Capítulo 109

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Bufete Gallardo Del Junco

Andrea estaba en el bufete, tenía una junta importante en el día siguiente y quería dejar todo organizado, a pesar de los reclamos de Samuel para que ella se quedara en casa descansando ya que faltaba pocos días para que naciera los bebés, pero su brujita no le hizo caso, así que él no tuvo otra opción que acompañarla hacia el bufete.

Andrea: Cambia esa carita, mi amor, te dije que era algo importante. – Dijo haciendo pucheros mientras lo miraba desde su escritorio. Andrea estaba sentada en la silla revisando unos documentos.

Samuel: A veces eres muy terca, ¿lo sabes? – Dijo mirándola desde la silla. Andrea sonrió dejando los papeles a un lado y levantándose con un poco de dificultad de la silla por el avanzado estado de su embarazo, se acercó a su marido.

Andrea: Sí, lo sé... Pero igual me quieres, ¿o no? – Dijo mirándolo a los ojos con una sonrisa. Samuel se puso de pie y posó las manos en la cintura de Andrea, acercándola más hacia él.

Samuel: Así es, señora Gallaro, amo hasta tu terquedad... - Dijo haciendo una mueca y Andrea maneó la cabeza divertida. 

Andrea: Voy a quitarte el enojo bien rapidito... - Dijo sonriendo.

Samuel: ¿Y cómo piensas hacerlo? – Preguntó mirando a los labios de su esposa.

Andrea: De esa manera... - Se estaba acercando para besarlo cuando de pronto su cara cambió. Samuel la miró confundido.

Samuel: ¿Qué pasó? – Preguntó alzando las cejas.

Andrea: No sé... De pronto sentí una puntada. – Dijo llevando su mano hacia el vientre, mientras hacia una mueca de dolor.

Samuel: ¿Te duele? – Preguntó posando su mano sobre la de ella.

Andrea: Sí... Y mucho. Yo creo que llegó el momento... – Dijo mirándolo asustada.

Samuel: ¿El momento de qué? – Dijo confundido. Andrea volteó los ojos sin paciencia.

Andrea: ¿Qué más puede ser? ¡De que tus hijos se vengan al mundo! – Dijo agitada. - ¡Haz algo, Samuel! Me duele mucho... – Dijo quejándose, mientras su marido abría mucho los ojos.

Samuel: ¿Cómo? Brujita... – Decía sin poder ocultar sus niervos.

Andrea: ¡Lo que escuchaste! – Dijo impaciente por el dolor.

Samuel: Pero aún quedan unos días y todavía no has roto aguas, ¿verdad? - Dijo nervioso buscando la mirada de su esposa.

Andrea: Hablaste muy temprano... ¡Ahora no falta nada más! – Dijo mirando hacia sus pies, el liquido que despendía de sus piernas empezaba a tocar el tapete de su oficina ante la mirada alarmada de su marido.

Samuel: ¡Mis hijos van a nacer! – Dijo nervioso llevando las manos a la cabeza.

Andrea: Eso ya te lo había dicho... ¡Haz algo, no te quedes ahí parado, Samuel! Ayúdame... – Dijo regañándolo, mientras le daba golpecitos en el hombro.

Samuel: Ok, tranquila... No te puedes estresar, brujita. – Dijo acercándose a ella. – Respira despacio, recuerda los ejercicios que nos enseñaron. – Dijo mirándola.

Andrea: ¡Yo no estoy estresada, Samuel! – Dijo agarrando la mano de su marido y apretándola con fuerza para contener una contracción. – ¡Llévame al hospital por lo que más quieres! – Dijo haciendo una mueca de dolor. Samuel la cargó en sus brazos.

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