EL CORAZÓN SALTÓ

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 111)

Di un paso más dentro de Saturno, el violinista de la orquesta fijó su mirada en mí, y yo en él, pero me sentía poderosa, cambiada, pero el corazón no me dejaba en paz, por mis ojos entró la imagen que hizo que ni corazón latiera a mil por hora, mis piernas temblaban, Valentina llegó a mi encuentro, me tomó de la mano, Valentina también usaba antifaz.

—Liss, lo siento, no sabía que él estaba en esa orquesta, te lo juro— dijo Valentina.

—Vale tranquila, a partir de este momento soy Luna, han pasado 13 años Valentina, 13 años sin verlo y venir a aparecer justo el día que Saturno, reabre, ¿le has dicho a alguien el nombre de la dueña?— Pregunté.

—No Liss, dije que llegarías y entonces sabrían quién es la dueña— dijo.

—Pues perfecto, voy a sentarme en la mesa principal pero por nada del mundo voy a hablar, no quiero que él me reconozca, al menos no por ahora— dije.

Me senté y tomé mi teléfono, y respondí a Ian.

«Pensé que no ibas a responderme» dije.

«¿Por qué no te respondería?» preguntó él.

«Porque te envié solicitud de amistad hace rato y no la aceptaste» dije.

«Ah, es que casi no veo mis solicitudes de amistad, pero ahora te acepto» dijo.

La música seguía sonando, el violinista no me quitaba la mirada de encima, era él, Iñigo, después de 13 años era él, mi celular timbró otra vez, salvándome de seguir viendo a aquel hombre que durante años, había sido mi más amarga espera.

«¿Eres Centroaméricana o algo así?» Preguntó Ian.

«De Guatemala, ¿cómo lo supiste?»

«Porque he trabajado con ellos, y escribes parecido a como ellos hablan, ja, ja, ja, ja, ja,»

Ian me parecía tan interesante, seguimos conversando, mientras yo caminaba y saludaba a todos en el restaurante, mientras los veía degustar mis platillos, caminaba frente a los músicos, ¡joder ese aroma! Era el mismo de hace 13 años, se veía igual, su barba, su rostro, su cuerpo, su sonrisa, Iñigo físicamente siguió siendo el hombre del que yo me había enamorado.

Ian me salvaba de mis pensamientos con sus mensajes, me contó que era violinista, que era maestro, abogado, me contó de lo que le gustaba hacer, la charla en verdad era muy amena.

«Toco varios instrumentos, violín, piano, guitarra» dijo.

«Y yo toco botellas de vidrio, ja, ja, ja, ja,» respondí estúpidamente.

«Tienes que mostrarme eso, ja, ja, ja, ja» respondió Ian.

La charla con Ian me tenía entretenida, hasta que ian se despidió.

«Liss, ha sido un gusto, pero debo ir a dormir, mañana seguimos, ¿vale?»

«¿Tan temprano te vas a dormir?» Pregunté.

«Claro, para seguir así de guapo debo dormir mis 8 horas» respondió.

«Ja, ja, ja, ja, ja, ja, descansa, y el placer fue mío» dije.

Ian se fue a dormir, la música se detuvo, era hora del descanso de la orquesta, vi a Iñigo ponerse de pie y se dirigía a mí, corazón latía a mil por hora, pero para mi fortuna, unos cuantos comensales se acercaron a mí para felicitarme por tan hermoso lugar, y por la comida tan deliciosa.

Lo veía de reojo, quería abrazarlo, besarlo, decirle cuanto lo había extrañado, lo mucho que lo seguía amando, maldita sea, creía que mi amor por él estaba en lo más hondo del océano, pero no, estaba fluyendo dentro mí como si hubiese sido ayer que nos amamos.

Valentina se acercó a nosotros.

—Luna, creo que es momento de irnos, ¿no crees?— dijo.

Asentí.

Salimos de Saturno, la fiesta seguía adentro, el administrador del restaurante se haría cargo.

De repente lo escuché y el mundo se me detuvo.

—Espera, Lissbeth por favor, no te vayas— dijo, mi corazón se detuvo, pero no me detuve, iñigo me había reconocido a pesar de mis cambios físicos y del antifaz, quería llorar.

No voltee a verlo, —la está confundiendo ella es Luna, y no habla con nadie— le respondió Valentina.

—Tal y como Moon hace algunos años, ¿no? Estás cambiada pero el corazón me dice que sos vos, por favor déjame hablarte, debes escucharme— dijo.

Subí a la camioneta sin voltearlo a ver, Vale también subió, yo quité el antifaz mientras el auto daba marcha y veía a Iñigo quedarse ahí, parado.

Limpié una lágrima que corría por mi mejilla.

—No querés verlo, ¿verdad?— Preguntó Valentina.

—Si quiero, pero no será cuando él quiera, sino cuando y como yo quiera, escucha bien Valentina, esto haremos para verme con él— dije.

Le expliqué a Vale lo que quería hacer, Valentina me veía con tanto asombro, y a la vez emoción, amó mi plan y se ofreció a ayudarme a llevarlo a cabo.

Llegamos a casa, me quité el vestido, los zapatos, y así en ropa interior y maquillada, me metí a la regadera a llorar, cai sentada en el suelo de la regadera, grité, grité con todas mis fuerzas, salí de la regadera, me metí a la cama y me quedé dormida, mientras lloraba.

A la mañana siguiente me despertó el sonido de mi celular, era Ian dándome los buenos días.

No tenía idea de todo lo que vendría después.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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