Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
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"Tabira, voy a caminar un poco más rápido, agárrate fuerte." Dije con confianza fingida, intentando que no se asustáse.
Para mi suerte, ella ya estaba durmiendo plácidamente en mi espalda, agarrando mis hombros y cuello con sus pequeñas manos.
Me mantuve en silencio y empecé a correr para casa, quería volver al pueblo cuanto antes...
Aún sabiendo que no me va a gustar lo que voy a encontrar ahí. Seguía con esperanzas de que no hubiese pasado algo muy grave. Pero el sonido de crepitar del fuego y los galopes de caballo me hicieron pensar y entender la situación.
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Se me formó un nudo en el estómago. Tabira seguía descansando, como si no pasase nada.
De pronto escuché voces.
"Rastrear la zona en busca de Kayn será vuestro trabajo, quemad las casas que no tengan valor para Noxus, así ese asesino no tendrá casas donde esconderse o refugiarse." Dijo un señor con armadura brillante y ropajes rojos
Su cabello era blanco y parecía que los cuervos le seguían, allá donde el pusiese su mirada, se posaba un cuervo negro como la noche.
El fuego seguía consumiendo las casas y las personas, vivas. Solo se escuchaba destrucción y gritos. Mi impulso fué huir, sin mirar atrás ni una vez, aún no me habían visto así que tenía tiempo de correr.
Mi prioridad es ir con los abuelos Líming y mantener a salvo a Tabira!
Dije yendo a la casa donde me habían cuidado en mí llegada...
* * *
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Silencio... Mi corazón empezó a acelerarse. Me tenía vacía. Inútil. Estúpida.
Pude salvarles... Donde estaba?
... donde...
"DONDE ESTABA CUANDO ME NECESITABAN?!" Grité a las llamas desahogando toda mi furia.
Lo admito, lloré. Pero lloré como jamás había llorado en todos mis años de vida.
Había venido a ayudar. Vine a ayudarles... Le dije a Tabira que no estaría sola...
...AGGGGHHHH!
Sin poder detenerme, empecé a rasgar mis brazos con mis uñas, sentía dolor, cansancio, y sueño. Todo recayendo sobre mi espalda.
Era más de lo que podía aguantar. No me veía capaz de hacer nada.
Tabira abrió los ojos lentamente, siendo despertada en una noche que no debía experimentar.
Usé mi magia para dormirla, haciéndola caer de mi espalda.
"Lo siento tanto...!" Dije a Tabira antes de dormirla profundamente, con lágrimas recorriendo mi rostro hasta el suelo.
La tomé del suelo y regresé la vista a la casa de los Líming. Aún con todas las lágrimas en mis ojos, cegándome... Aún podía sentir los cuerpos de los abuelos de Tabira quemarse dentro de la casa. Nadie merece una muerte así de dolorosa, mucho menos personas con ese corazón y amor...
Ninguno de ellos merecía perderlo todo... PORQUE DEBIERON DE SER ELLOS...!
No querían pelea... Querían vivir. Y ahora Tabira está sola...
Me giré en dirección al pueblo, quería salvar a toda la gente que pudiese, aquellos que lograron sobrevivir. Empecé a flotar-... No. Empecé a volar, a mi máxima velocidad.
Aún había soldados Noxianos cerca de las casas, buscando con desesperación algo que no encontraban.
No había compasión para ellos. Solo rayos mágicos volando y explotando, deteniendo el ataque al pueblo Ioniano. No los mataba, pero les dejaba heridos para que se detuviésen. No iba a matarlos, estaba en Runaterra para ayudar...
Pero dentro de mi, la furia que me consumía me gritaba por sangre, por venganza hacia los que mataron a quienes me cuidaron y cuidaron de Tabira, solos.
Los Noxianos habían destruido la vida de una niña se 6 años. Así que ellos no merecían vivir, no?
Quise limpiar mi mente de esos pensamientos. CALMATE ZOE! No debes de pensar así, o no serás mejor que ellos.
Me centré en buscar supervivientes, y aunque aún había gente con vida, la mayoría estaban malheridos o atrapados. A los que si conseguía salvar los mandaba con un portal hacia el árbol donde había visto a Kayn. No se me ocurrió ningún sitio más...
Al final, terminé llegando al centro del pueblo. El mercado donde había conocido a Ezreal hace unos días, ahora solo era una montaña de cenizas y fuego.
Había Noxianos por todas partes, ya que el centro llevaba directamente a la entrada.
Una entrada cubierta de fuego.
Sin embargo abrí los ojos de par en par al ver a Kayn atravesár paredes y cortando a soldados con agilidad.
El también estaba furioso.
"Él es nuestro objetivo!" Gritó el señor del pelo blanco al ver a Kayn.
Había gastado toda mi energía, tanto física como mágica. No podía pensar con claridad y decidí huir del pueblo con Tabira a mis espaldas. Necesitaba ponerla a salvo antes de volver a moverme a otro lugar, y necesitaba retomar el aliento.
Kayn siguió peleando contra Noxianos con una sonrisa de nerviosismo y adrenalina en su rostro. Rhaast reía al apuñalar a los soldados que atacaban sin compasión. En ese momento ya no sabía si Kayn estaba ayudando a Ionia, porque parecía estar diviertiéndose.
No pude flotar más y caí al suelo, siempre dejando a Tabira sobre mi para no deshacer el hechizo. Con dificultades retomé mi rumbo y me adentré al bosque, dejando atrás las llamas, el pueblo en el que me refugié, a Kayn, y a los cuerpos de los Ionanios que me sonreían despreocupadamente hace unos días.
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