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La semana había pasado y por la intuición de Lucas, el estaba en lo cierto. O'Brien no tomó en cuenta lo evidente frente a sus ojos y siguió teniendo, seguidos encuentros con Kray, en los cuales la mayoría eran en su auto y el resto en casa de el.

Ella se encontraba en casa de O'Brien, tomando su camisa para irse a entrenar, mientras que el se vestía para volver a su trabajo.

— ¿Te parece si nos vemos el fin de semana?— pregunta el acercándose a ella.

— Esta bien— responde tomando su chaqueta— yo te buscó.

— La frase correcta es, yo te llamo— corrige el— podrías darme tu número.

— No creas que soy tan pendeja como para hacer eso— dice Kray, viéndolo con gracia— tal vez nosotros nos estemos acostando, pero tu, aún eres un detective que me está buscando...— continúa cerca de sus labios  dándole un corto beso— nos vemos...

— Adiós, Kray.

Ella sale de la casa del detective, para así montarse en su motocicleta he ir a entrenar. Esa primera semana en el equipó de boxeo, el entrenador estaba fascinado de Kray, aunque a simple vista no lo demostraba.

La mayoría de sus compañeros eran egocéntricos y no les gustaba la idea de que una mujer, fuera mejor que ellos en un deporte que para ellos, era uno para hombres.

Por lo cual hacía que Kray, no logrará tener ninguna clase de amistad dentro del equipo, nadie quería, menos de alguien quién siempre les pateaba el trasero, cada vez que subían al ring.

Al llegar al gimnasio, saluda al entrenador y se dirige a los vestidores, en el cual se encontraban sus compañeros, los que al ver a Kray, cambian su expresión a desagrado.

Sin decir nada, decide ignorarlos y saca su ropa para cambiarse, guarda todo lo demás, dejándolo en su casillero para así salir de ahí. Comienza con uno de los ejercicios que más le agradaba, que era saltar la cuerda para luego ir a los sacos de boxeo.

(...)

Después de una media hora, ve como Derek, llegaba de su entrenamiento de fútbol para entrenar boxeo. Lo primero que ve al entrar es a Kray, quién estaba en el último de los sacos que también lo observaba, asesinando se mutuamente con la mirada.

Derek era uno de los más molestos, estaba con Kray, por el simple hecho de que tenía que quedarse a limpiar y cerrar el gimnasio después de entrenar. Castigo que no sólo fue por haber perdido, sino que también fue por haber tratado de poner a Kray, en su lugar.

Derek era un chico que siempre conseguía lo que quería, sobre todo si se trataba de mujeres y el que Kray, no solo lo haya rechazado, tambien lo había humillado, sin mencionar que le había ganado en no solo una si no dos peleas y nadie, le ganaba a Derek Anderson.

Las horas habían pasado, la mayoría de los estudiantes se habían ido, a excepción de los castigados que se quedaban limpiando, el entrenador y Kray, quién seguía en su rincón.

— ¡Kray!— grita el entrenador llamando su atención— vete a casa, a esta hora solo se quedan los perdedores de hoy.

— Si, entrenador...— contesta tratando de disminuir su respiración.

— ¡Quiero que dejes bien cerrado y limpió Anderson!— le grita a Derek— o te quedaras limpiando el gimnasio una semana más.

— Si, entrenador...

— ¡Hasta mañana muchachos!— les dice a todo, levantando su mano despidiéndose.

Kray se saca los guantes junto con las vendas, tomando su toalla para ir hasta los vestidores. Al llegar, este estaba vacío ya que los pocos alumnos que habían, se encontraban limpiando el gimnasio. Toma su botella de agua dándole grandes tragos, saciando su sed antes de cambiarse.

KRAY: Cazando a La Leona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora