Labios de sangre

Capítulo 44

Sala Orquestal de Viena, 6 de abril de 1922

Para un virtuoso, el ascenso a la Orquesta es el honor más grande que hay. El puesto está reservado únicamente para los portadores de tal nivel de armonía. Los magos soñamos y trabajamos incansablemente para este momento. Lo único que puede superarlo es el otorgamiento de una responsabilidad aún mayor, como lo es dirigir alguna de las Cámaras Centrales, e incluso eso requiere de la membresía la Orquesta.

La Sala Orquestal de Viena es imponente. En el tejado veo su prisma a la vez solar y lunar en el tejado, sus constelaciones magnificadas, sus estrellas fugaces que se ven a pesar de las luces en el recinto. Todo el espacio es un rincón de la realidad al que sólo nosotros podemos acceder, un regalo de la armonía que nos permite respirar con libertad mientras el flujo de la magia palpita a nuestro alrededor.

En el estrado, el Ilustre Director Gotō Katsurō nos da la bienvenida a los presentes, sentados en el anfiteatro para esta sesión ceremonial, y comienza a dar su solemne discurso:

—Es un honor para mí darle a todos la bienvenida a esta sala de orden y perenne comunicación. No sean sólo bienvenidos aquellos que también han venido a honrar nuestras nobles tradiciones de respeto y mérito, sino, por supuesto, y especialmente, ustedes, quienes serán próximamente distinguidos miembros de esta, su Orquesta, y el punto de unión no sólo de todos los magos y magas, sino, esperemos, de la preservación de la armonía en estos tiempos oscuros, con la esperanza de que podamos ofrecer algo de seguridad y equilibrio al resto de la humanidad que camina perdida entre el porvenir de los años venideros. Es nuestra responsabilidad no sólo ser mejores magos, queridos hermanos y hermanas, sino también mejores personas. Sea nuestra entonces la oportunidad de hacer lo correcto, de brindar ayuda a aquel quien la necesite, y de empujar la balanza en la dirección del entendimiento cuando la inercia la empuje en la dirección de la discordia. Jóvenes magos, nunca olviden que el futuro de todos está en sus manos. Siéntanse dichosos de tal fortuna y tal responsabilidad...

Los aplausos comienzan a sonar con fuerza por todo el salón. La Sala Orquestal de Viena es muy grande pero tiene pocos asientos. Tan sólo los veinticuatro que competen a los miembros de la Orquesta, incluyendo también a los directores de las Cámaras Regionales, y cuarenta y siete puestos para invitados honoríficos, trabajadores de la prensa, y miembros cercanos de Luzzio e Yngvild. Por eso la acústica es tan magnífica.

La iluminación disminuye para efectos del evento. Llaman a Yngvild; la veo subir al estrado vestida con un elegante sobretodo naranja, con el cabello suelto, y una enorme sonrisa en los labios. Tras subir la pequeña escalinata que da paso al escenario ceremonial, preparado especialmente para la ocasión del ascenso, el Ilustre Director la espera en la presencia de los tres Grandes Maestres de la Élite Jean-Baptiste Rêvereaux, Javier Hurtado y Kristina Frøydotter.

Como casi siempre sucede, los tres maestres de esta generación pertenecen a una tonalidad de magia distinta. Todos llevan capas de colores y sus respectivas máscaras de ceremonia. Mientras que Rêvereaux es un maestro de la magia arcana y porta su capa morada, Javier Hurtado, mago de la voluntad como Yngvild, porta una capa naranja. Por su parte Kristina Frøydotter, pródiga de la magia cósmica, porta una capa plateada que hace combinación con su cabello casi blanco y sus ojos plateados envueltos en armonía.

Puedo ver desde mi asiento que el orgullo colorea las mejillas de Yngvild, quien a pesar de tener diferencias notables con Rêvereaux, no puede dejar de ser embargada por la sensación de maravilla de todo este momento... sagrado para cualquiera que nazca en nuestra nación secreta, en nuestra sociedad, bajo nuestras tradiciones tan nobles y llenas de compromiso por el bienestar mundial. Sé que piensa exactamente eso: cómo esto la ayudará a construir un mundo mejor para todos, y es que eso es precisamente lo que todos pensaríamos de estar en sus zapatos en este momento tan especial.