Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
Ya debe de estar al caer el nuevo baile... Me dije a mi mismo, recordando que hacía ya dos estaciones que no se celebraba ninguno.
Había un poco de niebla mojando mi ropa levemente, se sentía agradable.
"Debería de invitar al baile a Tabira." Pensé con una sonrisa.
...
No, así no... Así no la convencería.
Probé una pose distinta. Quizás un tono de voz algo más grave?
Era importante poder invitar adecuadamente a una dama a bailar. Más en esta específica situación...
"Más me vale no fallar! Por mi propio bien." Me dije mientras limpiaba mis zapatos y arreglaba mi pelo rubio.
Habíamos estado encontrándonos por várias semanas.
Tabira ya me consideraba su amigo, y solíamos beber vinos y licores en el Centro de las 4 Torres. Convencerla sería coser y cantar.
Además, ya está enamorada de mí. Eso es medio camino andado...!
Volví a reír en silencio, caminando por las calles.
Nunca me había molestado andar solo de noche. No era fuerte. Tampoco ágil. Tampoco me llegaba a considerar bien entrenado en la pelea...
Pero era listo.
Y esa cabeza mía me había otorgado una clase alta y un renombre en la ciudad como futuro estratega militar.
"Aunque mi talento no hace más que ser desperdiciado en misiones estúpidas y temas aburridos..." Escupí con desgana, sintiendo mi orgullo hundido. "Por el bien de la nación, supongo..."
Al menos, gracias a esto podía caminar por la calle sin problemas. Al menos por esto podía mandar a quien quisiera, siempre que me presentara a nombre completo.
Yo mando estas calles cuando estoy trabajando!
"Al fin y al cabo, quién no sería cautivado por mis encantos." Susurré en voz alta mientras estiraba mi postura y evitaba un charco del suelo.
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Finalmente, llegué a la calle acordada que teníamos para encontrarnos a media noche.
Destapé el corcho de una de las botellas y eché con cuidado el polvo rojizo que llevaba en mi pequeño frasco de cristal.
Solo en una botella, de las demás bebería yo. Brebajes todos destilados y libres de alcohol o otras sustancias, prácticamente agua con sabores.
Como odio el alcohol... Uno debe de tener la mente lista para cualquier cosa!
La gente me veía en la calle usando mis frascos, pero nunca nadie me detenía. Caminaban más rápido. Evitaban mirarme.
"Os tengo dicho que no me interrumpen cuando trabajo." Dije orgulloso de quiénes evitaban preguntar por mi maletín, después de ver la cinta del ejército de mi traje.
Todo listo.
Un día más.
A lo lejos, vi una joven de cabello amarillo y azul sentada en un banco, hacía semanas que evitaba traer su arma, solo recuerdo su enorme tamaño.
Otro signo de confianza... Ya casi está lista!
Me acerqué a ella por detrás y la abracé fuertemente, asustando a la joven como siempre hacía.
"Tabira! Tengo una invitación que hacerte..."
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