T.3.13

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El aire nauseabundo olía a azufre y a alquitrán, los caballos de las tropas del Lahak Yeshu'a en las caballerizas del fortín estaban relinchando nerviosos. Todos los ángeles, tanto caídos como puros, sintieron un escalofrío sentir en la lejanía las pisadas de demonios, muchos demonios. Eran las legiones del Gran Marqués Samigina. Lo que ellos no se esperaban es que junto a las tropas del Marqués estuvieran también soldados de élite demoníacos, soldados de la Guardia Real de los Grandes Reyes del Infierno, Lucifer, Leviatán, Beelzebub y Asmodeus.

El fortín que los soldados del Lahak Yeshu'a habían construido hacia unas horas estaba siendo asediado por una horda de demonios que el Marqués Samigina había movilizado rápidamente. Issei y las chicas no sabían como reaccionar en esta situación, pero el castaño japonés sacó fuerzas de sólo Dios sabe, se vistió en su armadura del Balance Breaker y se dirigió a las tropas que se habían agolpado para ver la ejecución de Tnufael de esta manera:

–¡Sen'yū! ¡Los demonios traidores nos están atacando con viles intenciones! Ya sabéis que tenéis que hacer... –pronunció Issei en voz tenebrosa dirigiéndose a donde su caballo, Flóga. –Akeno, lleva a las súcubos a un lugar seguro, si no es molestia. Quiero que vivan como ellas deseen. –habló esta vez a la hija de Baraquiel para que llevase a Namtaga y sus hijas a un lugar a salvo.

–¡Diĝir-Ereškigal te bendiga, Ušumgaldara! –alabó Namtaga a Issei, el cual quedó en silencio dirigiéndose a su montura. Pero justo antes de subirse en el caballo, un ligero "De nada" se escapó de su boca.

–Rápido, seguirme, os llevaré a un sitio resguardado. –apresuró Akeno guiando a las súcubos al almacén donde estaban los suministros del Lahak Yeshu'a. Una vez allí, Akeno las envió a Grigory a través de un circulo mágico de teletransporte.

Estando las súcubos y Namtaga a resguardo, Akeno volvió al centro del fortín y, juntos a las demás chicas y a Issei, planearon la defensa del fortín. Como vieron que los números no les eran favorables -eran 10 demonios contra un ángel- la estrategia a seguir fue la siguiente: los arqueros de Akeno y los ballesteros de Asia se quedarían  en las murallas del fortín disparando a los demonios; la caballería ligera de Mitelt y la caballería pesada de Issei y Raynare harían una carga suicida contra las tropas del Marqués Samigina. Por último, la infantería pesada de Raynare y los alabarderos de Asia se quedarían atrás a la espera de que los demonios carguen contra ellos con números disminuidos.

Lo más seguro es que salgan derrotados, pero al menos provocarían el mayor número de bajas posibles. Los ángeles puros y los caídos tragaron saliva, pero este era el clímax de la Ius in Bello, Yihad o Milkhemet Mitzvah: dar tu vida por tu fe en la guerra a manos de la espada demoníaca o pagana. Sibael, el ángel puro, desenvainó su espada de luz, la alzó al Cielo y pronunció el grito de guerra alto y claro "Elohim Ne'edar, Deus Vult, Allahu Akbar". Los ángeles del Lahak Yeshu'a le siguieron junto con Raynare y las chicas. Así iniciaría la batalla que sería un punto de inflexión en la vida de Issei.

P.O.V. Mitelt.

Ante el grito de guerra de Sibael, me dirigí rápidamente a mi montura Semnótita, la cual estaba en las caballerizas reservada para los caballos de Issei-Akh y las demás chicas. Me subí en Semnótita, le acaricié el cuello suavemente para relajarla. Entonces me dirigí a fuera de las caballerizas y las tropas bajo mi orden ya estaban montadas con sus armas de luz en las manos y armaduras puestas.

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El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora