Ciudad de secreta de Nidaros, 10 de abril de 1917
Aun estoy sorprendido de que Yngvild me haya propuesto matrimonio.
Digo, sé que toda la vida hemos jugado con ello, pero... supongo que nunca me imaginé que realmente terminaría sucediendo. O quizás sólo estoy siendo egoísta ahora que me veo incapaz de decir que sí.
Si Eremia Dalka nunca hubiera entrado en mi vida, probablemente aceptaría sin dudarlo a su propuesta, y es que sé que ella me pidió que me casara con ella empujada por el mismo sentimiento que me habría empujado a mí a aceptar en caso de que las cosas no hubieran terminado ocurriendo como lo hicieron: es decir, la necesidad de compañía.
Por eso no me molesta que lo haya hecho, pero sí me pone en un aprieto muy grande, y es evidente que más pronto de lo que me esperaba voy a tener que hablar con ella para contarle lo que siento en mi corazón; lo que me está pasando. Ya no puedo seguir ocultándole a Yngvild toda esta situación...
No puedo casarme con ella y eso no se debe a una falta de amor por mi parte.
Sería imposible para mí no amarla, pero este sentimiento cálido que ella despierta en mi no es ni remotamente parecido al que siento cuando pienso con Eremia. Aun ahora, mientras camino por la calle adoquinada de la plaza central de camino a mi casa, siento que estoy de nuevo entre sus brazos, y hasta creo que puedo sentir el aroma de su cuerpo todavía en mi piel.
Estoy lleno de Eremia y eso me hace sentir pleno. Es precisamente por eso que no puedo ser injusto con Yngvild... y conmigo tampoco. Porque ahora que he sentido la plenitud, no puedo condenarme a la infelicidad.
Quizá antes, cuando aun no había conocido a Eremia y desconocía por completo la fuerza de un amor apasionado y devastador, este amor tan puro e inocente que siento por ella me habría parecido suficiente para pasar la vida. Pero ahora que he abierto los ojos, reconozco que estuvo mal de mi parte el haber sido tan egoísta y ciego. Admito que ambos fuimos unos niños al no darnos cuenta de que el amor entre nosotros no es realmente el adecuado para vivir juntos como marido y mujer, y ahora que lo sé, no puedo dejar que ella desperdicie su felicidad conmigo cuando sé que no podré darle lo que ella necesita.
Finalmente termino de llegar a mi casa, pero algo es extraño. Junto al pórtico de entrada veo que hay un hombre elegantemente vestido con un sobretodo negro, una gorra oficial, y una enorme bolsa de cuero colgada de sus hombros. Cuando me ve acercándome se endereza y se acomoda el sombrero antes de salir a mi encuentro.
—¿Es usted el señor Pražak? —pregunta con educación.
Sin embargo, hay seriedad en su mirada. Acto seguido voltea en varias direcciones.
—Sí, soy yo —contesto intrigado.
—¿Podemos entrar?
—¿Para qué...?
Cuando comienzo a subir los escalones de piedra ya con las llaves en la mano, él se acerca a mí para mostrarme algo. Aunque es un cartero no tiene ni la insignia del servicio postal del país ni la del Conservatorio.
—Tengo una carta para usted de parte de mi señor... Eremia Dalka.
Al escuchar aquello no puedo evitar sorprenderme. Eremia y yo acabábamos de vernos hace poco, y como llegué a Nidaros gracias a los corredores arcanos, no entiendo cómo hizo para hacerme llegar una carta desde Merkinė en menos de un día. Sin embargo, cuando tomo la carta, reconozco enseguida la caligrafía pulcra de Eremia y su sello de luna creciente y estrella.
No hay dudas.
Es él efectivamente quien me escribe.
ESTÁS LEYENDO
Labios de sangre
Romance¡¡Destacada por el perfil oficial @WattpadVampirosES ♥!! Eremia encuentra a Stian herido de muerte. Con un poco de su sangre puede salvarle la vida, pero el gesto puede salir bastante caro, especialmente para Stian. A raíz del suceso, ambos verán su...