Capítulo 29

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Ernesto: ¡Al fin regresaste, maldita perra! – Dijo mientras seguía el coche de Andrea por la carretera. – A ver si ahora sí tú me vas a llevar hasta el lugar dónde escondiste mi mujer y mi hijo. – Dijo. De pronto, empezó a sonar su celular, miró la pantalla y volteó los ojos antes de contestar la llamada.

Leonardo: ¿Dónde estás imbécil? Te estoy llamando hace un buen rato y no me contestas. – Dijo enojado en el otro lado de la línea.

Ernesto: ¿Tú qué crees? Estoy siguiendo a la perra esa. – Dijo enfadado.

Leonardo: ¿Mi querida abogadita ya regresó? – Preguntó divertido.

Ernesto: Llegó anoche... Sabes? Yo podría eliminarla ahorita mismo, ella está sola en el coche. – Dijo con la mirada fija en el coche de Andrea.

Leonardo: Pues, te aguantas las ganas un poquito más, Ernestito, porque no pienso mandarla al infierno todavía. – Dijo sonriendo.

Ernesto: Lo sé, además antes tengo que saber dónde diablos ella escondió a mi mujer y mi hijo. – Dijo.

Leonardo: Claro, pero te doy permiso para que te diviertas un ratito. Así que, puedes darle un buen susto a nuestra perrita favorita. – Dijo divertido.

Ernesto: Ya planeaba hacer eso. – Dijo mirando a la pistola que tenía en el banco del copiloto.

Leonardo: Pues, buen provecho, pero no te pases, ¿Eh? Que por el momento nuestra perrita vale más viva que muerta. - Dijo divertido.

Ernesto: Tranquilo, sé muy bien lo que voy a hacer. – Dijo con una sonrisa perversa en los labios.

Leonardo: Oye, ¿Y para dónde está yendo nuestra abogadita adorada? – Preguntó burlándose.

Ernesto: Ella está en la carretera de la costa sur, ​creo que se va a la playa. – Dijo.

Leonardo: Si se va a la casa de la playa de los Del Junco, tú tienes que tener cuidado porque esa propiedad es muy bien vigilada, así que vas a tener que atraparla fuera de ahí. – Dijo.

Ernesto: Yo la estoy vigilando hace meses, puedo esperar unos días más. Actuaré en el mejor momento. – Dijo con una sonrisa triunfal.

Leonardo: Eres más inteligente de lo que parece, bien... Muy bien, Ernestito! Ahora tengo que colgar, hay una bella dama a mi espera en la cama, necesitando mi consuelo. – Dijo con una sonrisa.

Ernesto: No sé lo que viste en esa cabaretera. – Dijo poniendo los ojos en blanco.

Leonardo: Más respeto con la reina de la noche, esta mujer es todo un huracán en la cama, es una bomba sexy. Y hoy que anda de despechada está aún más ardiente. – Dijo divertido.

Ernesto: Bueno, si a ti te gustan a las mujeres artificiales como ella eso es problema tuyo. A mí me gustan a las mujeres naturales, que puedo tocarlas sin pensar que a cualquier momento se van a estallar como un globo de aire. – Dijo, y Leonardo empezó a reírse a carcajadas.

Leonardo: ¡Que malo eres! - Dijo divertido. - Me voy, porque el placer me llama. Te llamo después... – Dijo colgando la llamada, mientras Ernesto seguía con sus planes.

Andrea paró en un supermercado cerca de la casa de playa, necesitaba comprar algunos ingredientes para la cena y el desayuno del día siguiente, guardó lo que compró en la cajuela de su coche y siguió su camino. Minutos después, ella ya estaba en su propiedad deshaciendo su maleta y organizando las compras. Andrea se dio una ducha, puso un vestido de verano azul celeste y empezó a preparar la cena. Mientras esperaba que se cociera la pasta, ella recogió su celular y mandó un mensaje a Sofía, avisándole que había llegado bien, llamó a Irina, pero ella no contestó sus llamadas, entonces ella supuso que su hermana ya estuviera en la carretera a camino de la playa.

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