O.V.A. (10) [Una Súcubo Diferente] (+18)

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El almuerzo estaba servido en la casa donde Issei, Raynare y Asia vivían a las afueras de Grigory: la ángel caída de ojos amatista había preparado: el Shakshuka como plato principal, acompañado de Mujaddara y de postre kokush. Esto es, huevos cocidos en una salsa de tomate picante elaborada con diferentes especias acompañado de arroz, decorado con cebolla frita y aceite de oliva y de postre un enrollado que combina el pan con chocolate. Resulta que este plato lo comía la ángel caída cuando era pequeña y lo cocinaba su madre y su abuela.

Raynare y Asia se sentaron a comer mientras que Issei y Adnigkukuda estaban apartados en el salón. ¿Por qué esa frialdad entre el Sekiryūtei y sus parejas? Por la tercera en discordia: Adnigkukuda. La súcubo que había sido raptada tras el saqueo de su Eš Dam por parte de las tropas de Lahak Yeshu'a y no tenía hogar por ahora. Issei la había acogido por ahora mientras no tuviera dinero para alquilar o comprar una casa. Y por ese amable gesto, Raynare y Asia se han enfadado con el castaño -y eso que Yeshua les dijo que debían respetar a la súcubo hacía apenas unas horas-.

Adnigkukuda se sentía apartada en la casa que lo había acogido. Cuando terminaron de comer, Issei y las chicas se fueron al sofá del salón mientras que la súcubo, sin saber muy bien qué hacer, se largó a la habitación de invitados donde dormiría a partir de ahora mientras no ganase dinero para alquilar algo donde vivir aparte. Issei se sentía mal por el pesado ambiente que sus novias provocaban a la súcubo, pero no podía hacer nada. No es que fuese sumiso, pero es que convivir con tres chicas sobrenaturales con altos poderes mágicos era meterse en un fuego cruzado.

Estaban sentados el trío en el sofá viendo la tele tranquilamente. Pero Issei no estaba atento a la tele, sino a otra cosa. Gracias a sus sentidos mejorados por ser parte dragón, pudo oír lo que le parecieron unos sollozos con cierto olor salado. Adnigkukuda estaba llorando. Issei no pudo soportar la imagen de la bella súcubo llorando sola y fue a consolarla. Raynare y Asia le ignoraron olímpicamente. Aunque la indiferencia doliera, la merecían. ¿Acaso no es de abrahámicos amar al prójimo como a uno mismo?

Llegó Issei a la habitación donde Adnigkukuda se había encerrado a llorar. Llamó a la puerta suavemente susurrando el nombre de la súcubo. Al primer llamado, la hija de Namtaga le ignoró, siguió llorando. Al segundo llamado, Adnigkukuda dejó de llorar. Al tercer llamado, la puerta se abrió y la súcubo tiró del brazo del castaño para meterlo adentro. Issei no supo cómo reaccionar cuando la súcubo lo empujó contra la pared y le besó agresivamente, metiendo su lengua en la boca del castaño, atrapándole con sus piernas. El pobre castaño no sabía cómo librarse del agarre de la súcubo, pero gracias a Dios le dejó poco después.

―Ušumgaldara, lo siento por lo del beso... ―dijo la súcubo con voz triste jugando con sus dedos.

―No pasa nada.... supongo. ―dijo el castaño rascándose el cuello nervioso por el fogoso beso de la súcubo.

Ambos se quedaron mirando a los ojos incómodamente. Issei la había conocido en el campamento. No sabía cómo era su vida antes de aquel fatídico idea. Y él era alguien curioso. Por su parte, la súcubo veía en el castaño como una bendición que la diosa Ereshkigal le había concedido tras el tormento de las tropas del Lahak Yeshu'a les habían dejado pasar. Ambos sabían muy poco uno del otro. Y ahora ambos querían saber más.

―Y esto... ¿Tienes familia? ―una pregunta bastante inoportuna por parte del castaño, pero era lo única que supieron pronunciar sus labios.

―Claro, tengo Namtaga-Ama, y a todas mis hermanas. ―dijo la súcubo con ojos soñadores acordándose de su familia.

―¿Así que Namtaga, la secretaria de Azazel-sama, es tu Okā-san? ―dijo sorprendido Issei a la súcubo de piel púrpura azulada, la cual afirmó.

―Así es. Namtaga es la madre de todas nosotras. ―explicó Adnigkukuda recordando la materna figura de Namtaga. ―Pero basta de hablar de mí, dime, ¿Qué hay de ti? ―preguntó la súcubo al actual Sekiryūtei el cual no supo qué contestarle.

El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora