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Hathor era la Diosa egipcia de la música, la danza, la alegría, el amor, la sexualidad y el cuidado materno, eso si estaba de buen humor, que no siempre estaba así. Por el otro lado, si estaba enfada o irascible, como ahora, era una mujer de armas tomar, pues se convertía en la versión femenina de Ra y obtenía su poder, haciéndola muy poderosa.
Y por desgracia, Sayf y Azazel van a sufrir su ira justo ahora.

-¿Que te dije, esposo mío, sobre hablar en ese idioma de bárbaros? -preguntó con una linda y terrorífica sonrisa Hathor.

Aterrado, Sayf se encogió como una bolita en el suelo, susurrando algo que involucrada al Ammyt y una batalla sin magia. Los hombres que le acompañaban, incluido Issei, temblaban ante el carácter, indomable y terrible de Hathor.
Azazel quedó traumado al ver como un hombre como Sayf, que aparentaba ser tan valiente y fuerte, se hacía bolita y era sometido tan fácilmente.

-¿Qué clase de mujer es Hathor? -pensó Azazel aterrado. Ni siquiera las ángeles caídas más despechadas de Grigory se portaban así.

-No sé si lo sabes, viejo cuervo, pero no estabas pensando, estabas hablando en voz alta... -dijo de forma aterradora Hathor levantándole la mirada con su dedo índice al Gobernador General.

-Mierda... -tragó saliva Azazel ante la imponente mirada con la que le veía Hathor.

Por obra de un milagro, Hathor no le hizo nada a Azazel, solo lo dejó ahí, de rodillas sobre el cálido suelo de la casa. Azazel respiró pesadamente por la tensión que había en el ambiente. El Gobernador General miró con cierta pena a Sayf, el cual ya se había sentado en el suelo. Azazel le preguntó.

-¡Por el amor de Padre! ¿Cómo consigues vivir día a día con Hathor? -cuestionó Azazel con preocupación por la salud mental del Neo-Dragon-Slayer.

-Ahí está el secreto... No convivo con ella. Me paso la mayor parte del tiempo en El Cairo, y luego, en la noche, me enfrento junto con Ra, mi suegro, contra Apophis. -desveló Sayf Al-tiniyn al Cadre con mechas rubias.

Mientras que Azazel y Sayf conversaban, Hathor dejó pasar al resto de invitados, como si fuera una persona totalmente diferente. Ahora actuaba con amabilidad y cariño, invitándoles a pasar y a sentarse en los almohadones, incluso les invitó a comer para que estuvieran más cómodos.

-Sentaos, comed y bebed, estáis en casa de la diosa de la música, la danza, la alegría, el amor, entre otras cosas buenas. -invitó Hathor a los invitados de la facción abrahámica. -Charlemos en paz mientras ordeno que traigan la comida. -dijo la Diosa con una voz más calmada que antes, detalle que llamó la atención de Issei.

-Disculpe la interrupción, Hathor-sama. ¿Pero qué vamos a comer? -preguntó el castaño rascándose la barriga en señal de tener hambre. -Desde que salimos del Cairo no he comido nada... -dijo quejumbroso el Sekiryūtei Sekiryūtei japonés.

-Espera un momento... ¿Has dicho mi nombre con "sama"? Eso es que no eres abrahámico... Pero aún así noto por tu aura que eres un caído... Extraño, sin duda extraño... -habló intrigada la Diosa Hathor al escuchar a Issei.

-Soy de Oriente, Hathor-sama. Más concretamente de Japón. Y mi historia en la facción abrahámica es bastante larga. ¡Merece ser contada en un libro! Jejeje. -rió entre dientes el castaño al recordar lo que había vivido desde que su actual novia, Raynare, lo reclutó.

-Así que provienes de la tierra donde nace el sol, ¿no? Bueno, ¿qué más da? De todas formas Amaterasu y mi padre no se llevan muy bien que digamos. –confesó con pena la Diosa Hathor al mencionar la rivalidad entre las dos divinidades solares.

–Pero no se preocupe, Hathor-sama. Por eso hemos venido aquí a Egipto. –dijo Raynare con tono bondadoso a Hathor.

–¿A qué habéis venido exactamente? –preguntó dudosa Hathor, mientras observaba a sus invitados con cautela.

El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora