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Pasaron un par de días desde lo sucedido en la escuela, Kray permanecía en prisión preventiva mientras se trataba de recolectar la más cantidad de evidencia posible.

Ian no había aprecido, ni Joe, ni el abogado, lo cual le hacía pensar a Kray que se habían hecho a un lado dejándola sola con todo eso.

Sintiéndose preparada para su ida segura a prisión y pudrirse ahí.

La puerta es abierta interrumpiendo sus pensamiento, viendo así a un oficial de policía— Tienes visitas— le anunciá con las esposas en mano.

La lleva hasta el cuarto de interrogación donde se encontraba Joe, sentado a la espera de Kray. Cuando la ve entrar por la puerta, se pone de pie y la abraza con fuerza, para luego darle un beso en su frente.

Ambos se sientan mirándose mutuamente, Joe se sentía preocupado por cómo se veía Astrid, de una manera descuidada y de cierta manera shoqueada.

— ¿Por qué no habías venido?

— Tuve algunos inconvenientes con todo esto y con Martillo— contesta de manera no muy agradable— Martillo esta en prisión...

— Eso ya lo se... ¿Que paso con Jones?

— Solo se que estaba en la morgue, pronto sería entregado a sus familiares y su funeral sería pronto, supongo que junto con todos los demás que murieron.

— ¿Cuántos fueron?

Joe sentía cierta duda de decirle las cifras de las personas que habían muerto, sabía que el que le afectará sería una opción, ya que ella misma le había dicho que se sentía culpable por todo eso.

— Seis profesores, cincuenta y dos  estudiantes y al rededor de unos diez hombres de Walter, incluido el...— contesta con inquietud— sesenta y ocho personas en total... Y varios heridos.

Casi setenta personas muertas, escuchar esa cifra fue como si un balde de agua congelada cayera por su cabeza y espalda, sintiendo ganas de vomitar.

— ¿Donde esta Ian?

— Hay varios que testificaran en tu contra, Ian incluido...

— ¿Que?— pregunta de manera seria, sin creer lo que escuchaba— ¿Me lo estás diciendo en serio?

— El señor Kray, no puede tener esta clase de problemas, con grandes controversias— le explica no muy contento de igual manera— Si testifica en tu contra, no sería investigado y su asunto con todo esto llegaría hasta aquí.

— Maldito hijo de perra...— escupe entre dientes— Joe, necesito que me digas la verdad ¿Que es lo que tanto oculta Ian?

Joe se toma un momento para pensar bien en qué decir, si mentirle o decirle la verdad pero el no quería mentirle, no podía, había tanto que quería contar pero aún no era el momento.

— Ian había estado asociado con varios países, hace varios años esta tratando de retomar su amistad con antiguos socios.

— ¿Que clase de socios?

— Las distintas mafias con las cuales trabajaba, sobre todo con la Mafia japonesa...

— Espera... ¿Ian fabrica armas para los Yakuza?

— Ahora esta comenzando a hacerlo y no solo trabaja con ellos, hace otra clase de trabajos aquí sobre todo con los de la política.

— Que bastardo...

Sabía que Ian trabajaba sucio pero nunca creyo que sería peor de lo que era ella, aún que tuvo que haberlo notado, después de todo, era el único maniático con alta seguridad en el barrio alto.

— Si te ayuda con esto puede iniciarse una investigación contra ti y sobre todo contra Ian y eso a él no le conviene...

— ¿Dejará que me lleven a prisión?

— Esta molesto por esto y aún que no le conviene, prefiere que vayas a prisión a perder todo por que lo investiguen.

— Un momento ¿Por que dices que no le conviene?

Joe muerde su labio con frustración por haber soltado eso sin haberse dado cuenta pero era algo que también debía decirle— Hay una bóveda donde hay una gran suma de dinero, de gran parte de Europa y América.

— ¿Y yo que tengo que ver en eso?

— Esa bóveda era de tu padre y tu eres la única que se supone que sabe donde está y la única que lo puede abrir.

— ¿Que? ¿Cómo es posible? ¡si me acabo de enterar!

— Ian esta seguro de que tienes las coordenadas en alguna parte pero lo que más le importa es la llave, que esa definitivamente la tienes tu— contesta mirando el alrededor de la sala.

— El bastardo se quiere quedar con el dinero...— susurra con la mirada perdida— Joe pero ¡yo no tengo ninguna maldita llave!

— Si la tienes, solo que no sabes donde está.— asegura el— Astrid, la muerte de Walter no ayudará en nada, el sólo trabajaba para alguien más lo que significa...

— Lo que significa que vendrán por mí...— termina de decir ella— Joe tienes que ayudarme a salir de aquí, necesito hablar con Martillo y con Santos. Martillo tiene un hijo pequeño y Santos corre peligro al igual que yo.

— Eso será difícil de lograr— confiesa impotente— No habrán muchas maneras legales de hacerlo, hay muchos testigos que se irán contra ti.

— Joe, no me puedes dejar sola, no ahora...

— Te prometí que siempre te cuidaría sin importar si ese sea mi trabajo o no— le recuerda mientras toma su rostro con sus manos— no podre evitar que vayas a prisión, no tengo como. Pero te prometo que te sacare de ahí, solo tienes que darme tiempo...

— Solo pido que no sea mucho tiempo...— pide tomando las manos de Joe— Joe... Podrías ir al funeral de Jones y prenderle una vela azul a su ataúd.

— Dalo por hecho— contesta sin titubeos — trataré de visitarte lo más que pueda, pero Ian no se puede enterar de nada de esto.

— Ian, me traicionó— le recuerda mostrando desagrado y con un sentimiento de asco dentro— y eso es algo que me las tendrá que pagar...

El detective entra interrumpiendo la conversación entre ambos— Se acabó la visita— avisa viendo a Joe.

Ambos se levanta acercándose el uno al otro mientras que Joe la abrazaba con fuerza y besando su frente— prometo volver por ti— susurra en su oído antes de apartarse.

El detective toma a Kray, sacándola de la sala para devolverla a su celda, caminan en silencio hasta llegar a los calabozos, le saca las esposas y ella voltea a verlo con seriedad.

— Pasado mañana será tu juicio— le comenta el detective— Astrid... ¿Me veré perjudicado en esto?

— ¿A que te refieres?

— Que si algo de lo nuestro saldrá a la luz en ese juzgado...

— Eso dependerá de ti y si eres capaz de ayudarme— contesta acercándose a la reja.

— ¿ayudar con respecto a que?

— Llévame a la prisión de hombres— contesta en un susurro— Quiero ver a Martillo.

— Eso es casi imposible.

— Hazlo posible si no quieres que habrá la boca...

O'Brien aprieta su mandíbula con frustración, mirando un instante a su alrededor y pensando que hacer.

Cometer lo que sería un crimen para callar un error, era realmente malo pero sonaba tentador.

— Veré que logro...

— Hazlo por los viejos tiempos, cariño— susurra de manera sarcástica.

Se aleja de ahí dejando a Kray, con su sonrisa narcisista ahí, sabiendo que lo que pedía era imposible pero terminaría haciéndolo, todo por salvar su pellejo.

KRAY: Cazando a La Leona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora