Capítulo 101

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Todos los invitados tenían sus atenciones en Samuel y Andrea que bailaban la valsa de los recién casados, para los dos no había nadie más que ellos en aquel ambiente.

Samuel: ¿Cómo te sientes, señora Gallardo? – Preguntó con una sonrisa.

Andrea: Siento que soy la mujer más feliz del mundo. ¿Y usted, señor Gallardo? – Preguntó divertida, posando las manos en el pecho de su marido, mientras seguían bailando.

Samuel: ¿Yo? Bueno, yo no me quiero despertar de este sueño jamás. – Dijo con una larga sonrisa.

Andrea: Yo tampoco, marido. – Lo miró a los ojos divertida.

Samuel: ¿Me llamaste marido? – Preguntó sonriendo, Andrea alzó las cejas y entreabrió los labios levemente.

Andrea: ¿Y no lo eres? – Dijo con una sonrisa traviesa.

Samuel: Sí, y con mucha honra señora Gallardo. – Dijo con una larga sonrisa. – Me encanta escuchar esta palabra de tus labios tan hermosos. Te amo, esposa mía. – Dijo mirándola a los ojos, mientras apoyaba su frente a la de Andrea, acariciando su nariz con la suya antes de unir sus labios con los de su mujer, en un beso lento y dulce.

Andrea: Y yo a ti, esposo mío. – Susurró después del beso. Siguieron bailando en su burbuja besándose y acariciándose, mientras sus hermanos y los demás invitados se unían a los recién casados en la pista de baile, incluso a Cayetana y Fernández.

Después de bailar un par de canciones, Samuel y Andrea se fueron a tomar fotos, antes de hacer el brindis.

Samuel: Quiero dar las gracias a todos por su presencia en este día tan especial para mí y para mi esposa, que es la celebración de nuestro amor. – Miró a Andrea intensamente. – Yo quiero hacer un brindis a la mujer que vino a dar sentido a mi vida, que me enamoró con su mirada dulce y con esta sonrisa hermosa cuando yo aún era un adolescente. Nuestro amor no pudo concretarse en aquel momento, la vida tenía otros planes para nosotros, pero el destino no se quedó satisfecho y años después nos volvimos a encontrar, aunque las circunstancias de este encuentro mejor me la guardo para nosotros. – Andrea asintió sonriendo con los ojos aguados. Cayetana entreabrió los labios y les dio una mirada inquisidora. – Y de este vez, nuestro amor pudo triunfar, estar contigo, mirarte a los ojos, besarte lento y verte sonreír, es lo único que yo quiero. Eres el amor de mi vida, Andrea Gallardo, y pase lo que pase yo siempre voy a estar junto a ti. Un brindis, a nuestro amor. – Dijo sin quitar la mirada de ella.

Andrea:  Creo que mi esposo quiere hacerme llorar con tan bellas palabras. – Dijo mirándolo con los ojos aguados, Samuel acarició la mejilla de su esposa con su mano derecha. Andrea tomó la mano de su marido y se la llevó hacia sus labios dándole un besito tierno, se miraron a los ojos sonriendo. - Yo quiero brindar a este hombre hermoso que tengo a mi frente, con tu dulzura, tu amor y tu paciencia has logrado conquistar a mi corazón, porque gracias a ti, Samuel, recuperé las ganas de ser feliz. Tú me has demostrado que cuando el sentimiento es sincero todo es posible. A tu lado conocí el verdadero amor y he vivido los momentos más hermosos de mi vida. Yo te amo, esposo mío, con todas mis fuerzas. Gracias, por nunca haberse rendido, mi amor. Salud, por nuestro futuro. – Dijo chocando su copa con la de su marido, intentando contener sus lágrimas, pero fue en vano, Samuel también tenía los ojos aguados ante las palabras de su esposa, atrapó su mentón con la yema de sus dedos y la besó en los labios despacio, Andrea rodeó el cuello de Samuel con sus brazos, mientras sentía como él posaba sus manos en su cintura y la besaba con más pasión. Escuchando como sus invitados chiflaban y aplaudían la demostración de amor de los recién casados.

La fiesta fue todo un éxito, todos los invitados disfrutaban y compartían la felicidad de la pareja. Los padrinos bailaban con las madrinas, Cayetana y el capitán también se veían muy cercanos, lo que no pasó desapercibido por su familia. Don Felipe celebraba la felicidad de su estrella con su inseparable botella de tequila en la mano, daba las gracias por su hija estar muy ocupada con Fernández para regañarlo.

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