NO PUDE ENCONTRARME

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 78)

IÑIGO

Llevo años en alta mar, llegando a puertos, he conocido tantas mujeres, las he tenido en mi cama, todas con cuerpos espectaculares, unas diosas, y en el fondo siempre me llega a la mente los ojitos inocentes de aquella chica triste que conocí en aquel pueblito, la forma en la que ella me amaba, la forma en la que se entregó a mí, no podía sacar de mi mente a Liss, habíamos pasado tanto juntos, era imposible no pensarla, cada vez que la embarcación estaba en peligro de hundirse, aparecía la luna y entonces yo sabía que era ella, por alguna extraña razón yo sabia que Liss estaba en la luna, y por eso amaba contemplar la luna noche a noche, nunca pude ver la luna con otra persona, porque sentía que le estaba fallando a Liss, más de lo que ya lo había hecho, quería llamarle, pero no me sentía con derecho, habían pasado casi cuatro años desde que la dejé en uno de sus peores momentos, supe que había dejado a su esposo, y eso me hacía feliz, pero eso quería decir que estaba libre para otros hombres, e imaginarla en otros brazos me daba coraje, me dolía, ella fue mía y la solté.

•••

—Fondo, fondo, fondo, fondo, fondo— gritaban todos mis compañeros de clase, estábamos en casa de Violet, yo había cocinado para todos, porque estábamos haciendo tareas, y al terminar las tareas nos sentamos a comer, y beber.

Ya no sabía decirle no al alcohol, en el colegio era la mejor alumna, y me llevaba bien con mis compañero y maestros, Violet, Celi, Valesk, Fernán y Leonel eran mis mejores amigos y compañeros, me la pasaba tan bien con ellos, Jeremy seguía yéndose con Hernán pero yo le daba el dinero o no comía, y Luis seguía viniendo todos los fines de semana, pero algo dentro de mí estaba cambiando de nuevo.

Era sábado y me estaba arreglando para recibir a Luis, Jeremy estaba con su papá y Kenneth estaba conmigo, bromeábamos mientras me cambiaba, a Kenneth jamás le hablé del marinero.

—¿Cuándo pensas cø-gər con Luis? Ya llevan unos meses, ¿no?— preguntó Kenneth.

—Si, llevamos casi tres, pero es que, no sé, aún no me siento lista— respondí.

—Mira mi vida, yo sé que no me has dicho mucho, pero yo sé que hay alguien más en tu vida, que te marcó tanto que no podés olvidarlo, pero yo creo que ya es suficiente, vos también mereces ser feliz, solo déjate llevar, sos muy hermosa, pū-tã— dijo abrazándome.

Kenneth se fue y yo me quedé pensando, en lo que me había dicho.

A eso de las 7:00 p.m. llegó Luis a verme, me tomó de la cintura y me llevó hacia a él, y me besó, sentí miedo, pero no lo detuve, él me llevó hacia mi habitación, dejó su maleta tirada en la entrada, llegamos a mi habitación, temblaba, pero no iba detenerlo, besó mi cuello, —Liss, te quiero— susurró a mi oído, quitó mi blusa, y luego mi pantalón, quedé en ropa interior, y él se quitó la ropa, yo no dije nada, no sabía que sentía, se acercó a mí, quitó mi sostén, y se perdió entre mis pechos, solté un leve suspiro pero no de placer, me dolía lo que estaba haciendo, me recostó en la cama, y sentí su erección contra mi pierna, quitó mi ropa interior y también la suya, quedamos totalmente desnudos, sus manos recorrían mi cuerpo, pero sus caricias me ardían, sus besos me sabían a veneno, entró en mí él gimió, y yo también, su movimiento lento, me abracé a él con las piernas y mis uñas se aferraron a su espalda, me levanté un poco para esconder mi rostro en su hombro y mientras el gemía y empujaba con fuerza, yo sentía que mi cuerpo estaba con él, pero mi mente regresaba a aquel 4 de noviembre, Luis empujó con fuerza, y yo mordí su hombro, mientras él llegaba al climax, una lágrima corría por mi mejilla, Luis cayó exhausto sobre mí, —sos maravillosa, jamás había sentido esto— dijo y me abrazó fuerte, hasta quedarse dormido.

Salí de la cama, desnuda, tomé mi cuaderno, mi pluma, y me senté en el piso del baño.

«Querido marinero:

En mi afán por olvidarte, me he fallado, mi cuerpo ya no es solo tuyo, y me duele tanto, porque no pude encontrarme en otra caricias, mis labios se sintieron perdidos, y no supe como dejar que me llevaran al cielo, porque el único cielo que conozco es el nuestro, ¿has llevado a las sirenas nuestro cielo? Por favor decime que sigue siendo solo nuestro, porque yo no se ensuciar nuestro pequeño universo.

Iñigo, aún te amo.

Liss.»

Me ahogué en llanto.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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