Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
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Me alejé del pueblo a paso lento. Disfruté del aire fresco y el cantar de los pájaros con alegría.
Llevo tantos días preparando cosas militares y ayudando a gente en el pueblo, me hacía falta algo así! Me animé a mi misma mientras dejaba caer algunos pétalos de la flor que se encontraba en mi mano.
El agua cristalina subía alegre en la costa, casi saludando a quienes la observaban con atención.
Toda esta naturaleza, no podía evitar sonreír, pese al dolor que me provocaban las pequeñas mordidas en mis hombros y cuello. "Como te pasas, Kayn..." Susurré con una pequeña risa, pasando la mano por las pequeñas marcas.
Levanté la vista un segundo y vi a lo lejos a Tabira y el propio Kayn entrenando.
Estaban bastante lejos, pero la llanura me permitia ver el combate a la perfección.
Habían cambiado un montón. Ahora que Tabira tenía la altura y constitución de una joven adolescente, el adulto trenzado casi no se contenía.
Aún peleaban con espadas, pero no pude evitar ver el enorme tamaño del arma de Tabira, más alta que ella misma. Aún eran de madera, pero su gran mandoble ya debía de pesar más que cualquier espada de acero convencional.
Y con todo y eso, ganó. Una y otra vez daba igual cuántas veces pedía revancha aquel cicatrizado hombre que amaba, perdía siempre.
Que mal perder tiene... Espero no sirva de mal ejemplo. Sonreí mientras continuaba mi caminata.
* * *
Un buen tramo después, llegué a un lugar alejado perfecto para traerle de vuelta.
Necesitaba alejarme, ya que crear un portal tan específico por el que ni yo misma pasaría, y mantenerlo abierto, me pedía gran cantidad de concentración y maná.
"Listo o no, aquí voy yo!"
Una vez abierto el portal, mantuve mis manos en alto y aguanté. El calor de la magia quemaba mis manos. Era fácil hacerlos de otros planetas que de otras ciudades.
Al final, siempre era cuestión de precisión.
Por suerte, Ekko no me hizo esperar, y pasó por el portal poco después de abrirlo. Estaba totalmente débil, y vendado. Tanto que cuando llegó casi caía al suelo, de no ser por mi.
"Q-que te pasó?! Estás bien?!" Pregunté asustada.
Ekko aún encontró ganas de sonreír levemente. "Es algo largo de explicar... Pero me alegra verte."
