Era difícil calcular cuanto tiempo había pasado desde que había llegado, solo estaba consciente que no habían pasado aún los cinco días, pero si días. Sin luz del sol más que solo el de las luces que alumbraba, escasamente la celda y pasillos. Incluso le resultaba difícil contar los minutos, no sabía si era de noche o de día.
Kray se encontraba recostada en el bloque de cemento, que daba forma a una cama, una que no tenía más que su forma. Mirando el techo y tratando de alinear sus pensamientos para no perder la cordura tan rápido, escuchando como la puerta era abierta, dejando ver a un guardia de seguridad.
Levanta la mirada un segundo, viendo a un guardia cualquiera que la observaba desde la entrada, esperando a que reaccionara a su presencia.
— Levántate.
— ¿Para que o que?
— Para llevarte a las duchas, llevas días aquí y ya apestas...
— Pues estoy a pasos de tocar el infierno, si llego que sea apestado a muerto— contesta sin moverse.
El hombre se acerca a ella, la toma del brazo y tira sacándola de la celda a lo que ella le trata de hacer el quité. Es arrastrada por el guardia hasta las duchas.
Este era un lugar grande y oscuro, a excepción de unas pequeñas ventanas que había por arriba, mostrando las luces de afuera, dando a entender que era de noche. Las luces del lugar se encontraban apagadas, lo cual lo hacía un poco extraño.
— Desvistete.— la empuja al final de las duchas.
Kray voltea a verlo sería, mientras que el pegaba su porra contra su palma de manera amenazante, indicando que si no lo hacía, le costaría caro. Sin mucha emoción por hacerlo y poca fuerza en su cuerpo, le da la espalda y comienza a quitarse la parte de arriba, desnudandose así lentamente.
Abre la llave, sintiendo como el agua fría caía por sus hombros, hasta las curvas de su cintura y muslos. Con los ojos cerrados, disfruta el pequeño placer de ese frío que le causaba el agua, escucha unos pasos a sus espalda lo que le hace abrir los ojos y ponerse en alerta.
— Sin duda una mujer tallada por los dioses— dice una voz varonil detrás.
Voltea lentamente, topando un hombre a una no muy larga distancia. El hombre que estaba presente, la observa un momento con una pequeña sonrisa de lado y le tira unas prendas que llevaba en la mano.
— Vístete. — ordena el hombre— Rápido.
Se comienza a vestir y mientras lo hacía observaba al hombre que tenía frente llama a otros cuatro que al llegar se paran detrás de el, quiénes la observaban descaradamente mientras se vestía. El hombre que tenía en frente, era alto, tes blanca, pelo y barba negra, un hombre joven, vestido con unos pantalones grises, botas y chaleco antibalas.
Al ver que termina de abrochar se el pantalón, le tira unas botas y espera un momento para que se las ponga antes de acercarse a ella. Junto con otro hombre, se acercan a ella, quedando frente a frente.
Este lleva sus manos hasta el cuello de Kray y las mantiene en el collar que llevaba mientras observaba a su compañero, quién tenía una especie de tablet, en el cuál ingresaba algunos códigos.
Al segundo después, el hombre de la tablet lleva sus ojos donde ella, observando como el collar daba luz verde y se abría. El hombre que tenía sus manos en el cuello de Kray, le saca el collar, lo tira a un lado para luego mirarla.
— Tenemos que irnos, ya.
La toma de brazo, para asi salir de las duchas y guiarla por los pasillos, ella sintiendo aún un poco de confusión, corre detrás de el. Nuevamente, no sabía quiénes eran esos sujetos, no sabía quién era el y por que estaban ahí, al igual que no sabía si estaban ahí con buenas o malas intenciones.
Mientras ellos corrían por los pasillos, al otro lado de la prisión, se encontraba Joe con su equipo de Águilas, adentrándose a la prisión de manera sigilosa y en silenció. Eran aproximadamente las tres de la madrugada, por lo cual las rondas de seguridad era más floja.
Caminan por lo que era la orilla del patio de la prisión, cuando de repente escuchan el ruido de un helicóptero. Joe mira hacía arriba, viendo como un helicóptero va descendiendo rápidamente y otro se mantiene en lo alto.
Se apegan al muro un segundo, viendo como uno de los helicóptero se mantiene a una altura muy baja, sin tocar el suelo. Las luces se encienden y son posicionadas en dirección dónde se encontraba el helicóptero.
Del helicóptero, bajan dos hombres armados, disparando hacía las torres de vigilancia mientras que los de arriba, disparaban a los que iban saliendo del edificio.
Los que estaban en tierra continúan disparando, cubriendo a los que salían de ahí, con una persona entremedio, Joe agudiza su vista, notando que era a quién ellos, estaban buscando.
— ¡Es Kray, maldita sea!— grita Joe, comenzando a disparar en dirección al helicóptero— ¡Se la están llevando!
Comienzan a disparar en dirección al helicóptero y los que estaban ya arriba, notan su presencia, los cuales comienzan a responder el fuego. El hombre que le había sacado el collar Kray, levanta su arma apuntando a Joe y dándole en el brazo.
— ¡Joe!— grita uno de los hombres que estaba a su lado— Tenemos que irnos ¡Ya!— lo toma de la camisa al notar como el helicóptero comenzaba a ascender y tiraban algo al suelo.
Al instante se producen varías explosiones, a causa de las granadas que tiraban. Joe al ver que ya era demasiado tarde, corre de vuelta por donde habían entrado y salen de ahí montando se en las camionetas, saliendo a alta velocidad.
Mientras seguía conduciendo, iba mirando constantemente el retrovisor para asegurarse de que no los estuvieran siguiendo. Su respirando aún era agitada, su concentración estaba por las nubes, sin mencionar que la impotencia lo hacía temblar, al ver que sea quiénes sean esas personas, habían llegado primero y la adrenalina de su cuerpo no lo hacía dimensionar la velocidad a la cual iba ni la bala que llevaba dentro.
— ¡Joe! Detente, ¡necesitas calmarte!— dice el hombre que estaba a su lado, pasando un paño entre su brazo para amarrar lo a su herida.
Joe se detiene casi en seco y se queda mirando a la nada, sentía miedo, nunca se había sentido tan aterrado, de tan solo pensar que tipo de personas se pudieron haber llevado a Kray, lo alteraba bastante.
— ¡Hijos de su puta madre!— golpea el volante una y otra vez.
— ¡Hey! Calmate— lo trata de detener el hombre que estaba sentado a su lado— La encontraremos.
— ¿Viste lo preparados que estaban esos sujetos?— pregunta uno de los hombres que estaba sentado atrás— es más que obvio que sabían que estaría aquí y como debían hacerlo. ¡Por dios santo! ¡Tenían dos putos helicópteros, quizás que clase de personas es y envío para hacer ese maldito trabajo!
— Callate maldita sea, porque o si no lo haces, vacío un cartucho en ese osico tuyo— voltea el hombre a ver al que había dicho todo eso— Joe, tu no te preocupes, la encontraremos.
Joe voltea a ver a un lado tratando de calmar su nerviosismo y enojo, el cual había crecido con el comentario del sujeto.
— Joe, dejame conducir de vuelta, tuviste suficiente con esto— dice el hombre a su lado, bajando se de la camioneta.
Joe se baja, caminando por en frente de esta, hasta llegar a la puerta del copiloto, pasando a la puerta de atrás, abriéndole al hombre que había hecho ese comentario.
— Bajate— le ordena al hombre que estaba sentado atrás.
— Joe, ¿que suc...
— ¡Que te bajes!
El hombre se baja con inseguridad, ante el tono de voz que se lo estaba pidiendo Joe. Ya fuera de vehículo, Joe lleva su puño al rostro del hombre haciéndolo caer en seco.
— Si vuelves a soltar otro puto comentario como ese, te tirare los dientes a golpes.— le advierte Joe.
— Si S-señor...
Camina de un lado al otro para calmarse, sintiendo como sus ojos se cristalizaban, lleva su pulgar a su nariz para limpiarla bruscamente y suelta todo el aire contenido.
— Te voy a encontrar...— susurra para el mismo— Te prometo que te voy a encontrar...
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KRAY: Cazando a La Leona.
Teen FictionDespertar junto a una carta, la cual le hará tomar una decisión, que puede ser su ida a su salvación o perdición. Siendo buscada por la ley, un asesino, un oscuro secreto y una venganza, de la cual tal vez no sepa escapar. A pesar de que todos eran...