Hyõdõ Issei estaba apoyado en la barandilla del puente que cruzaba la principal carretera de Kuoh. Él estaba divagando en su mundo preguntándose por qué no tenía novia. Issei se consideraba normal, no era feo ni era un príncipe en al academia; sus notas también eran normales, ni era un borrego ni era un genio, simplemente eran normales. Su vida social también era común y corriente: tenía amigos, entre ellos su amiga de la infancia cuando Shidõ se fue: Kiryū Aika, sus amigos del colegio, Genshirõ Saji, Matsuda y Motohama y también a unas amigas del club de Kendo: Murayama y Katase.
Iba pensando en su vida y en los motivos del porqué no tenía novia cuando una voz le llamó: era una voz dulce y cariñosa, le llamaba por su nombre y apellido desde la distancia.–¿Eres Hyōdō Issei-san? –preguntó la voz al joven castaño el cual estaba mirando el paisaje de su ciudad natal. Él se giró y la vió: era una joven pelinegra, ojos de color amatista, vestida con un uniforme escolar de otra escuela, posiblemente ni siquiera fuese de otra escuela de Kuoh. La chica tenía un maletín en sus manos y estaba cabizbaja con una mirada triste.
Issei la observó detalladamente y contempló la belleza que tenía frente a él, a su parecer parecía un ángel caído del cielo de lo hermosa que era.–Sí. Ese soy yo. ¿Por qué lo preguntas? –respondió Issei sinceramente y le preguntó a la joven chica pelinegra de ojos amatista.
–Es que te he estado observando en la distancia mientras ibas de la academia a tu casa y, sin remedio, mi corazón empezó latir fuertemente ante tu presencia y te quería preguntar si...si...¿¡Quisieras salir conmigo en una cita!? –exclamó la chica mientras se llevaba sus manos a su pecho mientras temblaba ante la posible respuesta que le diese el castaño frente a ella.
–Veras, ni siquiera sé tu nombre. Además, todo esto es muy de repente, muy inesperado. Me gustaría antes saber tu nombre. ¿Puedo? –le preguntó Issei a la joven pelinegra la cual le respondió que su nombre era Amano Yūma y que era de Kuoh pero se había ido a Kyoto a estudiar el Bachillerato y había regresado hacía un mes y medio de Kyoto.
–¿Ves? Ahora no somos tan desconocidos Issei-kun. Entonces, ¿cuándo vamos a ir a la cita? –preguntó Amano Yūma al joven castaño.
El castaño la miró y pensó en una fecha, próxima a ser posible.–¿Qué te parece el sábado a las 17:30? –consultó el Hyōdō a su nueva "novia" aunque, por dentro, estaba muy confuso: ¿por qué una chica que aparentemente no conocía de nada le estaba pidiendo una cita? Y lo más importante: ¿por qué a él precisamente?
–¡Vale, perfecto! ¡Nos vemos el sábado a las 17:30 Issei-kun! –chilló Yūma alegremente, le besó en la mejilla, cerca de sus labios, y se fue corriendo en dirección contraria a donde se dirigía Issei Hyōdō.
Cuando se fue Yūma, esta se dirigió a la vieja iglesia de Kuoh, fundada en el siglo XVI por comerciantes portugueses para evangelizar a la población. Lo que nadie sabía es que, con la construcción de la iglesia, llegaron a Japón seres sobrenaturales extranjeros que no eran nativos de tierras niponas: ángeles, ángeles caídos y demonios.
Cuando llegaron estos tuvieron distintas reacciones a los locales, Yõkais y Dioses Sintoistas: los ángeles establecieron rutas comerciales e intercambio cultural, los caídos lo mismo, pero con comercio de esclavos y los demonios básicamente asentaron a dos herederas de dos clanes demoníacos distintos: el clan Sitri y el clan Gremory. Efectivamente, Sona Sitri y Rías Gremory llegaron hacia 1600 a Kuoh y ha estado viviendo 400 años en la ciudad.Al fin, cuando llegó Yūma, ella se encontró con sus compañeros de equipo: un hombre que estaba en sus treinta: vestía un sombrero, una gabardina gris, unas pantalones de pana, también grises y unos mocasines negros junto a unos guantes del mismo color. La otra era una mujer, también en sus treinta, con el color de pelo azul oscuro, ojos amarillos; vestía una gabardina escotada de color burdeo, una mini falda de ese mismo color y unos tacones rojo intenso. Por último, la otra chica era mucho más pequeño que el resto de sus compañeros: estaría entrando en la pubertad, vestía un traje de sirvienta de época victoriana y unos tacones negros; era rubia y tenía los ojos de color azul cielo.
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El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)
Fiksi PenggemarEl Dragón Emperador Rojo, quién fue temido temido en todo el mundo sobrenatural, se ha levantado una vez más, y en esta ocasión, para sorpresa de todos, llamará a la unión, a la concordia y a la paz. Su búsqueda por la tan ansiada paz lo llevará po...