IMAGÍNAME

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 120)

Era Iñigo, el simple hecho de escuchar su voz hacia que mis pies ya no se mantuvieran firmes y toda esa seguridad que sentía de no volver a verle nunca más desaparecía, ese tono de voz grave y a la vez fuerte, era como sentir que el mundo me daba vueltas sin previo aviso, no sabía como mantenerme lejos de él, si él me buscaba, era como estar saliendo de un vicio y de la nada ponían frente a mí esa droga, eso era Iñigo, una adicción, sufría el síndrome de abstinencia y cuando por fin estaba por salir del agujero, aparecía él, y ese otro más, se volvía en un día menos, porque entonces quería más de él, mucho más, quería verle, oírle, besarle, amarle, føllarle, el problema siempre fue, que en Iñigo yo encontré todo, amor, amistad, paz, tranquilidad, luz, pelea, guerra, veneno, amargura, infección y antídoto, era hacer el amor y cøger, entre sus brazos yo podía ser la niña de los vestidos antes de que la lastimaran, y también la más dócil de las pū-tās, con él nunca tuve miedo de disfrutar de mí, de él, de mi cuerpo, del suyo, podía gemir sin miedo, gritar su nombre, podía gozar sin temor a que me juzgaran, con él podía ser yo, y él podía dar rienda suelta a la más sucia de sus fantasías y al mismo tiempo tener tanta ternura como para que se despertara con el aroma a pastelillos de mandarina recién horneados, por mí.

Con Iñigo era lujuria y ternura en un solo encuentro.

Intentaba mantenerme lejos de él, no podía, no lograba hacer que mi razón coordinará con el corazón.

Me pidió que pasáramos navidad juntos, mi corazón latía a mil por hora, quería pasarla con él, así que no pude decir que no, acepté totalmente emocionada.

DICIEMBRE 24, 2019

Cociné desde un día antes, quería que todo estuviera perfecto, Maricela y Vale la pasarían conmigo, le presentaría Iñigo a Maricela, estaba muy feliz y también tenía tanto miedo, le conté a Ian, él estaba feliz por mí, pero no sé en el fondo algo me decía que nada saldría bien, quise ignorar el sentimiento.

Ian la pasaría con toda su familia, llegó la noche, no quería vestirme, Ian me convenció, me mandó fotos de lo guapo que se veía él, eso me animó a vestirme, me puse un vestido color ciruela, y mientras me maquillaba me trabé en algo y se rompió, comencé a llorar, Ian me convenció de que usara otro, le mandé fotografía, y dijo que me veía muy bien, nos enviábamos mensajes esporádicamente, llegó Maricela, llegó Vale, pero no Iñigo, sentía una opresión horrible en el pecho.

Tomé el celular, y le escribí a Ian.

«Ojalá estuvieras aquí» dije, mientras las lágrimas caía sobre la pantalla.

«Te quiero Liss, no estés triste, a ver hagamos algo, cierra los ojos e imagíname yo haré lo mismo, y siente como nos abrazamos» dijo.

Sin saberlo ese pequeño gesto hizo que mi corazón dejara de doler.

Llegó la media noche, los abrazos, estaban todos, menos Iñigo.

«Feliz navidad, Liss» dijo Ian.

«Feliz navidad guapo, es la primera navidad juntos» dije.

«La primera de muchas, estoy un poco ebrio» dijo, mandándome la fotografía de una botella tequila.

A eso de las 2:00 a.m. se fueron Maricela y Vale.

Ian se despidió de mí porque estaba cansado y quería ir a dormir.

Jeremy se fue a la cama y yo me quedé levantando todo.

Tocaron a la puerta.

Abrí.

Era iñigo.

No dije nada.

—Lo siento, tocamos en una cena, no había mucha señal y el auto no encendió, apenas logramos llegar, y corrí hacia acá, ¡feliz navidad, Liss!— dijo.

—¿Esto siempre será así, verdad?— Pregunté con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Así cómo?— preguntó.

—Siempre pasará algo que te haga dejarme esperando, siempre habrá algo antes que yo, y no me malinterpretes Iñigo, sé que hay prioridades, pero tampoco quiero ser lo último en lo que pienses— dije.

—Liss, te quiero y no quiero perderte— dijo.

—¿Sabés cuál es tu problema?—

—¿Cuál?—

—Iñigo, siempre dices una cosa, pero haces otra, y entonces tu palabra deja tener valor, y no hay nada peor que perder el valor de la palabra— dije.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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