Ciudad secreta de Nidaros, 5 de abril de 1922
Despierto agitado, bañado en sudor, y con un terrible dolor de cabeza.
En la mesa junto a mi cama puedo ver los restos de una copa de whiskey a medio terminar y en mi mente siguen frescas las imágenes del sueño que acabo de tener.
Qué terrible es el sabor de la culpa en una mañana de resaca.
Amanezco desnudo y lleno de vergüenza con los restos de mi ociosidad resecos sobre mi piel.
Me levanto y me ducho para ver si el agua tibia me reconforta un poco, pero el fantasma de la noche —alguien a quién no quiero nombrar— sigue atormentándome.
Lo puedo sentir respirándome en la nuca, erizándome los vellos del cuerpo, y palpitando entre mis piernas mientras el agua intenta purificar mi ser.
A estas alturas pienso que ya no podría caer más bajo.
Antes de salir de la ducha mis manos vuelven a hacer de las suyas hasta que la vida que produce mi cuerpo se mezcla con el jabón y se escurre hasta el drenaje junto al agua.
Cuando salgo del baño lo primero que hago es escribir una carta que lleva dando vueltas en mi cabeza desde que abrí los ojos. Una carta que, aunque me duele la cabeza, sé que la persona a la que le escribo sabrá comprender a la perfección cada palabra...
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«Estimado señor Stian Pražak...
Es momento de sincerarme con usted y admitir de una vez y para siempre lo que tanto miedo me da admitir en voz alta, que para eso existe la tinta, y el papel tiende a ser un amigo bastante pragmático.
Conozco su secreto, señor Stian... Sé lo que hizo anoche, y lo que acaba de hacer minutos atrás en la ducha de su apartamento. No engaña a nadie, o al menos, a mí no. Será que los años de práctica como cazador y perseguidor de secretos y enigmas me ha conferido la habilidad para detectar impostores, o bien, que al igual que usted, yo también escondo algo. Quizás hallo en usted la mentira que yo también me esfuerzo en ocultar, y por eso será que sé reconocer al impostor en su semblante.
Es por la misma razón que hablaré claro, señor Stian; lo haré por usted y por mí mismo también:
Es innegable después de tantos años que está obsesionado con los vampiros. No, no con los vampiros... Con un vampiro en particular, llamado Eremia Dalka.
Ha pasado una década desde aquel primer encuentro, y me parece absurdo que aún no pueda definir si ese evento fue una bendición o una maldición. Su indecisión me afecta mucho, por lo que considero prudente y necesario tomar cartas en el asunto. Debe usted enmendar la situación, señor Stian... Esas cosas de niños me producen tanta molestia. Hace tiempo ya que se supone que deberíamos haber dejado la inocencia atrás.
Qué terrible la pesadilla de anoche, pero al mismo tiempo, qué dulce.
¿Acaso tuvo usted el mismo sueño que yo? ¿Uno en el que el señor Dalka actúa como juez y verdugo de su vida? ¿Dónde sus ojos negros le observan con descaro en medio de la desnudez, ahí donde maltrata con placer, y donde a la vez defiende el valor más sagrado de todos, es decir... la felicidad misma? ¿Será que a usted también lo protegió de esa horripilante horda mortal de sanguijuelas despiadadas? Hasta que... finalmente ocurre lo inevitable. Su sangre se cuela por entre las piernas, deslizándose por los muslos, y un aullido resuena hacia el interior, a lo más profundo, a lo más íntimo...
A, mi querido señor Stian Pražak, ésa es la lujuria de la perversión, de la corrupción, de la sangre maldita. Entonces, cuando, en el sueño, usted grita de placer, cuando usted grita porque nunca ha sentido semejante estallido de locura y paz al mismo tiempo, ya no hay marcha atrás: le informo que perdió la guerra, señor Stian... le informo que, en dado caso, su sangre está maldita y corrompida, y que es uno de ellos... un sanguinomante.
Entonces, me gustaría obtener una respuesta lo más pronto posible. ¿Tuvo usted el mismo sueño, la misma pesadilla? ¿Lo tiene todas las noches? ¿Lo tiene justo en este momento, por más despierto que se halle? Porque, qué peligroso y qué diabólico sería pensar que eso podría pasar, ¿verdad, señor Stian?
Piense su respuesta con absoluta dedicación, por favor. Le recuerdo que mi vida se halla en velo por su indecisión, y también le informo, tan solo en el caso de que lo haya olvidado, de que este año cumple los treinta años, y que la vida, los planes, el futuro, la felicidad y todo lo demás, tiene fecha de caducidad.
No servirá mentir, señor Stian. Le recuerdo que mis propias mentiras y mis propios secretos son mis herramientas sagradas para detectar a los impostores y los mentirosos...
Con urgencia, Stian Pražak».
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Labios de sangre
Romance¡¡Destacada por el perfil oficial @WattpadVampirosES ♥!! Eremia encuentra a Stian herido de muerte. Con un poco de su sangre puede salvarle la vida, pero el gesto puede salir bastante caro, especialmente para Stian. A raíz del suceso, ambos verán su...