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La primera semana en prisión había pasado ya, la compañía de Aarón cada vez le era más agradable para Kray, sentía cierta confianza hacía el y como no, si iba a visitarla todos los días después de clases, pasando horas hablando y estudiando juntos. Se había vuelto una buena compañía en ese poco tiempo.

La mañana estaba bastante tranquila, la semana también lo fue, después de que todas vieran la vuelta de Ros, sin una oreja menos y con un vendaje que le rodeaba la cabeza, las convictas la apodaron la taza, obviamente a Ros, no le gustaba pero lo había ganado por su desobediencia y testarudez.

Kray caminaba por un pasillo alejado mientras sacaba un cigarro, antes de encenderlo escucha un grito que venía de un poco más a fondo del pasillo.

Camina adentrándose a la cafetería, de donde venía el grito y ve a uno de los guardias que tenía a una convicta encima de la mesa, haciéndole una llave con una mano, mientras que con la otra se desabrochaba el pantalón.

Corre hacía el, recogiendo el cinturón que estaba por la mitad del pantalón del guardia, con rapidez se lo saca y lo pasa por arriba de su cabeza para apretarse lo al cuello.

En guardia cae al suelo y Kray se sube encima de él apretándole el cinturón aún más y golpeando lo repetidas veces.

— ¡Con que te gusta aprovechar te de las mujeres maldito perro!— grita furiosa.

Dos guardias la toman de cada lado para sacarla de encima, lo cual dos más tuvieron que ayudarlos por la fuerza que tenía Kray, mientras que otro ayudaba a su compañero a levantarse.

— ¡Qué te vea haciendo eso otra vez maldito perro bastado y te verás ahogado en tu puta sangre!— grita Kray con ira en sus ojos.

El guardia se pone de pie tomando su pantalón y con su otra mano limpiando la sangre que salía de su boca, enojado trata de acercarse a ella pero su compañero lo detiene rápidamente.

El guardia ve a su compañero para luego volver su vista en ella— Me las vas a pagar zorra de mierda...— dice entre dientes aquel guardia antes de salir de ahí.

Ya cuando ven que se calma por fin la sueltan, ella voltea a ver que la prisionera estuviera bien, ve como era tácita a quién trataba de abusar y como era llevada a enfermería por unos cuantos puntos abiertos.

La hora de almuerzo había pasado y ella estaba en su celda leyendo uno de los libros que Aarón, le había traído cuando una presencia la saca de su lectura.

— Kray...

Ella levanta la mirada observando que tácita se encontraba bien y con un nuevo vendaje— ¿Que ocurre?— pregunta con seriedad volviendo a leer su libro.

Tácita se adentra a su celda y se sienta en la cama vacía de al frente— Sólo venía a agradecerte por lo que hiciste por mi en la cafetería...

— No tienes por qué agradecerlo—
dice ella cerrando su libro para mirarla fijamente— las mujeres nos tenemos que cuidar de esos perros asquerosos, y aun siendo mi peor enemiga, ayudaría a la mujer que está siendo abusada, sobre todo si se trata de pedazos de mierda que cree tener la autoridad de hacerlo.

— Aún así, gracias— agradece tácita levantándose mientras le extiende la mano.

Kray mira hacía arriba mirándola fijamente, deja su libro a un lado y se pone de pie para darle un leve apretón de manos— De nada, tacita— contesta mientras ambas ríen con aquel apodo.

— No me molestes así— pide tácita riendo— que pensándolo bien, llevaré ese nombre con mucho honor.

Ambas ríen ante aquel comentario, risas que son interrumpidas por uno de los guardias— Kray, tienes visitas— dice el guardia— donde siempre.

KRAY: Cazando a La Leona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora