Capítulo 37

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Andrea se fue a su habitación, se dio una ducha, puso ropa cómoda y empezó a mirar los libros de la biblioteca de su cuarto, sonrió levemente al reconocer entre tantos títulos distintos, el libro que le regaló Samuel en la preparatoria, lo tomó entre sus manos, se acostó en su cama y empezó leerlo, hojear aquel libro era como volver a sus quince años.

Andrea recibió una llamada de Luisa regañándola por no haberla llamado antes, empezaron a hablar de todo lo que había pasado en estos días. Andrea le contó que Samuel la fue a buscar en la casa de la playa, que tuvieron su primera cita y que se estaban conociendo mejor, ella también dijo a su amiga que él volvió a salvarle la vida. Luisa se asustó mucho cuando supo del ataque que ellos sufrieron. Andrea aprovechó para hablar de su proceso, ya que mañana tendría una junta con Samuel para arreglaren los últimos detalles del divorcio de sus amigos. Luisa no puso ninguna condición, Andrea le informó que como ellos se pusieron de acuerdo, la sentencia del divorcio no iba tardar en salir. Luisa se puso triste en el teléfono, pero trató de disfrazar. Andrea le contó que en un mes habría la boda de Sofía y Arturo, además de la noticia del embarazo de su hermana... Los bebés iban a nascer casi en la misma fecha, ya que sólo llevaban seis semanas de diferencia.

Antes de colgar la llamada, ellas se pusieron de acuerdo para encontarse en el jueves en el restaurante del edificio de Andrea y así hablaren mejor sobre el proceso y de lo que fue de sus vidas en este último mes.

Andrea bajó a cenar y disfrutó de la compañía de su familia. Cada uno aún procesaba las noticias que habían recibido en este día, Cayetana ya no estaba preocupada con el tema del embarazo de Sofía antes de su boda. Ahora lo que le preocupaba era Andrea, su chiquita ha soportado una gran carga emocional en estos últimos años. Cayetana estaba impresionada con la demostración de fuerza y valentía de su hija, ni todo el mundo logra soportar algo así. Pero su niña no se rendía fácil, al fin de cuentas ella era una Del Junco Belmonte. Pensó en su adorado Ignacio y en lo mucho que lo extrañaba, le gustaría tener su apoyo en este momento, que le aconsejase y le ayudase a proteger a su hija.

Después de la cena, Andrea se quedó en la sala escuchando a su abuelo leer a un libro de poemas, desde chiquita su viejito adorado siempre le hablaba sobre la magia del amor. Andrea tomaba una taza de té, mientras lo escuchaba atentamente.

Don Felipe: La lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolencia resignada y amable... - Decía, recitando "La Lluvia" de Federico García Lorca.

Andrea: Una música humilde se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje... - Complementó con una pequeña sonrisa.

Don Felipe: Sabía que mi compañera de literatura aún estaba ahí. – Dijo sonriendo. – Yo te leía este poema en los días de tormenta.

Andrea: Y tú siempre lograbas calmarme, abuelo. - Dijo sonriendo.

Don Felipe: ¿Te sientes mejor, mi niña? Conmigo puedes hablar sin miedo. – La miró tiernamente. Andrea asintió.

Andrea: No te preocupes, mi viejito bello, yo me siento muy bien. – Dijo tomando la mano de su abuelo, que la miraba atentamente.

Don Felipe: Volviste de tu viaje con un brillo distinto en la mirada y me suena que eso tiene un motivo con nombre y apellido, ¿Estoy cierto, mi niña? – Preguntó. Andrea apretó los labios ocultando su sonrisa, su abuelo era muy listo.

Andrea: Bueno, por el momento es mi secreto... Pero te voy a decir algo... Ahora sí tengo ganas de ser feliz, abuelo. – Lo miró a los ojos y Don Felipe sonrió.

Don Felipe: Pues déjame decirte que tu secreto cuenta con mi aprobación. Bueno, él ya contaba con muchos puntos en mi lista después de lo que ha hecho por ti. - Dijo con una sonrisa, guiñándole el ojo a su nieta. Andrea alzó las cejas y entreabrió la boca por la impresión. – Te vi besándote con tu secreto en el coche... - Susurró, para que nadie los escuchase, aunque estaban solos en la sala. Andrea empezó a ponerse nerviosa. – Tranquila, mis lábios están cerrados yo no voy a decir nada a nadie. – Dijo divertido. – Me alegra que te des una oportunidad con este muchacho, hacen bonita pareja y por la manera como él se la pasó mirándote se nota que te quiere mucho. – La miró con una sonrisa.

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