Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
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Frente a mí tenía a Sylas. El asesino de Camila. El monstruo que tantos problemas nos había dado en Freljord. El revolucionario que se aprovechó de los años que pasamos en Targon para amenazar al mundo, desde las filas de Swain...
Cuando aquel hombre me sonrió, alzando su guardia y haciendo tintinear sus cadenas, mi sangre rompió a hervir.
"Si piensas que soy como Zoe... Te tengo malas noticias. " Le dije devolviéndole la sonrisa.
No esperé un instante. Salté sobre él y blandí mi espada.
Una, dos y hasta tres veces contra su cuerpo tratándolo de cortar en dos pedazos con el mandoble de acero puro, más pesado que yo misma.
La mirada de Sylas se afilaba mientras el miedo invadía sus venas.
"... Me temo que yo me parezco más a mi padre." Rematé de decir, pateando su rodilla con una fuerza sobrehumana.
El hombre gruñó de dolor, alzando sus cadenas hasta golpearme con fuerza.
"Monstruo! Me dislocaste la rodilla...!" Gruñó, mientras sus manos tomaban un extraño color rojizo y su pierna regresaba a su sitio.
"Que pena, pensé que lo había roto del todo." Le respondí.
No le dirigí una sola mirada a otro que no fuera Sylas, sin embargo, mis sentidos amplificados escucharon y sintieron el miedo de los demás mientras aguantaban la respiración.
Con lo que no contaba... Fueron los aullidos de después. Como si de tortura se tratase, todos gruñeron aterrados. Unos instantes más tarde, plumas de ave atravesaron el cuerpo de los guerreros Zaunitas y Piltoverianos.
"Ahora conoceréis el verdadero terror." Dijo Sylas, expulsando relámpagos de sus cadenas y haciéndolos impactar contra mí.
Mi sangre rugió de dolor y mi cabeza se mareó al instante, mientras los relámpagos quemaban mi cuerpo.
"Ah... No eres valiente ahora?" Rió Sylas. Se acercó a mí, dándome por muerta. Tampoco había mucho que quedara de mí. Era una persona que copiaba magia, acaso había forma de enfrentarse a un monstruo semejante?
Preferí quedarme en el suelo. Se estaba tan bien tumbada... Rendida... No podía pensar. No podía moverme...
...Tabira...
Sus ojos se abrieron de par en par, agarrando por la muñeca a Sylas. En su mano, plumas rojizas de Swain brillaban con un calor devastador.
Piensa, qué has hecho en tu hogar? Que hiciste cuando encontraste un hogar en tu familia...? Descúbrelo, Aspecto del Alba.
Aparté la mano de Sylas mientras mi mandoble volvía a dar vueltas a mi alrededor. Por fin, el enorme pedazo de metal atajó por el hombro derecha de Sylas casi limpiamente. Aunque luego se curó, el dolor pronto le terminaría por desmayar.
