T.4.15.

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Atravesando el puente arcoíris del Bifröst, puente que conectaba el árbol del Yggdrasil con Asgard, el Recinto de los Aesir, los abrahámicos seguían de cerca a la valquiria Rossweise y a su marido Erik Grattson, el descendiente del mago de la Era de Earthland. El ambiente era ahora incluso más frío que en Islandia debido a la presencia del primer áss que han visto desde su llegada a tierras escandinavas: Heimdal. Heimdal, hijo de Odín y nueve gigantas, poseía unos sentidos extraordinarios: vista aguda, oído finísimo, y apenas sentía fatiga o agotamiento, por lo que podía estar días o incluso semanas sin dormir. Es por ello que el Padre de Todo lo designó como Guardián del Asbrú, y como Guardián del Bifröst no podía permitir que los mismos que derrotaron al Padre del Todo se pasearan como en su casa por Asgard.

Pero cuando fue Odín en persona quien les atrajo hacia Asgard con ayuda del Guardaespaldas humano de su madre adoptiva Frigg supo que algo no andaba bien con su padre áss. ¿Acaso quería voluntariamente que aquellos que le derrotaron hace mil años volvieran? ¿Siquiera estaba en pleno uso de sus facultades mentales cuando tomó esa decisión? Sea cual sea el estado de Odín, Heimdal no paraba de refunfuñar en el camino hacia Asgard mientras guiaba a Rossweise, Erik y a los abrahámicos hacia la morada de los Aesir.

Cuando por fin llegaron a la entrada de Asgard, después de recorrer los nueve kilómetros del puente arcoíris -un kilometro por cada reino del Yggdrasil- los abrahámicos pudieron al fin deslumbrar cómo era el hogar de los dioses nórdicos con los que habían guerreado en la Edad Media. Pero lo que vieron no se parecía en nada a lo que habían oído en aquella remota época sobre palacios de oro, un cielo celeste que rivalizaba con el Edén, pavimento de rubíes tan rojos como la sangre de sus enemigos, murallas de kilómetros -aunque incompletas- para aguardarse de los gigantes jötnar... No, nada de eso es lo que pudieron ver, en cambio lo que vieron se parecía más a una mísera aldea humana con cabañas para cada dios, una cabaña central más grande donde se suponía vivía Odín y Frigg, una arena de combate para entrenamientos y unas caballerizas donde se supone debería estar Sleipnir, el fiel corcel de Odín, que a un recinto sagrado de dioses guerreros. ¿Qué demonios había pasado con Asgard?

Pasando por la puerta principal del recinto, Heimdal avisó a los abrahámicos que acababan de llegar a Asgard, que iría a avisar al Padre del Todo y a sus hermanos Aesir y a las Ásynjur para que se reunieran todos en la cabaña de Odín. Los abrahámicos aceptaron y se quedaron esperando a que Heimdal y Rossweise regresaran a avisarles. Mientras, los Cadres y Abhainn no podían parar de preguntarse qué demonios había pasado en este lugar para que esté en un estado tan decadente y ruinoso. No solo el aspecto del lugar era ruin y descuidado, sino que el propio clima también lo era: estaba nublado y hacía un frío que calaba hasta los huesos.

―¿Qué demonios ha pasado aquí...? ―preguntó Baraquiel viendo el panorama de Asgard hasta con lástima por sus antiguos enemigos.

―Lo que tiene que los dioses no sean venerados más. ―respondió Heimdal regresando ya de la cabaña principal. ―Ustedes abrahámicos nos arrebataron a todos nuestros fieles. ―dijo en un tono irascible el áss Guardián del Bifröst.

―Ya podéis pasar abrahámicos. No olvidéis en mostrar el respeto que se merece el Padre de Todo y Rey de los Aesir. ―dijo Rossweise llegando al poco tiempo, guiando a los Cadres y a Abhainn hasta la cabaña principal de Asgard.

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El Dragón Carmesí De Grigory. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora