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Aquel día había llegado, esa noche el barco con la mercancía de Ian, salía a su destino y Kray estaba preparando todo para ir a joder le un poco la existencia.

No dejaría pasar por alto que Ian, le estuviera mintiendo, no más y mucho menos que involucra a la familia de Aarón, en sus claros juegos sucios, en los que el estaba metido.

Por ello, le sacaría la verdad a flote, obligándolo a decirle la verdad.

Se encontraba en la que era la casa de Tanque, un hombre de gran tamaño, experto en armamento pesado. Acompañada de Martillo y uno de sus hombres, quién sería el que la ayudaría en el puerto.

— Supongo que tienes para pagarme— da por hecho aquel hombre grande y musculoso al cual llamaban El Tanque— sabes que un pedido como este requiere de una buena propina para el chef.

— Claro que si— responde Kray frente a el— y tu sabes perfectamente que yo siempre pago los precios y mis deudas.

Mira a Martillo, levantando lentamente el mentón, como señal de que pusiera el bolso negro en la mesa. Kray, abre el bolso mostrando el dinero que quería ver Tanque, un bolso con el que era el dinero de Ian.

Tanque observa el bolso, sacando un fardo sellado, mirándolo de un lado a otro para luego acercarlo a su rostro y poder sentir su aroma

— ¿De donde sacaste estos billetes Kray?— mira a Martillo— ¿Acaso pasaron a asaltar un banco?

— Sabes que siempre te traigo todo al contado.

— Si, pero nunca me habías traído unos recién sacados del horno— la mira con una gran sonrisa ambiciosa en su rostro, que delatava una pisca de malicia.

— Del donde y como saque el billete para pagarte, no es asunto tuyo.— contesta con seriedad, cruzando se de brazos— Ahora quiero lo mío.

Deja el fardo que había sacado de la bolsa y se va junto con ella un instante, volviendo luego con dos bolsos negros los cuales coloca en la mesa que estaba frente a ellos. Abre ambos bolsos mostrando lo que Kray, había pedido.

— Aquí esta la cereza de su pastel— le corre los bolsos para luego alejarse de el— completamente equipado con detonador incluido, a una distancia bastante glamurosa. Verías el espectáculo desde la estación espacial.

— No exageres, sabemos que no será así— comenta cerrando los bolso con los explosivos.

— Bueno en realidad te diré que son muy inestables, son demasiado fáciles de manipular lo que también los vuelte altamente peligros en trasportar— le advierte Tanque de una forma más seria— tienes que tener mucho cuidado con los golpes fuertes o volaras en pedazos. Lo trate de volver más estable con un poco de aluminio, pero eso no quita el riesgo.

— ¿Algo más?— pregunta Kray, sin mostrarse intimidada por lo que le decía.

— No lo tengas a mas de unos cuarenta y un grados— le da una última advertencia— y cuida tu maldito trasero, que eres mi único buen cliente.

— Eso haré— contesta con una corta sonrisa— bien, Martillo tu y yo llevaremos los bolsos y tu vas al frente— le dice al hombre que los acompañaba.

Se ayudan mutuamente a ponerse los bolsos a la espalda, para salir de ahí en dirección al puerto. Se pone su casco y se monta en su moto, saliendo de esas calles a gran velocidad.

En calles grandes se separaban el uno del otro mientras eran guiados por una de las Águilas. Todo transcurría bien, tráfico normal, sin mucho vehículos entre medio.

Hasta que a sus espaldas escuchan, aquel ruido de la sirena de una patrulla que los estaba persiguiendo, ordenando que se detuvieran.

— Mierda...

KRAY: Cazando a La Leona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora