NO TE VAYAS

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CARTAS AL MARINERO (Capítulo 88)

2001

Darwin, Savannah, Hernán, Jordana, Juliana y yo íbamos a ver el estreno de la primer película de Spiderman, en el tan famoso y ya despedido Cine Lux, apenas ajustamos dinero entre todos, y metimos comida de contrabando, Hernán, mi familia y yo habíamos ido a visitar a mi tía Mariana, y los primos nos habíamos ido al cine, sólo los adultos éramos Hernán, Juliana y yo.

En plena función, Savannah, —quiero ir al baño— dijo.

—Savannah quiere ir al baño—
—Savannah quiere ir al baño—
—Savannah quiere ir al baño—
—Savannah quiere ir al baño—
—Savannah quiere ir al baño—

Y así susurrándole uno al otro cual teléfono descompuesto, nadie acompañó a Savannah a ir al baño, para cuando salimos de función Savannah se había hecho pipí en la butaca del cine; todos reímos.

Subimos al bus que nos llevaría a casa de tía Marina y cuando íbamos por la mitad del camino, Darwin, —necesito ir al baño, comí mucho, necesito ir la baño— decía y se retorcía. En cuanto llegamos, bajó corriendo del autobús, no alcanzó a llegar al baño; todos reímos.

2007

MARZO

En la muerte de mi abuela, después del entierro, todos los primos nos dispusimos a jugar escondite, todo fue tan bonito, risas y risas, —1, 2, 3, por Darwin que está en el árbol de limón— dijo Jordana quien era la que buscaba, —aaaaaay, me caigo— se escuchó el grito y el golpe, era Darwin cayéndose del árbol todos reímos a carcajadas.

AGOSTO

Los quince años de Savannah, fue una cena sorpresa pequeña, porque mi abuela había muerto hace algunos meses, pero aun así vino la familia, llevé a Darwin a comer pizza, después de que comimos, empezó a meterse todos los sobres de ketchup a la bolsa, —Darwin, ¿qué haces?— Pregunté extrañada.

—¿Qué? Ya pagaste por ellos, me los voy a llevar— dijo, los dos reímos.

Cada vez que yo iba a Petén el siempre me hablaba y decía —vos gorda, dicen que vas a venir, que no se te olvide mi chocolate (Hershey cookies and creme) nuestros favoritos.—

2014

NOVIEMBRE 10

Sonó mi celular, era Darwin.

—Gorda, estaba hablando con Angelo y queremos una navidad de primos en tu casa, que decís?—

—Pero claro que sí, yo encantada—

—Pues entonces vamos a planearlo bien, te quiero.—

—Va, así quedamos, finalicé.

NOVIEMBRE 26, 7:00 a.m.

Suena mi celular, despierto y no alcancé a responder, vi que tenía más de 10 llamadas de tía Amarilis, y varias más de Juliana, así que le devolví la llamada a Juliana, ella me respondió serena.

—Prima, ¿cómo estás?— Preguntó.

No era normal que Juliana me hablara por teléfono tan temprano.

—Bien, ¿qué pasó?— dije.

—Mira pues, ¿estás sentada? ¿Tenés agua cerca?— dijo Juliana.

—Juli, por favor deja de darle vuelta porque es peor, decí lo que tengas que decir— dije.

—Prima, Darwin está muerto— dijo.

No puedo expresar lo que sentí, el frío se apoderó de mí, el tiempo se detuvo, mi corazón se detuvo, el cielo se oscureció, todo se paralizó.

Empecé a llorar, y Juliana también.

—No es cierto, me estás mintiendo, no me hagas esto— dije entre lágrimas.

—Lo asesinaron, prima, avísale a mi tía Gardenia— dijo, colgamos la llamada.

Di un grito desgarrador, tan desgarrador que desperté a Jeremy, ella corrió a mí, yo iba hacia su cuarto, nos chocamos en la puerta y yo me dejé caer, no se cuánto tiempo lloré, me armé de valor, llamé primero a tía Amarilis para preguntar por tía Soriana, mamá de Darwin, solo podía escuchar llantos, mi tía me confirmó que lo habían asesinado de un disparo en la cabeza, pensaba en Mishel, hermana menos de Darwin, el dolor era insoportable.

Tomé el celular y le marqué a mamá, no sabia cómo decirle, en cuanto le dije mamá dio un grito de dolor, le dije que quería ir a Petén, ella dijo que buscara chófer, y me fuera en su auto, Savannah esperaba su segundo bebé no sabíamos cómo decirle, pero se enteró por Facebook, Jordana me escribió para decirme que me había enviado dinero, que comprara muchísimas rosas blancas, Jordana no habló por Días enteros.

Para el medio día, yo estaba lista, subí maletas al auto, y pedí al chófer que se estacionara frente a una tienda, no podía irme a Petén a ver a Darwin y no llevarle su chocolate, le compré su chocolate favorito.

Llegué a Petén a eso de las 7:00 p.m. lloré durante todo el camino, por mi mente pasaban películas de todo lo vivido con Darwin, él tenía solo 20 años, ¡joder! No era justo, no lo era.

Llegué al velorio, mi tío Esteban (papá de Darwin) estaba en la puerta, no hablaba, no lloraba, estaba en shock, —ahí está en la sala, entrá— dijo.

Entré a la sala, estaba Angelo, se puso de pie y me abrazó, corrí hacia el ataúd y me tiré encima de él, —Darwin no, mira te traje tu chocolate, abrí tus ojitos por favor, te lo suplico— grlté.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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