LA AMENAZA

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 31)

No puedo expresar lo que sentí en el momento en el que me dieron el sobre, fue como si todo el miedo hubiese abandonado mi cuerpo, fue como si me llenaran de paz, de amor, de dulzura, fue como si me sacaran de lo profundo del océano y al fin podía respirar, sentí tanta felicidad, fue como si me dieran una luz en medio de tanta oscuridad, me le quedé viendo a la laboratorista -gracias- fue lo único que atiné a decir, me puse de pie y empecé a caminar hacía la salida, con el sobre en la mano, sentía que iba caminando sobre algodón, llegué al auto, me subí, me senté y cerré la puerta, Hernán me veía atentamente, tomé el sobre, se lo di, -aquí está su solitaria- dije, él tomó el sobre, lo abrió, me llevó hacia él.

-Es positivo, ¡mi amor es positivo! Le prometo que no les va faltar nada, ahora todo va cambiar, yo los voy a cuidar, los voy a proteger, la amo tanto- dijo, mientras me daba besos y me acariciaba el vientre, yo no dije nada, solo me recosté en el sillón del auto y mientras el auto empezaba su marcha yo veía por la ventana, llevé mi mano al vientre y en silencio le supliqué a Dios con todas mis fuerzas que por favor el bebé naciera bien, que me lo dejara, que me dejara verle crecer y que por favor terminara con el infierno en casa, que no lo hiciera por mí, que lo hiciera por esa vida que se estaba formando en mi vientre.

Hernán condujo hasta a casa de mamá, nos bajamos rápido, él entró a toda prisa, -señora Gardenia, será abuela- dijo muy emocionado, mamá se nos quedó viendo con cara de asombro.

-¿Están seguros?- preguntó.

-Pues aquí, dice que sí- dije.

-Mejor hagan cita con el doctor- dijo mamá.

-Ahora mismo la hago- dijo Hernán tomando el teléfono y marcando, yo no podía dejar de sonreír.

Cenamos en casa de mamá, luego fuimos a casa, por casualidad había casa llena, estaban mi suegra y todos mis cuñados, así que Hernán les dio la noticia, todos reaccionaron muy felices con ella, yo me despedí, estaba muy cansada, me fui a la habitación y me metí a la cama, empecé a acariciar mi estómago y a imaginarme como sería su carita, como serían sus manos, «¿será niño, o niña? ¿Qué nombre le pondré? Aaaaah, ya quiero conocerte» pensaba, cuando de repente sentí una mano sobre mi vientre, era Hernán, -ojalá sea niño- dijo, me le quedé viendo, -no me importa lo que sea, yo voy a amarlo de igual manera- respondí.

Hernán no dijo nada y solo me llevó hacia él y me abrazó, me sentía incómoda entre sus brazos, pero sabía que si decía algo no me iría bien, me quedé dormida así, al día siguiente Hernán me despertó súper temprano, ya había ido por el desayuno, y me despertó para que desayunáramos juntos, me asombré pero no voy a negar que sentí tan pero tan bonito, desayunamos sin pelear, incluso reímos, luego tomamos un baño y salimos hacia el médico.

Llegamos a la clínica, nos tocó esperar por un largo rato, recuerdo bien como iba vestida yo, era una faldita blanca con flores verdes y una blusita verde, entramos al consultorio, le dimos la prueba al médico, me pidió que me acostara en la camilla, y puso el ecógrafo en mi vientre, -efectivamente el útero está ocupado- dijo el médico.

-¿Qué significa eso?- preguntó Hernán.

-Que tu esposa si está embarazada, tiene aproximadamente 10 semanas- dijo el médico.

Yo sonreí mucho y Hernán también, -bueno, ahora tengo que explicarles que el embarazo de Lissbeth, es de alto riesgo, por todas las hemorragias que ella ha sufrido, así que llevaremos un control, quiero verla dos veces por mes, y debe estar tranquila y no hacer sobre esfuerzos, para evitar una pérdida- dijo el médico.

Salimos de la clínica, me llevó a comer, luego fuimos a casa.

-Debe tratar de cuidarse-

-Eso debería decirlo frente al espejo, el problema no soy yo- dije sin pensar.

-¿Qué dijo?- me preguntó a gritos, mientras me daba una bofetada.

Yo me le quedé viendo y empecé a llorar.

-¿Ve lo que me hace hacer? Si algo le pasa a mi hijo por su culpa, la mato, ¿me entendió? La mato- dijo mientras me abrazaba.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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