Capítulo 32

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Samuel y Andrea estaban en la mesa más apartada de la terraza, tenían la vista perfecta de la playa, de donde podían mirar el cielo estrellado, aquella mesa era la elección de Andrea siempre que ella venía a este restaurante con sus hermanas.

Andrea: Imagino que Sofía también te ha dicho de este lugar. Veníamos mucho aquí... - Dijo, mirándolo.

Samuel: Creo que fui descubierto. - Dijo divertido. Andrea sonrió levemente. - No conozco mucho a esta región, ella me ayudó con esto. - Dijo con una sonrisa.

Andrea: Pues... No podrías haber elegido mejor. - Dijo con una sonrisa. - ¿Te gusta el lugar? - Preguntó, mirándolo.

Samuel: Es hermoso...  Y conocerlo contigo lo hace aún más especial. - Dijo mirándola a los ojos. - ¿Ves? No tenías que preocuparte por tu ropa... Estás muy hermosa. - Dijo mirándola fijamente y Andrea se sonrojó. - Yo tampoco estoy vestido para algo lujoso. - Dijo divertido.

Andrea: Tú también te ves muy guapo... - Dijo tímida, y él sonrió. - Siempre te he visto con tus trajes impecables... El casual, también te queda muy bien. - Dijo. La verdad todo te queda de maravilla, pensó Andrea, pero prefirió no externar sus pensamientos, aunque sus mejillas enrojecidas ya la había delatado.

Samuel: Gracias, creo que a partir de hoy voy a empezar a vestirme así más veces. - Dijo haciéndola sonreír.  - No sé si ya te he dicho eso, pero me encanta verte sonreír. - Dijo tiernamente, se miraban a los ojos con intensidad, Andrea iba a decirle algo cuando llegó el mesero con la cena y el vino. - Buen provecho... - Dijo, mientras terminaba de servirle el vino.

Andrea: Para ti también... Gracias... Y no sólo por la cena. - Dijo con una sonrisa tímida, se miraron a los y ella volvió su atención a su plato, mientras Samuel seguía mirándola con una sonrisa.

Había un agradable silencio en el ambiente, se sentían muy a gusto y disfrutaban de la cena sin dejar de mirarse o sonreír, había en el aire esa complicidad que muy pocas veces logras conocer. De pronto, empezaron a hablar de sus cosas, de lo que gustaban de hacer, de sus familias, y de cómo llegaron a elegir sus carreras, a Andrea le encantó descubrir que tenían muchas cosas en común. Ninguno tocó en el asunto de sus relaciones pasadas, no querían amargar una noche que estaba caminando para ser una de las más perfectas de sus vidas.

Andrea: Samuel, tú sabes muchas cosas de mí, sin embargo yo no sé mucho de ti... Así que, yo creo que estoy en desventaja aquí, ¿No te parece? - Dijo divertida, mientras llevaba su copa de vino hacia sus labios, lo hizo con una sensualidad natural que a Samuel fue imposible no humedecerse la boca.

Samuel: Tendrás toda la vida para conocerme, brujita. - Dijo mirándola con una sonrisa. Andrea alzó las cejas y abrió levemente los labios.

Andrea: ¿Brujita? ¿Cómo qué brujita? - Preguntó sonriendo.

Samuel: Así te llamo de cariño. - Dijo tímido, Andrea sonrió.

Andrea: Humm... ¿Entonces, ya no soy una bruja? - Preguntó mirándolo.

Samuel: Nunca fuiste. - Dijo mirándola con intensidad.

Andrea: Bueno, así me llamaste cuando me robaste un beso hace diez años. - Samuel la miró sorprendido.

Samuel: ¿Aún lo recuerdas? - Preguntó sonriendo.

Andrea: Claro que sí, en este último mes he recordado muchas cosas de ese tiempo y tú estás en casi todos estos recuerdos. - Dijo, mirándolo a los ojos. Sin apartar su mirada de ella, Samuel tomó la mano de Andrea y la llevó hacia sus labios, dejando un casto beso en el dorso de su mano derecha.

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