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Cuando Sayf Al-tiniyn se colocó frente a frente contra el ejército demoníaco que se había atrevido a invadir Khêmi, pensó entonces en cómo se introdujo en el Mundo Sobrenatural, en cómo conoció a su jefe y suegro, Ra, en cómo conoció a su amor, Hathor, aunque fuera un poco abusiva con él, en cómo se enfrentaba con la temible serpiente Apophis junto a su suegro cada noche. En ese momento consiguió la determinación para plantarse frente a un enemigo que les superaban ampliamente en número.

Se colocó al frente, en un intento de proteger a sus compañeros dioses, pero sintió una cálida y suave mano en su hombro "Tú puedes derrotarlos, y nosotros estaremos aquí para ayudarte" dijo también con determinación la diosa Hathor, su esposa. En ese momento todos los dioses se le acercaron y le apoyaron también.
Sayf se dió cuenta de que en verdad no estaba sólo, los demás Dioses del Khemi estaban junto con él, apoyándole en lo que fuese, como ahora mismo.
Sayf Al-tiniyn se dio la vuelta, y les dió un cálido abrazo, besó a su esposa con amor y prendió sus manos en llamas ardientes.

-Remńei, hoy estamos aquí para repeler al invasor. -comenzó a hablar Sayf a sus acompañantes. -Demonios, demonios, solo piensan en ellos mismos y en nada más. Nosotros, los hijos de Ra, nietos del disco solar, nos encargaremos de expulsarles de Khêmi de una vez por todas. ¿Quién está conmigo? -terminó su discurso con una pregunta retórica.

-¡Nosotros! ¡Larga vida al Faraón del Khêmi! ¡Qué fluya por la eternidad el Maat! -exclamaron al unísono los dioses egipcios junto a Sayf.

-¡Haremos que los traidores a Alá tiemblen ante nuestro poder! -gritó animado con el puño en alto Sayf. -Ana ealaa! -exclamó dándose un golpe con sus puños.

Pero ese ánimo se quebró cuando notó un áurea oscura en inmensa se acercó a él por la espalda, y aumentó drásticamente cuando una mano le tocó su hombro. Sayf giró la cabeza lentamente para encontrar, por suerte o por desgracia, a su esposa Hathor con el rostro ensombrecido.

-Vuelve a repetir el nombre de ese Dios tuyo y tal vez no puedas tener más hijos... -amenazó la Diosa Vaca a su marido. -Bueno, no pasa nada, ¡si al final vamos a aliarnos con sus hijos! -dijo Hathor de una forma relajada.

-Uf, menos mal... -suspiró Sayf con el corazón en la garganta.

Entonces, Sayf, gracias a su mejorados oído y olfato, pudo localizar a lo lejos que los demonios se acercaban en gran número, es más, pudo distinguir entre todos los demonios a unos cuantos que destacaban por encima del resto: 2 de ellos tenían un poder más grande que los demás, pudo distinguir que uno era un hombre y el otro era una mujer. Después había 9 presencias más las cuales eran ligeramente distintas: eran humanos reencarnados, en este caso todas mujeres jóvenes.

-Humanas reencarnadas... -susurró Sayf para sus adentros. -Ellas no tienen la culpa de ser lo que son, ese demonio las obligó. Sus muertes serán misericordiosas. Que Alá Todopoderoso las acepte en el Paraíso y las colme de lujos. -rezó Sayf a Dios por las almas de las humanas reencarnadas.

Entonces, los demás Dioses egipcios y Sayf escucharon el atronador sonidos de las pisadas del ejército demoníaco, más de 84.000 demonios invadian el Khêmi con la intención de saquearlo y conquistarlo para más orgullo de los Maōs y del ya conocido M.L.I. Pero lo que no se esperaban los dioses ni Sayf era que estuviesen cantando todos juntos. Cantaban al son de sus pisadas y, al menos Sayf, pudo distinguir que la canción la había comenzado la demonio más joven.

-Ahora que Sirzechs ha ganado la guerra... -entonó el primer verso la joven demonio, Ravel Phoenix.

-¡El viejo Rivezim ha muerto!
¡Gloria a Sirzech! -exclamó todo el ejército al unísono, como si estuviese cantando una sola voz.

El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora