La Sala del Trono en el Séptimo Cielo donde los Cadres y los Arcángeles, junto a Issei y las chicas habían sido llamados por orden de Yeshúa había quedado enmudecida. Un silencio ensordecedor había inundado el lugar cuando todos los presentes vieron entrar por el lujoso portón a aquella figura femenina de aspecto maduro pero no anciano, tal vez unos cuarenta años. Llevaba un velo celeste y una túnica blanca pálida, como las alas de los Arcángeles presentes. Su mirada, perdida y desconcertada, se posaba en todos los presentes sin saber quiénes eran aquellas personas tan extravagantes a sus ojos. Ángeles de plumas negras, un joven de procedencia desconocida, una chica joven rubia de ojos verdosos.
Pero su desconcierto y confusión pareció disiparse cuando vio al hombre en el trono: era su hijo, Yeshúa ben Yosef, el mismo que vio morir en la cruz junto con dos míseros ladrones. Aquel que, sin saber cómo, congregó, como si fuera un pastor , a multitud de gentes humildes y descarriadas. ¿En verdad ese hombre, su hijo, era el que ahora se sentaba en un trono, como si de un rey se tratase?
―¿Yeshúa? ¿Eres tú, hijo mío? ―preguntó asombrada la mujer procesar aún que ese hombre era su Yeshúa.
―Madre... ―susurró el Hijo de Elohim al ver por primera vez en dos mil años a su madre. Su último recuerdo de ella fue cuando estaba arrodillada frente a la cruz llorando, junto con su discípulo favorito, Juan el hijo de Zebedeo, y María la de Magdala.
De un momento a otro, la madre de Yeshúa, María, se abalanzó contra su hijo, fundiéndose en un amoroso abrazo, a la vez que Yeshúa se aferraba a ella como si nada importase en ese mismo momento. Madre e hijo se habían reencontrado tras dos milenios, y los Arcángeles, Cadres y demás testigos lo sabían bien. Observaban la escena enternecidos, sobre todo la Arcángel Gabriel, la misma que había avisado a esa mujer humana de que tendría un hijo de Padre. Por su parte, Issei y Sayf veían la escena de maneras diametralmente opuestas: el japonés lo veía con nostalgia, con cierta pena, mientras que el egipcio, en cuanto entró la mujer por la puerta, se postró en el suelo con su frente tocando las pulcras baldosas de la sala del Trono.
―Tabāraka wa-taʿālā¹, Oh María, Dios te ha escogido y te ha purificado; te ha escogido por encima de todas las mujeres de la Creación. ―oró fervorosamente Sayf ante la mirada extrañada de María mientras de fondo se escuchaba un escueto "amén" de parte de los Arcángeles y Cadres.
Una vez Sayf dejó de llamar la atención de todos los presentes y pidió disculpas a la Virgen María, Yeshúa se volvió a sentar en el Trono, mientras que María se quedaría de pie a sus pies. Los Cadres se colocaron a la izquierda de Yeshúa, los Arcángeles a la derecha, mientras que Issei, las chicas y Sayf frente a él, guardando el portón. Todo estaba preparado para introducir a su Madre a los Cadres y demás presentes.
―Madre, te presento a mis hermanos . ―dijo solemnemente Yeshúa a su madre, quien asintió alegre. ―A la derecha los Arcángeles, los ángeles más poderosos e importantes de Padre: Miguel, el Comandante Supremo de las Huestes Celestiales; ―señaló Yeshua a Miguel, quien hizo una reverencia a la mujer ― Gabriel, la Mensajera de Padre; ―María ya la conocía de antes― Rafael, el Sanador del Cielo; ―hizo una reverencia Rafael a María ― y Uriel, el Regente del Primer Cielo por debajo de Padre.
―Salve, Madre del Rey de Reyes, el Ungido de Padre. ―saludó Miguel como portavoz de todos los Arcángeles. María sonrió y simplemente agradeció al Arcángel su cordial saludo.
―Continuando, a la izquierda están los Cadres. Te pido Madre que olvides los posibles prejuicios que tengas por su aspecto. Son tan fieles a Padre como tú o como yo, sólo que ellos no tienen tantas limitaciones. ―explicó Yeshúa a su Madre, quien dudosa aceptó lo dicho por su Hijo. ―Ese de ahí de pelo negro y puntas rubias es Azazel, el Gobernador General de Grigory. ―presentó Yeshúa al Cadre, quien saludó con un solemne "shalom" a María―. ―Esa de ahí es Penemuel, la Secretaria de Azazel. ―Penemuel saludó a la Virgen María respetuosamente―. ―Ese hombre de ahí con armadura negra mate es Kokabiel, General Supremo de Grigory. Piénsalo como un Miguel pero caído. ―explicó Yeshúa a su Madre, quien recibió un cordial saludo por parte del Cadre. ―Y por último, ese hombre de aspecto maduro que está junto al de pelo blanquecino son Baraquiel y Shemhazai, el Entrenador de las Tropas de Grigory y el Vicepresidente de Grigory respectivamente. ―presentó Yeshúa a ambos Cadres, quienes saludaron respetuosamente a la Madre de Yeshúa.
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El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)
FanfictionEl Dragón Emperador Rojo, quién fue temido temido en todo el mundo sobrenatural, se ha levantado una vez más, y en esta ocasión, para sorpresa de todos, llamará a la unión, a la concordia y a la paz. Su búsqueda por la tan ansiada paz lo llevará po...