Capítulo 115

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⚠️ Advertencia ⚠️
Este capítulo contiene escenas que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas.

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Meses después...

En el Juzgado

Fernando se quedó meses esperando por su juicio, en ese tiempo estuvo alejado de otros prisioneros, para preservar su integridad física, pero eso iba a cambiar después del juicio, lo iban trasladar a un reclusorio de máxima seguridad, estaría cercado de los criminales más peligrosos del país.

Fernando Morales, el asesino serial de la maleta, estaba esposado aguardando la lectura de su sentencia, hoy iba a ser responsabilizado por cada uno de sus crímenes, estaban presentes en el juicio de ese monstruo, todas sus víctimas, sus familias, algunos juristas y estudiantes de derecho, además de la prensa, la opinión publica estaba muy interesada en conocer el desfecho de ese caso.

A cada nuevo testimonio de las víctimas el cuerpo de jurados no podía disimular sus reacciones, lo mismo pasó cuando el fiscal general expuso las pruebas materiales, las fotos de los cuerpos, las grabaciones que habían encontrado en la casa que Fernando había alquilado con la identidad de Mauricio González, sus víctimas no estaban presentes en el juzgado en ese momento, el shock de enfrentarse con aquellas pruebas materiales podría desatar muchos traumas, todas las víctimas del psicópata y sus familias seguían recibiendo atención psicológica. Los jurados miraban las pruebas completamente asombrados con la brutalidad de esos crímenes algunas mujeres que hacían parte del cuerpo de jurados no lograron contener sus lágrimas.

Andrea estaba afuera del juzgado con Samuel, se fueron a la cafetería y sólo regresarían en las consideraciones finales, para escuchar la sentencia que recibiría ese monstruo. Fernando había intentado intimidar a sus víctimas durante sus testimonios, pero nadie se dejó amedrentar, delante del juez y de todos que estaban acompañando el juicio, sus víctimas dijeron con lujos de detalles todos los momentos de angustia que sufrieron en las manos del asesino serial.

Cuando llegó el momento de la lectura de la sentencia del psicópata, Samuel tomó la mano de Andrea entrelazando sus dedos con los de su esposa. Fernando parecía no creer en lo que estaba escuchando. Se escuchó en el juzgado una mezcla de llantos y gritos de euforia por lo que había dicho el juez. La familia del asesino serial lloraba por el destino de alguien que tenía todo para tener un futuro exitoso, que era un estudiante excepcional, un médico talentoso, un hijo que creció cercado de apoyo y valores familiares, sus padres no entendían como algo de esa naturaleza pudo haber pasado, ¿en qué momento no vieron las señales? ¿Cómo no se dieron cuenta que bajo su techo estaba viviendo un monstruo frio y calculista, que era incapaz de sentir amor y empatía por nadie, ni siquiera por quien le dio la vida?

En el otro lado de la sala, se escuchaba el llanto de alivio de las familias que habían perdido a sus hijas y hoy al fin lograban obtener justicia por sus seres queridos. Y el llanto de las mujeres que habían logrado sobrevivir al infierno de haber cruzado por el camino de este asesino serial, sentían como se les hubiesen quitado a una carga de sus hombros, los crímenes de Fernando habían cruzado fronteras, ya que él también había hecho víctimas fuera del país.

Su sentencia fue la prisión perpetua, aunque la opinión pública defendía que el asesino serial debería haber recibido la pena de muerte.

Samuel abrazó Andrea cuando la escuchó sollozar, sabía que el llanto de su esposa era un llanto de alivio, por al fin poder cerrar de una vez a este capítulo de su vida. Él acarició la espalda de Andrea mientras besaba tiernamente su frente hasta sentirla calmarse en sus brazos.

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