Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
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Venía de acabar el trabajo encomendado por el señor de las verduras.
Movía despreocupadamente las monedas en mi mano, pensando en que podría comprar para nosotros tres con ese dinero.
228 monedas por unos Picuchillos. Me dije a mi mismo, viendo las posibilidades de trabajos que se cernían sobre mi.
"Estuvo bien esa sangre de Picuchillo. Pero qué hay del chaval ese? El que llevabas en brazos hace nada. Lo mataste tú?" Preguntó el Darkin.
Pese al esfuerzo físico, aún me sentía con fuerzas para conversar con el psicópata envuelto en una lona.
"No lo maté yo. Pero sí que te interesa saber a quién sí voy a matar. Tu y yo vamos a encontrar a quien le hizo eso, y lo aniquilarémos. Yo por venganza, tu por gusto."
La idea pareció convencer al Darkin, el cual no siguió la conversación y se limitó a reír de manera sombría.
Sin embargo, como ya era costumbre, alguien me sacó de mis pensamientos.
"Eh tú! Kayn!" Me llamó un desconocido de la calle al verme pasar.
Giré mi rostro y miré con sorpresa a la vieja que me había llamado por mi nombre.
Su mirada tenía miedo y tristeza. Como un médico con malas noticias a un enfermo.
Me acerqué lentamente a la señora.
"...es sobre tu compañera..."
* * *
No me detuve un segundo hasta encontrar la edificación con cartel verde y morado.
El hospital.
Abrí las grandes puertas de un fuerte empujón. Dentro, las habitaciones emitían olores varios a plantas medicinales y la luz entraba suavemente através de cortinas blancas. El espacio era enorme, y estaba dividido en distintas habitaciones.
Corrí velozmente por los corredores, girando la cabeza y buscando la maga que tantos problemas me daba.
"Kayn...!" Me llamó la voz de una niña pequeña desde una habitación que acababa de pasar.
Retrocedí en mis pasos y miré dentro de la sala. Allí estaba Zoe con el brazo en un balde de agua que emitía un poco de vapor, Tabira me miraba fijamente con ojos rojizos y llorosos.
Di unos pasos y entré con decisión a la habitación. Tabira corrió a mi encuentro y abrazó mi pierna.
"Kayn..." Dijo con su cabeza enterrada en mi pantalón.
Posé mi mano en su pelo y la acaricié un poco antes de sentarme. Observé a la dormida maga unos segundos.
"... tonta." Le dije, viendo sus heridas por quemaduras de frío y su leve mueca de dolor que se desprendía de su durmiente rostro.
