Capítulo 56

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Ciudad secreta de Nidaros, 2 de abril de 1927

Cuando el reloj del estudio marca las seis en punto de la tarde escucho un alboroto de voces y pasos apresurados que explota repentinamente en la sala de estar del primer piso. Alguien grita, da ordenes, algo se rompe estrepitosamente contra el suelo y unos pasos acelerados corren en dirección de las habitaciones del servicio o de la cocina, no estoy seguro.

Yngvild corre apresurada hacia el estudio y me encuentra. El viejo Traian guarda otra vez el revólver en su cintura y yo salgo de mi escondite para envolver a Yngvild en un abrazo lleno de añoranza y alivio. Ella me devuelve el abrazo, pero al mismo tiempo es la primera en romperlo.

—¿Estás bien? —le pregunto preocupado.

—Sí, yo estoy bien, pero tienes que irte de aquí ya mismo o de lo contrario no podré protegerte.

Yngvild me toma por el brazo y me arrastra fuera del despacho. Camina con premura mientras Traian nos sigue los pasos de cerca hasta que entramos a la habitación que ella me ha prestado durante todo este tiempo y comienza a lanzar ropa en una maleta sobre la cama.

—¿Que pasó, Yngvild? ¿Qué ocurre?

Yngvild me sostiene la mirada por un instante hasta que al final suspira con pesadez. Cuando sus ojos vuelven a mi rostro, veo en ellos el miedo y la preocupación.

—Todo está mal, Stian, muy mal.

—Eso no me dice nada Yngvild...

Cuando escucha el reflejo de su frustración plasmado en mi voz, termina por quebrarse.

—El día de hoy Rêvereaux obtuvo la mayoría de votos para incrementar el poder de la Avanzada de Protección Prioritaria. Entre las nuevas funciones de la Avanzada está el autorizar investigaciones de grado policial a sospechosos prioritarios, y tú estás en la lista. Rêvereaux se ha valido de tu caso para fortalecer su causa y argumentar que el odio y la negatividad se están normalizando en la sociedad, y que a menos que hagamos algo para evitarlo de inmediato, las cosas se saldrán de control...

—¿Entonces van a arrestarme? ¡Porque eso es...!

—¡Lo sé, Stian, lo sé! Es una locura. ¡Por eso debes huir! ¡Corres peligro! Yo me encargaré de luchar contra Rêvereaux junto a los que estamos en su contra.

—¡Es que no puede!

—¡No le importa, Stian! —me dice exaltada—. Puede porque no le importa... Quiero decir, ¡tú no eres una mala persona, no eres un traidor! Pero eso a él no le importa. No eres más que un chivo expiatorio para su agenda política.

Yo no puedo evitar sentarme en la cama de la conmoción. Lo sabía, lo veía venir, y aun así, no me lo puedo creer ahora que está sucediendo.

Yngvild deja de soltar ropa en mis maletas y se acerca para abrazarme.

—Le ordenó a la Cámaras de Defensa y de Seguridad iniciar la investigación. Interrogarán a tus hermanos, a la familia de tu padre y la de tu madre y...

De pronto la voz se le quiebra y no puede continuar.

—¿Y qué, Yngvild? ¿Qué más está pasando?

Ella termina por lanzarse sobre mí para llorara en mi hombro de manera descontrolada.

—¡Han detenido a tu maestro, Stian...! ¡A Longwest! Lo detuvieron por traidor —dice mortificada—. Alguien lo vio ayudándote a salir del Conservatorio en estos días y lo reportó con la Orquesta.

—¿Y qué va a pasar con él ahora?

Le toma unos segundos recomponerse, pero finalmente lo hace; niega con la cabeza.

—No lo sé, pero lo bueno es que Sir Richard cuenta con muy buenos amigos, muy influyentes, que están ayudándolo e interviniendo por él ante la Cámara de Defensa. Tú papá y el Director Arcana, entre ellos, claro —dice mientras cierra la maleta; ya está toda la ropa.

—¡Es una locura, Yngvild! ¡Qué está pasando! —exclamo con furia de manera retórica; aún así, Yngvild responde:

—Rêvereaux se está aprovechando del miedo que dejó las secuelas de la Gran Guerra de los Sordos —dice—. Y con el apoyo de la Orquesta y de todos en el Conservatorio puede materializar ese miedo para blindar su poder y hacerse más fuerte. Por eso es tiempo de que te vayas, a menos que quieras luchar junto a mí y los demás...

Yo la veo sin decir nada; no sé qué responder.

—Este ya no es tu hogar, Stian. No quieres estar aquí, y lo entiendo. Te amo. Debes irte si quieres estar a salvo. Si la Orquesta te atrapa, la anulación será la menor de tus preocupaciones —dice conteniendo las lágrimas otra vez—. Si te encuentran lo más probable es que terminen por ejecutarte, así que vete, Stian, vete. Vete y no vuelvas más...




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