AHOGAR EN EL ALCOHOL

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 76)

Había salido a comprar cosas para Jeremy en el siguiente pueblo, era la hora de comer y entré a una cafetería, "Rancho típico" se llamaba, me senté sola a comer, sentía que alguien me observaba, veía a todos lados y no lograba ver a nadie, así que bajé la mirada y seguí comiendo, —Hola, soy Luis, disculpa que te moleste pero te he observado desde que entraste y te voy a ser totalmente sincero, te me haces muy guapa y me gustaría conocerte— dijo el chico sentándose a la mesa.

Era alto, un poco rubio, ojos verdes, sonreía mucho, yo tenía el rostro caliente, no sabía que decir o hacer, no entendía que había visto en mí, creí que era ciego, pero no, él en verdad me estaba viendo a mí, me sentía totalmente paralizada, no podía articular respuesta, estaba en shock totalmente en shock, a como pude, intenté a que las palabras salieran de mi boca, —no sé que decirle, así que supongo que tengo que decir, gracias— respondí.

—No me hables de usted, mejor decime, ¿cómo te llamas y cuántos años tenés?— dijo.

—Me llamo Lissbeth y tengo 25 años—respondí.

—Ah mira, sos 4 años mayor que yo— respondió.

Yo sonreí, solo sonreí, me sentía totalmente fuera de lugar.

—¿Me darías tu número de teléfono? Así podríamos hablar mejor— dijo.

Yo no respondía, es que en verdad no sabia que decir.

—Lissbeth, soy de la capital del país, y en unas horas me voy y vos tenés algo que llama la atención de cualquiera, y quiero conocerte, es más, debo conocerte, ¿me dejarías hacerlo por favor?— dijo.

El chico era muy guapo, pero yo no podía dejar de pensar en Iñigo y por extraño que parezca yo sentía que le estaba fallando a Iñigo, tenía una lucha interior, entre mis deseos por tontamente esperar a Iñigo o la razón que me decía que debía dejar atrás a Iñigo.

Ganó la razón, le di mi número de teléfono, —total, la capital del país está bastante lejos, son seis horas— pensé.

El chico salió de la cafetería.

Al llegar a Ipen, Valentina me esperaba, para invitarme a un concierto de talentos locales, sería en las afueras del pueblo, me cambié y cambié a Jeremy y nos fuimos con Valentina, el lugar estaba lleno, conforme avanzó la noche los cantantes y bailarines iban presentándose y para cerrar la noche se presentó la banda, el cantante llamó mi atención, era muy alto, ojos de color y con una sonrisa preciosa.

Le dije a Valentina, —yo lo conozco, si gustas te lo presento— dijo.

Yo sonreí y no dije nada.

Salimos del lugar, me dirigí a casa con Jeremy en brazos, íbamos platicando con Valentina, cuando soltó la bomba, —Liss, aún guardo esa carta que me diste a guardar hace algunos años, la de él— dijo.

Sentí un dolor en el pecho, habían pasado tres años desde que Iñigo se fue sin decirme nada, y yo no había podido olvidarle, ni dejar de escribirle, yo le seguía escribiendo a aquel pequeño marinero que me había dejado por irse a nadar con sirenas.

Llegué a casa puse a Jeremy en la cama, tomé mi cuaderno y mi lápiz.

«Querido marinero:

He conocido a un chico, se llama Luis, es guapo y me ha visto, se ha interesado en mí, pero no puedo dejar de pensar y sentir que te estoy fallando, me duele el pecho, se me nubla la vista, han pasado años y no se de vos, no se si estás bien o estas mal, y no puedo dejar de amarte, me gustaría que entre todo lo que me enseñaste me hubieses enseñado a dejar de amarte, porque seguí con mi vida soy libre, pero sigo con el amor por vos intacto, aún recuerdo el sonido de tu voz, tus te amo aún me causan emoción, me gustaría dejar de amarte y nunca más pensarte, pero entonces aparece la luna en el cielo, y todo se va a la basura, ¿sabías que la luna tiene tu rostro? A veces veo tu sonrisa de medio lado en ella, y las estrellas se parecen mucho a las que tenés en esos ojitos tuyos de párpados caídos, Iñigo por favor ya no te pasees por los corredores de mi mente, por favor ayúdame a olvidarte, porque ya no quiero ser tuya, no puedo ser de alguien más sí sigo siendo tuya en cuerpo y alma, y si no puedo sacarte de mi alma, al menos deja que mi cuerpo sea de alguien más, porque no me amaste, solo me utilizaste, todo el tiempo que pasamos juntos lo único que hiciste fue hacer que yo creara recuerdos hermosos a base de mentiras, ¡y eso es cruel! ¡fuiste demasiado cruel! Y a pesar de todo eso te amo y no te guardo rencor.

Con cariño, Liss.»

Me quedé dormida en el suelo, con mi cuaderno, desperté, me fui a trabajar, todo lo hacía como automático ya no sentía nada más que el dolor, Luis enviaba mensajes todos los días, y sentía bonito pero aún así el dolor no se iba.

Salí de trabajar y fuera de mi trabajo me esperaba Valentina, mi sorpresa fue verla al lado del chico de la banda que habíamos ido a escuchar.

—Liss, él es Kenneth un amigo, Kenneth ella es Liss, una amiga— dijo Vale.

—Hola Liss, mucho gusto, me platica Vale que nos escuchaste la otra noche— dijo Kenneth muy sonriente, saludándome con un beso en la mejilla, fue en ese instante que sentí que acababa de conocer a un gran amigo, de esos que no querés que se vayan nunca.

Platicamos mucho con Kenneth incluso después de que se fue Vale, se quedó hasta tarde sentado conmigo en la acera de mi casa.

Cuando él se fue, entré a casa, me dirigí a la cocina, abrí la alacena y saqué lo que hace mucho había guardado ahí para una ocasión especial y esta era una ocasión especial, quería morir.

Abrí la botella de ron blanco, de esos baratos, y la bebí sola hasta quedarme dormida en el piso de la cocina, fui a trabajar el siguiente día, aún con efectos del alcohol.

Se volvió mi pan de cada día, beber noche a noche, intentando olvidar que mamá no me quería, que a papá poco le importaba y que tenía una vida desecha.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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