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A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.

— Alphonse de Lamartine.

En uno de los barrios de clase media, en un país de Europa, una casa no tan pequeña. Se encontraba durmiendo una chica inusual, una chica que no sabía lo que era conllevar una vida que otras podría llamar “normal”.

Una chica, que era la primera vez que vivía en un barrio de clase media. En una casa en la cual era la más grande en la que había vivido en toda su vida, junto con su pequeña familia; una de las muchas que ha tenido a lo largo de su vida.

En una habitación que se encontraba al final del pasillo, en el segundo piso, estaba aquella chica durmiendo. Eran alrededor de las ocho de la mañana, el resto de su familia se había ido para empezar el día, mientras que ella no sentía preocupación alguna por llegar tarde a clases o faltar siquiera, a un lugar que no solía tener una relación frecuente.

Al abrir sus ojos, suelta un gran suspiro que indicaba pereza. Observando su habitación con la poca luz que lograba entrar por las orillas de sus cortinas negras, voltea quedando boca arriba con su mirada en dirección al techo.

Toma un pequeño impulso para quedar sentada en su cama, pasa su manos por su rostro dejándolas descansar en sus rodillas y comenzando a procesar todo lo que había en su habitación, un escáner rápido en la cual su mirada termina a un lado de su cama.

En ella se encontraba un sobre, que en el  medio tenía escrito su apellido, una letra cursiva escrita con tinta. Con un rápido sentimiento de extrañes y desconfianza, toma el sobre en sus manos, examinando lo un momento sin entender del cómo llegó a su lado sin siquiera escuchar ruido alguno cerca, teniendo en cuenta que no había un paso que pasara desapercibido sin que ella lo sintiera.

Abre el sobre en donde se deja ver rápidamente una carta la cual también estaba escrita a mano con la misma letra, lo saca del sobre y comienza a leerla.

Kray.

En el momento que estés leyendo esta carta, siento decirte que tu familia se encontrará muerta por culpa de terceros, los cuales están pronto a ir por ti.

Si me dejas ayudarte y sigues mis instrucciones, podré sacarte de ese problema.

Vístete, toma solo lo necesario, la navaja la cual siempre llevas contigo, esa que ocultas bajo tu almohada y sale por tu ventana.

Ve hacía el lado derecho lo más rápido que puedas, sabrás el momento exacto el cual yo llegue por ti. Te pido que no hagas más que lo que te indico, no intentes nada y mucho menos mires hacía atrás.

Cuando estés aquí te explicaré todo lo que necesitas saber.

I.K.

Con desconfianza, ve la carta sin entender cómo es que el que la a escrito sabía de su navaja y ¿Cómo había llegado la carta a su lado?.

Se levanta de la cama para vestirse lo mas rápido posible, sin entender porqué estaba siguiendo órdenes de alguien que no conocía, pero ya era bastante extraño que tuviera la carta cerca de ella.

Cuando estaba amarrando sus botas, escucha un fuerte golpe en la planta baja.

Habían entrado la casa.

— ¡Quiero que la busquen!— grita una voz masculina— ¡rápido!.

Mierda

Toma su mochila, su navaja y corre rápidamente a la venta mientras escuchaba que subían las escaleras. Cuando estaba a punto de salir, escucha como abren la puerta de golpe y sale lo más rápido posible.

KRAY: Cazando a La Leona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora