Florencia, 4 de enero de 1917
De camino a la sede del Conservatorio de Florencia, cerca del Palazzo Vecchio, hay una pequeña capa de nieve en los tejados y las chimeneas. La guerra no ha trastocado tanto la ciudad, más allá de que muchos jóvenes se han ido a luchar al frente italiano más al norte. Voy a paso ligero. Me escabullo por las calles hasta entrar al recinto central de la biblioteca y, lamentablemente, me encuentro con la persona a la que menos ganas tengo de ver en este momento: Luzzio Cannavari.
—¡Alora, mira nada más a quien tenemos por acá! Nada más y nada menos que a Stian Pražak —Me saluda estrechándome la mano—. Cuanto honore, Buongiorno.
Lleva un traje a cuadro y mocasines negros a juego con su mirada ácida, suspicaz y afable en partes iguales.
—Buongiorno, Luzzio.
—Si buscas al signore Verdú, ya viene para acá. Está buscando unos pentarezzos especiales en los que llevo tiempo queriendo poner mis manos. ¡Ah, por fin mi maestro ha conseguido el permiso para mí! —me guiña el ojo con arrogancia—. Ya sabes... beneficios de la Élite.
Tras un vistazo rápido a mis libros, los cuales intento ocultar entre mis brazos tanto como me es posible, adivina de qué hablan.
—Tal parece que aún nos has superado del todo a las sanguijuelas, ¿no?
Extiende la mano y toma uno de los libros. No le opongo resistencia porque, después de todo, ya no me importa mucho que digamos...
—En realidad venía a devolverlos. Ya terminé de estudiarlos a profundidad. La próxima vez, si llega a haber una próxima vez, estaré listo para enfrentarme a ellos como es debido —le doy una mirada de advertencia—. Si yo fuera tú, no los subestimaría...
Luzzio resopla con sorna.
—¿Qué? ¿Crees que les tengo miedo? —me muestra el libro que me acaba de quitar y me lo entrega—. ¿Por qué habría de tenerles miedo cuando incluso tú has sobrevivido a uno de sus ataques?
Sin dejar de observarme, da un par de pasos alrededor.
—Me parece muy curioso verte estudiando tanto de las sanguijuelas aun hoy en día, luego de lo que te pasó a ti y a tu brigada. Cualquiera pensaría que después de una experiencia tan traumática habrías preferido alejarte de la Cámara de Seguridad y de todo lo que tuviera que ver con ellos. Sin embargo, aquí estás, estudiando tratados de magia sanguínea y rituales que están prohibidos dentro del Conservatorio... Y no puedo dejar de preguntarme... ¿Por qué lo haces, Stian?
Por un momento nuestras miradas se conectan. Puedo sentir a la perfección sus prejuicios, pero también sus ganas de competir, de sonreír con rivalidad, a veces sana, a veces hostil; ambas voluntades, la suya y la mía, luchan por no ceder terreno ante el orgullo del otro. Finalmente, hablo.
—Creo que lo único que podría decirte es que los sanguinomantes son simplemente interesantes...
Dejo los libros sobre el mostrador y escribo una nota rápida para el señor Verdú antes de irme.
—Si piensas quedarte —le digo—, ¿podrías por favor asegurarte de que Verdú reciba esto? Gracias de todos modos, Luzzio. Hasta luego.
Pasos después, retumbantes en el eco majestuoso de la inmensa biblioteca, Luzzio responde con indignación en la voz:
—Ci vediamo presto, Pražak. Cuídate...
Y por un instante, siento que más que despedirse me está dando una advertencia.
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Labios de sangre
Romance¡¡Destacada por el perfil oficial @WattpadVampirosES ♥!! Eremia encuentra a Stian herido de muerte. Con un poco de su sangre puede salvarle la vida, pero el gesto puede salir bastante caro, especialmente para Stian. A raíz del suceso, ambos verán su...