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En el lugar del accidente, se encontraba el detective llegando a la zona de caos, en el cual ya había equipo fornce y de investigación trabajando en la escena que había a mediados de la autopista.

El jefe pasa por las cintas de seguridad acercándose a uno de los detectives que estaba trabajando ahí.

— ¿Que pasó aquí?

— Se trata de lo que al parecer sería una persecución— le responde el otro detective— se cree que había sido un accidente pero se encontraron restos de armas y dos cadáveres...

— ¿Hay testigos?

— Unas cuantas personas vieron dos camionetas disparando se el uno a el otro— contesta el detective señalando a un pequeño grupo de personas— fueron los mismo que dieron aviso a una explosión.

— ¿Y las cámaras de seguridad?— apunta el a las cámaras que habían.

— Fueron manipuladas— responde con molestia— no se encontró nada en un alcanze de unos  quinientos metros...

— Casi toda la zona...— dice con pesades— enviame a los testigos al departamento— ordena el teniente con molestia de no tener nada.

Camina hasta los cuerpos los cuales estaban siendo envueltos en bolsas para ser llevados a la morgue, se detiene a mirarlos un momento, estos estaban casi completamente quemados por la explosión, con olor a carne quemada y con una combinación de negra y rojiza.

— ¿Encontraron algún indicio de bomba en el vehículo?— pregunta mirando a otro detective.

— No señor, al parecer la explosión fue causada desde el otro vehículo, tal vez una Granada de mano.

— Lo dudo— contradice el detective—esto fue con algo más grande...— imagina algunas posibilidades—¿que mas encontraron?

— Cartuchos de bala de la armas de los cadáveres y otro diferentes que al parecer era del otro vehículo.

— Bien, que lo envíen al laboratorio y cuando tengan los resultados de los cadáveres me llaman— le ordena poniéndose de pie— yo iré a interrogar a los testigos...

— Si señor.

El jefe sale de ahí subiendo a su auto para derigirse de vuelta al departamento de policía, con la esperanza de poder obtener algo de información de los pocos testigos que había, pero abriéndole la posibilidad a que uno de los causantes fuera la persona que claramente nunca hacía nada.

(...)

Mientras tanto, a las afueras de la cuidad, en la prisión para hombres, un hombre caminaba por los pasillos visitando al que era su jefe.

Ya en la sala de visitas, ve como la puerta se abre dejando ver a ese hombre, con esposas y un aspecto descuidado, poco común de él si lo conocías bien.

— Dime que me traes buenas noticias— pide su jefe sentándose frente a él, encendiendo un cigarro.

— Dos hombres murieron tratando de alcanzarla, al parecer alguien más estaba cuidando de ella a las afueras del barrio— le contesta con incomodidad— pero al parecer salió herida...

Su jefe se detiene a mirarlo con seriedad al escuchar sus palabras y se levanta con rapidez a tomarlo del cabello, pegandolo con brusquedad a la mesa.

— ¡Que fue lo que te dije maldito pedazo de mierda!— le recuerda cerca del oido— ¡si vuelven a tocarle un pelo a Kray, tu pagarás el precio y te mataré con mis propias manos!.

— S-si se-eñor— trata de responder sin que el dolor fuera un impedimento.

Su jefe lo suelta con brusquedad para volver a sentarse, a la vez que el tipo se acomodaba en su silla y sobaba la zona del cuello.

KRAY: Cazando a La Leona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora