O.V.A. [12] (Runas en el Desierto)

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El bullicioso puerto de Haifa, protegido por las estribaciones de los montes de Galilea, en la costa norte de Palestina en los dominios de la Facción Abrahámica era testigo del desenfrenado trasiego de embarcaciones fenicias, griegas y egipcias que arribaban al puerto con las mercancías que los habitantes de la facción abrahámica compraban y vendían: papiro, lino o marfil egipcio, mármol, lana, vino y demás productos procedentes de Grecia y las islas del Egeo; oro, salazones, tintes púrpuras y metales preciosos provenientes de las colonias fenicias del Mediterráneo Central y Occidental, todo ello era intercambiado por perfumes, pescados, aceitunas y demás riquezas. En resumen, todos los panteones se beneficiaban del comercio que se producía en Haifa, además de otros puntos comerciales como Tiro, Egina o Tanis.

Pero de entre todos los comerciantes, libre-cambistas y compradores que se reunían en el puerto de Haifa para mercadear, aparecieron en una esquina del puerto dos círculos mágicos de teletransporte. El primero era blanco con los bordes negros, estando inscritas en éstos una serie de runas nórdicas, una por cada reino del Yggdrasil: Asgard, Muspellheim, Midgard, Nidavellir, Jötunheim, Helheim, Ljósálfheim, Niflheim y Vanaheim. En el centro una representación de Hugin y Munin terminaba el círculo mágico. De éste salieron los Æsir y las Ásynjur que tenían que venir a Palestina a firmar el tratado: Thor, Sif, Thrúdr, Baldr y los guardaespaldas de Odín y Frigg Erik y Rossweise. Del otro círculo mágico, uno dorado con los bordes celestes y el interior blanco en el que estaba inscrita una estrella de David, salieron los abrahámicos que fueron a Asgard a negociar con los dioses nórdicos la adhesión de éstos a la Alianza: Baraquiel, Kokabiel, Abhainn y Tamiel.

Los dioses nórdicos y los Cadres de Grigory aparecieron en una esquina del bullicioso puerto de Haifa debido a que Yeshua les había dicho a los Cadres y a los nórdicos que él mismo mandaría a alguien de confianza para que les guiase hasta Jerusalén donde les enseñarán a los nórdicos el Barrio de las Embajadas a los pies del monte Sión, así como el Palacio de Salomón donde se llevará a cabo la firma del tratado. Pero había un pequeño problema para los nórdicos y Cadres: Yeshua no les había especificado quién era esa persona de confianza, así que Abhainn se ofreció él mismo para ir a buscar a ese enlace entre Yeshua y ellos. Mientras tanto, los Cadres dejaron a los Aesir y a las Ásynjur hacer lo que quisieran en el puerto de Haifa. Craso error por parte de los Cadres.

En cuanto Abhainn se marchó del grupo y los Cadres dejaron de prestar atención a los dioses nórdicos, éstos se dispersaron por las cercanías del puerto, del mercado anexo a éste y por toda la ciudad en general. Sobra decir que los asgardianos, poco acostumbrados a estar afuera de Asgard no supieron comportarse acorde a su estatus ni al lugar donde estaban y que los Cadres, esperando a que llegasen Abhainn y el guía que Yeshua les había mencionado llegasen, tuvieron que ir arreglando los platos rotos que los nórdicos habían dejado tras de sí en Haifa, pagando a mercaderes, pidiendo disculpas a los habitantes de la ciudad o apaciguando a algún que otro clérigo abrahámico.

P.O.V. Baldr.

Palestina, esa tierra tan extraña a Asgard de la que procedía Elohim, quién derrotó al Padre de Todo hace casi mil años, ciertamente no era el lugar más apacible del Mundo Sobrenatural: arena, arena, palmeras, arena y más arena. No sé que vio Elohim en este lugar para asentarse aquí. Ciertamente, tampoco sé que vio Padre en los fiordos como para quedarse ahí a vivir. Pero a donde los ángeles negros de Elohim nos mandaron en Palestina no se parecía en nada a ese desierto: era una apabullante ciudad portuaria con barcos grandes atracados en el puerto y un mercado enorme con muchísimos puestos. Dicen llamarla Haifa o algo así.

Cuando el hijo de Kokabiel, Abhainn creo que se llamaba, se marchó a buscar a ese guía que nos llevaría a Jórsalanám para firmar el tratado de adhesión a la Alianza, los Cadres nos dejaron hacer lo que nos apeteciera en la ciudad. ¡Por fin un poco de libertad! En Asgard tenía que estar siempre cerca de mi madre Frigg o de Padre para que me tuvieran controlado y que no se desatarse el Ragnarök con mi muerte, por muy estúpida que esta fuera. ¿Acaso no saben que el Fin se desatará cuando ese patoso y mentiroso de Loki me mate? Sea como sea, disfrutando de mi breve libertad me dirigí al mercado que estaba anexo al puerto.

El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora