Capítulo 48

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Ciudad secreta de Nidaros, 14 de febrero de 1926

Los sueños a veces son dulces, otras veces son amargos y otras tantas nos dan ideas extrañas que no logramos sacar de nuestra cabeza por más absurdas que parezcan.

Hoy, mientras veo a la gente feliz y disfrutando de sus vidas, me pregunto algo que me desconcierta un poco...

¿Qué tanto estamos dispuestos a sacrificar por estar junto a la persona que es dueña de nuestros sentimientos, de nuestro corazón, de nuestro cuerpo y de nuestra alma?

¿Qué tan grande tiene que ser el amor para estar dispuestos a saltar de un precipicio, si con eso podemos salvar a la persona que amamos?

Más importante aún...

¿El amor es suficiente para sacrificarme por Eremia?

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«Respetado señor Dalka,

Le escribo esta carta a usted y no a Eremia, el hombre que amo, porque necesito de su ojo calculador y de su consejo pertinaz. Le informo con mucho pesar que en estos momentos estoy bajo el mando de una facción del Conservatorio que pertenece a una línea de pensamiento bastante estricta.

Los Cantavellistas, como espero recuerde de nuestras conversaciones previas, no son muy tolerantes con respecto a la interacción entre nosotros, los magos del Conservatorio, y ustedes, cualquier miembro del Aquelarre o cualquier persona en general cuya armonía no compagine con aquellas aprobadas por nuestra ley.

Ahora bien, como usted ya sabrá, estoy perdida y completamente enamorado de aquel a quien usted conoce como Eremia, y no es ajeno a la locura que se desata cuando él y yo nos encontramos a solas. No me da pena admitirle a usted que, de hecho, estoy contando los días que hacen falta para volver a estar entre los brazos de mi amado, pero, aun así, me preocupa el camino que están tomando las cosas, y cómo los intereses de personas e instituciones que nada tienen que ver con nosotros podrían afectarnos a la larga.

Tanto es así, que, en los últimos días, la idea de aceptar la propuesta de que vivamos juntos me ha comenzado a parecer cada vez menos descabellada. Por favor, espero que sea usted discreto y no le comente nada de esto a Eremia. Me gustaría hablar del asunto cara a cara antes de tomar ninguna decisión, ya que hay otra cosa que necesito primero y que, a la larga, inclinará la balanza de mis dudas hacia la calma o la locura.

Siempre cordial y agradecido por su ayuda, quien le escribe...

Stian Pražak.

P.D: El tono de la carta es una broma, en caso de que tu sentido del humor esté más apagado que de costumbre. Si llegas a leer esta carta, Eremia... Te extraño».




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