay, se quebró, voy a llamar a hija ella está estudiando odontología y por las fiestas está aquí— dijo, llegó la chica, me vio —no, aquí no se puede hacer nada, la pieza se quebró— dijo.

—Igual no te va doler porque te quité la raíz, podés irte a tu casa— dijo.

Y efectivamente no me dolía, pero olvidé que tenía la anestesia, cuando llegué a casa le conté a mamá lo que había pasado, ella dijo que ellos eran los médicos y que sabían lo que hacían, no había pasado ni una hora cuando empezó un dolor insoportable, no solo me dolía la muela, me dolía el rostro, la cabeza, la mejilla, me fui frente al espejo y en la mejilla por el lado de adentro tenía un hoyo, yo daba gritos del dolor, mamá me inyectó y me quedé dormida, al siguiente día ella me dio dinero para ir a otro odontólogo, le conté que había pasado, —¿cuándo le hicieron esto?— preguntó, —ayer— respondí, —disculpe por lo que le voy a decir, pero se cagaron en su boca, tiene una infección impresionante, es que ni tocarle quiero, hay que bajar esa infección, y después operarla, necesito radiografías para saber si no rompieron su mandíbula, será difícil que el dolor se quite con algo— dijo.

Era 24 de diciembre, pasé una de las peores navidades de mi vida, el 28 de diciembre me hicieron las radiografías, el médico programó mi cirugía dental para el 3 de enero, el fin de año lo recibí dando gritos del dolor.

Llegó el 3 de enero, viajamos 3 horas para llegar donde me harían la cirugía, llegué al lugar, la cirugía empezó, tardó casi 4 horas, pero logró sacarme todos residuos dentales y también suturó el interior de mi mejilla, la boca me quedó llena de hilos, ahorita cuando se te pase el efecto de la anestesia te dolerá muchísimo, porque fue una cirugía complicada, con vos usé más anestesia de la que había usado con cualquier paciente, así que por favor inmediatamente te vas a poner esta inyección para el dolor, o te vas a volver loca, será un dolor insoportable, mamá pagó setecientos dólares de la cirugía, porque Hernán no tenía y a mí no dejaban trabajar.

Salimos de la clínica, subimos al auto, Hernán y mamá pasaron a comer, pero tardaron mucho en llevarles la comida, y el efecto de la anestesia empezó a pasar, así que empecé a apurarlos, el dolor era cada vez más y más grande, y ellos seguían comiendo muy quitados de la pena, empecé a llorar y todos nos veían y fue ahí donde sé dieron prisa y salimos, para cuando llegamos al auto, el dolor era insoportable, yo daba gritos, —ya cállese— gritó Hernán, dándome un puñetazo en la boca, y mamá se me quedó viendo —bueno está, es que exageras, que gritadera no creo que te duela tanto y lo desesperas a uno— dijo.

¡Hernán me acababa de golpear frente a ella y en lugar de defenderme le dio la razón!

En ese momento no sé que me dolía más si la boca o el corazón.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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