Capítulo 38

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Andrea tuvo una junta difícil, pero obtuvo avanzos en uno de sus casos, la mañana fue de mucho trabajo, se reunió con su equipo de abogados y se enteró de los casos pendientes del bufete, tendría una semana llena de compromisos y un juicio muy complicado en el viernes. Ella estaba en su oficina revisando un par de leyes, decretos y artículos, necesitaba estudiar muy bien a la jurisprudencia para definir cuál estrategia aplicaría a uno de los casos en que estaba trabajando, cuando la voz de Samuel llamó su atención.

Samuel: No vi a tu secretaria en la recepción, así que me atreví a entrar sin ser anunciado... Espero no estar molestando. – Dijo mirándola con una sonrisa. Andrea alzó la vista para encontrarse con sus bellos ojos color miel.

Andrea: Hola... - Samuel sonrió. - Marta no está, es su hora de almuerzo. Y por supuesto que no estás molestando, bobito. - Lo miró con una sonrisa, poniéndose de pie y acercándose a él. Samuel sonrió y puso sus manos en la cintura la de Andrea, mientras ella rodeaba el cuello de Samuel con sus brazos.

Samuel: ¡Qué bueno! Porque vine a recogerte, tenemos un almuerzo pendiente, mi brujita. - Dijo mirándola a los ojos. – Y bueno, también vine a buscar otra cosa... - Dijo pícaramente.

Andrea: Ay, ¿Qué otra cosa? – Preguntó divertida.

Samuel: Tus besos... Eso vine a buscar. – Susurró, mientras presionaba sus labios con los de ella. Sus labios se encajaron a la perfección, se besaron despacio. Samuel pudo sentir los dedos de Andrea acariciando su nuca, mientras el beso se volvía más intenso. Ella rompió el beso, apoyando su frente a la de él, posando sus manos en su pecho.

Andrea: Gracias por las flores... - Susurró, mientras dejaba un beso dulce en sus labios, alzó su mirada encontrándose con la de Samuel.

Samuel: Si me vas a dar las gracias de esta manera, cada vez que te regale flores... Pues te voy a regalar rosas todos los días de tu vida. – Dijo divertido, mientras la tenía alrededor de sus brazos.

Andrea: Tonto... - Dijo sonriendo divertida.

Samuel: Oye, te digo cosas lindas ¿y me llamas tonto? – Dijo haciendo una mueca divertida.

Andrea: Es de cariño... - Sonrió divertida. - Te ves gracioso cuando te pones así, en plan de cursi. - Acarició su barbilla.

Samuel: Ahora además de tonto, soy cursi... Mejor vamos a almorzar o me vas a salir con otra cosa.- Dijo mientras Andrea negaba con la cabeza divertida, lo miró a los ojos detenidamente. - ¿Qué? – Preguntó al notar su mirada. - ¿Ahora que me vas a decir? – Dijo sonriendo divertido.

Andrea: Gracias... - Su tono de voz era dulce, lo miró fijamente.

Samuel: Ya me diste las gracias hace un rato. – Dijo sonriendo.

Andrea: Bueno, por las flores sí, pero... Yo no estoy hablando de esto. – Dijo acariciando su barbilla con la yema de sus dedos.

Samuel:  ¿Entonces, por qué me das las gracias? – Preguntó divertido.

Andrea: Bueno, esta va a ser una larga lista Samuel... Me salvaste la vida dos veces, siempre me sacas una sonrisa y haces con que yo me sienta bien, tú has sido un gran apoyo en estos días. Jamás voy a olvidar lo que hiciste por mí, me has demostrado que puedo confiar en ti y eso me alegra. – Dijo con los ojos cristalizados. Samuel atrapó su rostro entre sus manos y la miró fijamente.

Samuel: Andrea, tú puedes confiar en mí. Yo nunca te voy a defraudar... - Garantizó. Ella sonrió, y sintió los labios de él presionando los suyos en un beso lento y dulce. – Te quiero... - Susurró entre sus labios. Andrea lo miró a los ojos enternecida, lo agarró de la nuca enredando sus dedos en su pelo castaño besándolo en los labios con intensidad. Samuel la correspondió de inmediato y sólo se despegaron de sus labios para respirar.

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