Dos jóvenes totalmente distintos. Shieda Kayn el portador de un Darkin llamado y Rhaast y Zoe el aspecto del crepúsculo se encontrarán en Ionia, un país de Runaterra.
Donde la joven maga deberá pagar por la negligencia de su actitud, ya que se negó...
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Me había alejado un poco de mis compañeros. Zoe y Kayn fueron a buscar el paradero de Knuckle el Noxiano.
Akali y Ekko no tardaron mucho en buscar un lugar donde pasar el tiempo, el aburrimiento se apoderaba de ellos por el vacío de la ciudad y la falta de jóvenes en ella.
Y Amilton... Se encontraba a mi lado.
Cerca.
...? Y-... Y esto? Me dije en mi cabeza mientras notaba que mis ojos se humedecían velozmente, justo apunto de empezar a llorar.
Quise ser fuerte, más fuerte que nadie en la banda y poder unirles a todos en los momentos más duros... Pero esas palabras que allí escritas estaban, en la libretita antigua de cuero que mi abuela me había entregado...
"H-heiger?! Estás bien?" Preguntó el Zaunita con preocupación mientras corría a mi encuentro, ignorando completamente el puzzle de metal que había comprado a un herrero.
Le sonreí levemente y traté de secar mis ojos.
Mala idea.
Eso solo me hizo empezar a llorar.
"Heh... Aún no sacaste la bolita del cilindro, AmAm. No te preocupes por mí... Solo estaba leyendo...!" Traté de disculparme mientras guardaba de nuevo la libreta que una vez perteneció a mi madre.
El chico me miró impasible con sus preciosos ojos color dorado, y me dio un suave pero enfadado golpe en la cabeza, a modo de reprimenda.
No tuvo que decir nada. Luego de su castigo me abrazó y me dio cobijo del frío.
Amilton seguía con su cara de enfado... Pero sus gestos, y sus labios más pronto que tarde mostraron preocupación, pena, tristeza...
"Hey." Me llamó el mientras me miraba desde arriba.
Yo aparté un momento mis ojos rojizos de su pecho y lo observé. "Dime."
Amilton suspiró un poco y miró al lado, con algo de vergüenza.
"Quieres ir a tomar algo a la ciudad...? Invito yo." Dijo AmAm con una voz suave y reconfortante.
Estar con él se sentía como sentarse frente a una chimenea en un día de invierno...
Asentí con algo de vergüenza y fuimos caminando juntos, guiándonos por el humo que salía de las casas que se dedicaban a cocinar.
Nos encontrábamos en un monte, sobre el nivel del mar. Desde allí arriba se veía todo Arbión, como su fuéramos aves volando por encima de las copas de los árboles... Era un viaje largo, y el viento del norte agitaba el bosque con fuerza.
Sin embargo no tenía frío.
Porque en todo momento Amilton no soltó mi brazo, el cual estaba rodeado por su gran chaqueta polar.
