Turquía, años 20s del siglo pasado. La situación del otrora poderoso Imperio Otomano es lamentable. Tras el tratado de Sèvres del 10 de Agosto de 1920, el Imperio con capital en Estambul ha sido cercenado a antojo de las potencias europeas: Mesopotamia se independizó con el nombre de Irak, el Levante fue otorgado para Francia y para Gran Bretaña, Siria, el Líbano y Palestina serían repartidos entre ambas. Incluso la antigua capital, Estambul, sería cedida a Grecia, junto con la costa del Egeo. Algunas islas del Egeo y el sur de Anatolia sería para Italia, y el este de Anatolia seria otorgado para una Armenia independiente.
Pero la situación interna es muchísimo peor. El sultán turco, Mehmet VI, ha decidido que la nación turca ya no tiene nada por hacer. Las naciones europeas se han repartido el Imperio como si un pastel se tratase y las distintas etnias dentro del imperio (griegos, armenios, kurdos y árabes) se están levantando en contra de sus señores turcos. El país está al borde del colapso total. Colapso que se precipita con las recientes noticias de la invasión griega a Anatolia y la intervención de los aliados en suelo turco. Sin lugar a dudas, la situación no podía ser peor.
Sin embargo, un grupo de jóvenes oficiales del ejército que habían participado en las Guerras de los Balcanes (1912-1913) y en la Gran Guerra (1914-1918) no estaban por la labor de rendir su nación tan fácilmente. Sabían que si se organizaban bien y llamaban a todos los buenos hijos de Turquía a las armas, podrían repeler a los invasores de Anatolia. Y uno de los primeros obstáculos que tenían que superar era al mismo sultán Mehmet VI. Una vez fue apresado y retenido, pues el nuevo sultán era un pusilánime sin carácter alguno, estos oficiales trasladaron la capital a Ankara, una ciudad relativamente neutral, lejos del poder real y califal de la capital Estambul.
Es en esta ciudad donde el grupo de oficiales, entre los que se encontraban Ali Fuat Paşa, Kazım Karabekir Paşa, İsmet Paşa, Kevzi Paşa y el futuro presidente de la República de Turquía: Mustafá Kemal Paşa, que acabaría siendo apodado "Atatürk", se encontraban todos reunidos en una sala de una casa palaciega, todos juntos hablando entre ellos en voz baja, bebiendo té, pero el nerviosismo era claramente palpable en la sala, pues estaban hablando sobre el futuro destino de la Nación turca.
-¿Estás seguro que ésto nos ayudará a salvar a la Nación? -preguntó cauteloso İsmet a quien les había reunido aquí, Mustafá Kemal.
-Sí. Sólo un milagro podría salvar al país, y si el milagro no viene del Cielo, tendrá que venir de otro sitio... -respondió "Atatürk" con claro nerviosismo en su voz al terminar la frase.
-¿Pero qué te hace pensar que un demonio nos ayudaría? Alá lo dice claramente, los demonios son egoístas, caprichosos, lujuriosos y malvados. -habló seriamente Ali Fuat, con cierto tono de enfado sorbiendo su té.
-Ya, pero no hay opciones. La orgullosa nación turca está en peligro, y solamente alguien con tal poder podrá salvarla. -admitió con cierto desdén Mustafá Kemal terminándose su té y levantándose del sillón donde estaba sentado. -Caballeros, si me disculpan. -se despidió de sus camaradas del ejército y se fue de la sala para dirigirse al coche que le estaba esperando en la puerta.
Cuando entró en el auto, a su lado estaba su "hija". Una chica que él mismo adoptó cuando se la encontró en la calle de Izmir viviendo como mendiga. La chica era, ahora, una adolescente bien desarrollada, con su pelo negro al aire y ojos morados. La chica cerró el libro que estaba leyendo y le habló.
-¿Qué tal ha ido, Ata? -preguntó la chica a su padre adoptivo.
Mustafá Kemal la miró a los ojos. Suspiró, miró por la ventana. Volvió a suspirar. Miró de nuevo a su hija adoptiva. No quería mentirle, ella ya era una mujer hecha y derecha. La chica le miró queriendo decir con su mirada que no hacía falta que le mintiera. Mustafá rodeó el cuello de su hija adoptiva y le habló lo más tranquilo que podía sonar.
ESTÁS LEYENDO
El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)
FanficEl Dragón Emperador Rojo, quién fue temido temido en todo el mundo sobrenatural, se ha levantado una vez más, y en esta ocasión, para sorpresa de todos, llamará a la unión, a la concordia y a la paz. Su búsqueda por la tan ansiada paz lo llevará po...