Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
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Habíamos ganado... O eso creíamos.
Pero algo había sucedido... Lo notabamos. Era algo que se hacia notar en el aire igual que sabes que llueve porque estás mojado.
"E-estais todos bien?" Preguntó Zoe con algo de dificultades.
Era... Difícil de respirar. Hasta opresivo.
"Nosotros estamos bien. Pero que es esta oscuridad? Que ocurrió?" Preguntó Kayn, refiriéndose en plural a su guadaña.
Regresé a mirar a la nieve. Había oscuridad... Algo nos rodeaba trayendo penurias...
"Kayn... No te cuesta hablar?" Pregunté lentamente tratando de mantener aire en mis pulmones.
Hablar rápido sería difícil con falta de oxígeno de todas formas...
"Yo estoy bien. Que os pasa? Qué ocurre? Acaso os hizo esto Sylas?" Preguntó extrañado el medio Darkin sin problemas para mantener una conversación.
Me giré a mis alrededores. No era capaz de ver nada a mi alrededor...
Había una extraña capa de bruma oscura y nieve blanca que nos rodeaba completamente, y empezaba a sentir la aprensión en mi pecho de la ceguera. No sabía a donde se había marchado Sylas, si acaso se había ido. No sabía quién provocaba esto. Donde estaban mis amigos...
Solo escuchaba sus voces y los cantares de unos cuervos.
"...vaya vaya... Conque este es el Zafiro de Freljord?" Dijo una voz más allá de la oscuridad.
Una voz... Nueva.
Sosegada y controladora, con un tono curioso cual estudiante. "Hmmm... El huevo de Anivia. Es interesantemente útil...! Llamen al comandante Darius, tengo importantes asuntos que discutir con el..." Dijo el desconocido con voz apagada.
"E-eres tú quien está haciendo esto?" Preguntó Kayn, el cual pese a poder resistir la presión en el aire, tampoco podía ver nada.
Me guié por su voz y me interpuse entre el y el extraño.
No dejaré que le hagan daño! Debo de protegerle...!
"Oh! Mis más sinceras disculpas." Dijo aquel que provocaba la ceguera y el peso en el aire, mientras retiraba su magia.
Era un hombre mayor, de cabellos blancos. Vestía una armadura negra decorada con telas y tejidos rojizos, y poseía una mirada aterradora.
Pero con ese aspecto imponente venía una voz culta y taimada.
"Señor Swain...!" Llamó uno de los soldados que acompañaban al extraño. "Es ella... Ella debe de ser la persona que porta consigo la llave!" Remató mientras apuntaba con su largo dedo índice a Zoe.
